Sábado en Primavera Sound: Babes in Toyland al borde del abismo

La jornada del sábado no tuvo vencedores claros, al menos entre los conciertos a los que yo asistí. Lo más destacable fue que, después de dos ediciones con una climatología infame, esta vez el tiempo fue misericordioso con nosotros y con el festival. El sol a las cinco de la tarde caía a plomo y reverberaba en el nuevo asfalto que cubre el escenario Ray Ban, pero como el aire era fresquito, encima del escenario Joan Miquel Oliver vestía jersey y se abrigaba el cuello con un foulard. En formato trío presentó el estupendísimo ‘Pegasus’, se dedicó a darle un aire mezcla de rock progresivo y verbena de crucero a su repertorio, aceleró ‘Flors de cactus’ y remató con una versión heavy y descacharrante de ‘Lego’. Imposible no quererle.

Me permitirán el chiste fácil, pero Fucked Up estuvieron bastante jodidos. Al principio no me atreví a acercarme por temor a que me reventaran los oídos, ya bastante castigados por tres días de festival. Temor infundado, porque el sonido era bastante malo y sorprendentemente flojo incluso en las primeras filas. Alguien me comentó que el grupo estaba teniendo montones de problemas técnicos y, aunque Damian Abraham le echó toneladas de actitud (se pasó gran parte del concierto cantando en la valla del foso), resultaron bastante aburridos.

Tori Amos dio uno de los mejores conciertos de la jornada. Sola, sentada ante dos pianos, sin más piruetas escénicas que su voz y su virtuosismo, desplegó una actuación poco expansiva, concentrada pero muy intensa, lo que sin duda alejó de allí al oyente más casual. Tori nos exigía toda la atención, no se conformaba con ser mera música de fondo. Como recompensa a nuestra implicación, dio un recital soberbio, que llegó incluso a arrancar lágrimas a los fans de las primeras filas, muy centrado en los noventa, con apenas una mínima pincelada de su último álbum ‘Unrepentant Geraldines’ y una versión tremenda del ‘In Your Room’ de Depeche Mode. Para contrarrestar tanta densidad, cerró con una zumbona ‘Raspberry Swirl’ y una concesión: ‘Cornflake Girl’, su canción más conocida.

Tener a Salif Keita en el Primavera Sound era un auténtico lujo, pero durante pocos minutos tuve la congoja de que no lo estábamos apreciando en toda su magnitud, porque apenas se veía a nadie en la explanada del Ray Ban. Por suerte, el público apareció de la nada instantes antes del inicio de Les Ambassadeurs, una de las pocas propuestas no occidentales que este año hubo en el festival. Una banda legendaria, con más de cuarenta años de historia, unos músicos excepcionales y un sonido casi perfecto para desgranar una música pensada para disfrutar, mezcla de jazz, folklore de Mali, rock… Un concierto para dejarse llevar y bailar. Aquello sonó tan tan bello y alegre, que, paradójicamente, casi me hizo sentir triste.

Babes in Toyland lucharon contra la adversidad. Empezaron con ‘Right Now’, metiendo más tralla que todos los Fucked Up juntos. Mas, ay, en medio de ‘Bluebell’, a Kat Bjelland se le rompieron dos cuerdas de la guitarra y tuvieron que detener la actuación. Pero como no tenían guitarra de repuesto (¡!), el parón se alargó más de lo normal. Fueron unos minutos de espera desconcertantes, mientras mirábamos a Kat dar vueltas hecha una furia, la batería nos echaba fotos e iba hablando con nosotros para llenar el vacío. Al final a Kat le dieron otra guitarra y se disculpó mientras se lamentaba: Westa es de jugueteW. Pero no se acabaron ahí sus desgracias; su micro se iba a ratos y nos dejaba sin su voz. A pesar de que el resto del grupo sonaba como una pedrada y de que la batería estaba disfrutando como una enana, a Kat se le notaba que lo estaba pasando francamente mal y la cosa parecía que no iba a llegar a buen puerto. Cuando por fin le devolvieron la guitarra buena ya arreglada, le cambió la cara y pudo afrontar el final con gesto de felicidad, atacando con rabia unos demoledores ‘Sweet ‘69’ y ‘Dust Cake Boy’. Duras pero entrañables.

Dan Deacon sacó a pasear su vocación de animador de fiestas, porque lo suyo tuvo más de parque infantil que de concierto. Con un batería que era una auténtica máquina y un vocoder, se dedicó a machacarnos con su sincopa marciana y epiléptica, mientras iba dirigiendo a la audiencia: «ahora me hacéis un círculo», «ahora un pasillo». El público obedecía y parecía pasárselo en grande, aunque no logré conectar con su propuesta y me acabó saturando.

Caribou era prácticamente el último concierto del Fòrum en esta edición del PS y quizás el más multitudinario, ya que aún quedaba mucho público con ganas de jarana a las tres de la madrugada. El Ray Ban estaba abarrotadísimo; era tal la afluencia de gente que, si te despistabas un momento, perdías cualquier posibilidad de lograr una posición mínimamente buena para poder recrearte en los cálidos juegos de luces o en el envolvente sonido que caracterizó su show. Pero si cerrabas los ojos, obviabas los continuos empujones y te dejabas llevar, conseguías la comunión con su música, que hacía acogedor el incómodo apiñamiento en el que estábamos inmersos. Si encima van y te encadenan seguidas ‘Odessa’ y ‘Can’t Do Without You’, felicidad completa. Esta vez, el tópico lo vale: broche de oro a la fiesta.

Más crónicas del sábado de Primavera Sound: Strokes, Interpol, etc, aquí.

Fotos: Xarlene, excepto Babes in Toyland (Dani Canto).

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