Sabiendo esto, a nadie le debería extrañar que cada vez que llega a la cartelera un nuevo título del género acudamos todos como moscas a comprar nuestra entrada. ¿En busca de qué? Ese es el verdadero misterio. Porque al menos antes estas películas se preocupaban de presentarte unos personajes por los que preocuparte durante todo el metraje, pero ahora, con los efectos especiales como único reclamo, ya no es necesario ni eso. Que ya puestos, digo yo, ¿por qué no pasar directamente de los actores y montar una catástrofe tras otra para ahorrarnos tiempo? Comienzas con una erupción, sigues con una grieta en una presa, llega la inundación. Cortas a un rascacielos que se cae. Otro más. Y otro. Y cientos. La marabunta de extras grita y corre por las calles. Un huracán sopla y un camión caído del cielo se estrella contra una ambulancia o un autobús escolar que corta el camino. Explosión. Unas olas gigantes arrasan un puente mítico. Cae un meteorito. El núcleo terrestre se enfría. Se apaga el Sol. Fin.
Algo de esto es lo que desearías que pasara cada vez que aparece alguien abriendo la boca en ‘San Andrés’, disaster movie que tiene tan poco que aportar al género que, en comparación, convierte a películas de Roland Emerich como ‘Independence Day’, ‘El día de mañana’ o ‘2012’ en verdaderos clásicos. Que sí, que los efectos especiales son la leche, pero nada que no hayamos visto antes. Y Dwayne ‘The Rock’ Johnson sigue bordando su triple papel de héroe de acción, padre y sufridor esposo todoterreno. Pero ni por esas. Al menos aquellos que odien a Kylie Minogue, que hace un pequeño cameo, saldrán contentos al ver su destino en el filme. Pero claro, ¿acaso alguien odia a Kylie? Pues eso. 2,5.