Todo lo contrario que su adaptación. Lo que en la novela era un chispeante cóctel de géneros, tonalidades y emociones, en la película es un potito con muchos ingredientes que sabe a poco. Como en el libro, el comienzo de ‘Horns’ es irresistible. Por medio de una fabulosa elipsis asistimos al resacoso despertar de un joven atormentado por el asesinato de su novia, un esforzado Daniel Radcliffe al que le están saliendo… cuernos.
Durante la primera media hora la película funciona bastante bien. La fricción entre lo fantástico y lo costumbrista, entre el relato de terror y la sátira social, provoca heridas en la trama que supuran un maléfico, sulfuroso y diabólicamente divertido humor negro. Pero una vez que empiezan los flashbacks, adiós: la película se va al diablo.
El casi siempre interesante Alexandre Aja (‘Alta Tensión’, ‘Las colinas tienen ojos’, ‘Piraña 3D’) es incapaz de equilibrar la diversidad de líneas temporales, tonos y géneros. El resultado es pura dispersión. Con el paso (lento) de los minutos, la fuerza de la sátira languidece, el terror se desvanece, el whodunit no interesa a nadie y la historia de amor, que ya empezó mal con ese prólogo tan edulcorado, acaba siendo tan emocionante como ver secarse la pintura en la pared.
A esta adaptación no la salva del infierno ni su excelente selección de canciones: The Flaming Lips, Pixies, Tindersticks, EELS, Junip, el ‘Heroes’ de Bowie y, no podía faltar, Marilyn Manson (la versión de ‘Personal Jesus’). 4,5.