Poco después, The Guardian publicaba el artículo de Snapes sobre Kozelek, donde la periodista repasa la trayectoria del músico pero aprovecha para criticar a su líder, modificando por supuesto el texto original, tras sus palabras en el Barbican, publicando algunas de las respuestas que recibía en su entrevista por correo. Una de ellas dice: «¿crees que eres la única persona que quiere entrevistarme en persona? Espera a la cola. Soy la mejor persona que vas a conocer en tu vida y algún día, si llegas a conocerme, probablemente quieras hacerme un hijo».
Esta agresividad, por supuesto, es inaceptable venga de quien venga y Snapes, cuyo artículo sobre Kozelek se percibe hecho desde la dedicación, no puede evitar opinar más ampliamente sobre este asunto, declarando, con motivo, que Kozelek se esconde «desde la cobardía del escenario» para emitir discursos misóginos y diatribas «con la excusa de que es una performance». «[Kozelek]», continúa Snapes, «puede emplear lenguaje sexualmente agresivo para reducir a las mujeres críticas al estatus de grupis a sabiendas de que, mientras la misoginia de músicos blancos es estudiada con lupa y defendida como característicos de artistas «difíciles», las mujeres y aquellas personas que los dejan en evidencia quedan como histéricos que no entienden de arte».
No es la primera vez que Kozelek la lía, por supuesto. Durante un concierto en Carolina del Norte el pasado mes de septiembre como parte del festival Hopscotch, Kozelek arremetía contra un público hablador llamándole «malditos catetos» y amenazando con irse del escenario si no se «callaban la puta boca». «Me da igual que no me paguen, me voy», decía. Enojado, un asistente le mandaba a callar, a lo que Kozelek contestaba: «no, tú
cierra la puta boca». El músico aseguraba después que bromeaba y, de hecho, empezaría a vender luego camisetas con dicha frase en su página web, conque igual hasta era verdad.En términos similares, The Quietus informaba sobre un Kozelek «cabreado» en la sala Apolo de Barcelona durante su concierto del pasado mes de abril, apuntando que se dirigía al público con descaro y actitud combativa por utilizar sus teléfonos móviles y recordando un momento en el que amenazaba a uno de los asistentes con «reunirnos fuera después del show para resolver el desacuerdo [sic] con nuestros puños».
Un mes después de lo ocurrido en Hopscotch, Kozelek protagonizaría una nueva polémica metiéndose con The War on Drugs. Ambos actuaban entonces en Ottawa Folk Festival, el sonido del concierto de The War on Drugs se solapaba con el de Sun Kil Moon y este, cabreado, arremetería contra los autores de ‘Lost in the Dream’ preguntándose primero «¿quién coño son esos?» y anunciando después una canción llamada «The War on Drugs pueden chuparme la polla» que, de hecho, estrenaría luego en su versión de estudio.
Pero el asunto no terminará ahí. Kozelek publicaría una carta aclarativa en su página web medio disculpándose con The War on Drugs (él insistiría después que no, que no era una disculpa) e invitando a la banda de Pensilvania a tocar con él su canción ‘The War On Drugs Can Suck My Cock’ en el festival Fillmore como banda de acompañamiento. El líder del grupo, Adam Granduciel, explicaría posteriormente en una entrevista que la idea le hizo gracia y cuando consiguió contactar con Kozelek por correo para llevarla a cabo este le contestó que «la oferta ha expirado» pero «cuando termine la gira me compraré vuestro disco en Starbucks». Después de esto, Granduciel no tendría reparo en llamar a Kozelek «idiota», «gilipollas» o «puto imbécil». Y es que, ‘Benji’ pudo estar en todas las listas de lo mejor de 2014 gracias a su sensibilidad hacia sus antepasados, la muerte o la mala suerte, ¿pero hasta qué punto seremos capaces de soportar sus constantes meadas fuera del tiesto y sus delirios de grandeza?