‘Jurassic World’: un gran juego metajurásico

John Hammond tenía un sueño: devolver los dinosaurios a la vida. Un sueño que Spielberg hizo propio en ‘Parque Jurásico’ y ‘El mundo perdido’ hasta que llegó Joe Johnston y lo mató con una tercera parte completamente innecesaria. Daba igual que los animales estuvieran mejor hechos y que aparecieran todo el rato en pantalla. Sin aquel factor sorpresa que hizo legendaria la primera entrega gracias a unos efectos especiales nunca antes vistos; y sobre todo, sin una buena historia detrás que justificara su uso (por eso la primera sigue aguantado todos los revisionados que sean necesarios), la franquicia quedó condenada a la extinción.

Pero si algo aprendimos con estas películas es que el dinero puede más que la ética. Si el mundo sigue queriendo dinosaurios, ¿por qué no resucitarlos de nuevo aunque pueda tener fatales consecuencias? La pela es la pela. Por suerte esta vez la teoría del caos no hace acto de presencia y la cinta, que tenía todas las papeletas para ser el típico desastre veraniego como cualquier cuarta parte que se precie, consigue hacernos creer que hemos vuelto al parque dos décadas después de nuestra primera visita. La mala noticia es que ya no somos unos niños y nada nos puede impresionar como entonces. Lo buena es que precisamente tener esa actitud cínica ante la vida, esa pose de que cuando tú vas yo ya he vuelto, es lo que hace que la experiencia merezca la pena. Porque aunque así lo creas, no lo has visto todo.

Y es que esa sensación de constante déjà vu que tendrás durante toda la película solo es parte del juego propuesto por Colin Trevorrow para asegurarse que sean precisamente los más fanáticos de la saga los que salgan más contentos de la sala. De hecho, ’Jurassic World’ no es una secuela al uso, sino más bien un reboot repleto de guiños al material original que, salvando las distancias, recuerda mucho a lo que hizo grande a la serie basada en ‘Fargo’: contar lo mismo, con otros personajes y otro escenario, sin llegar a repetirse.

Es verdad que algunos homenajes son muy evidentes, como el ataque a la giroesfera inspirado en la mítica escena del T-Rex recién escapado de su alambrada. Otros están directamente calcados, como ese plano de retrovisor reflejando un dinosaurio en plena persecución. También los hay que apelan a la nostalgia visitando un enclave esencial de la primera parte o recuperando movimientos de la banda sonora original de John Williams. Incluso se permiten el lujo de soltar easter eggs que solo se ven si quieres verlos, como un libro del Dr. Malcom desenfocado. Vamos, que por salir, sale hasta Mr. ADN.

Lo dicho, un lujo de juego que sería perfecto si no fuera por algunos agujeros en el guión muy mal resueltos al estilo de aquel “Es un sistema Unix, lo conozco” que soltaba Lex en ‘Parque Jurásico’ (¿los errores también se homenajean?); y algún que otro diálogo que solo Chris Pratt, como ya demostró siendo Star-Lord, salva porque no sabes si los dice de coña o en serio. Nada que no perdones con ese deus ex machina final capaz de arreglarlo todo.

En definitiva, que tú saldrás del cine pensando que ha merecido la pena pero que tampoco te ha cambiado la vida sin darte cuenta de que al lado, algún crío como tú en su momento, acaba de ver el primer clásico de aventuras que reivindicará dentro de 20 años. 7.

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Publicado por
Claudio M. de Prado