¿Qué hay de lo artístico? Dos son los males que tiene ‘Communion’, que habrían dicho los también eclécticos Klaus & Kinski: haber hablado demasiado en las entrevistas de la influencia tropical de Major Lazer, y haber hablado demasiado en las entrevistas de la influencia de Hot Chip (han recurrido incluso a uno de sus hombres de confianza, Mark Ralph, como co-productor). ‘Communion’ suena demasiado variado, un tanto deslavazado, y mucho menos ambicioso que los trabajos de estos artistas. Cuando le preguntas al trío británico qué une sus canciones, todos responden al unísono que la voz del también actor Olly Alexander, e incluso el muy despierto teclista Emre Turkmen añade que este trabajo puede ser visto como un disco confesional sobre los desamores y amores del cantante, que ahora mismo sale con el violinista de Clean Bandit.
Ciertamente, todas las idas y venidas posibles del amor son la única temática de estas letras que van a conectar a lo grande con los post-adolescentes de edad o espíritu. Más problemática es la voz de Olly, a veces un pelín excesiva: no en vano cuando bromea sobre su futura carrera en solitario dice que su disco sonará a ‘I Am… Sasha Fierce’. Y lo peor es que ni esa voz ni esas letras uniformes impiden que te lleves un susto cuando la secuencia pasa de ‘Ties’, que suena como un buen medio tiempo de Bronski Beat, a ‘King’ (esperamos que la edición en vinilo corte justo ahí); o que el tracklist resulte excesivo cuando te das cuenta de que el disco no acaba en ‘Without’ como debería sino que continúa con la correcta pero ya innecesaria ‘Border’ o la conocida e insulsa ‘Memo’ (lo de la edición deluxe lo dejo para campeones).
Pero que el disco no sea carne de Mercury Prize o que incluso desluzca frente a otros debuts de pop más cohesionados como el de -los ahora en declive- Hurts, no significa que podamos ignorar su gran arsenal de grandes canciones. ‘King’ y ‘Take Shelter’ mantienen un duro pulso por alzarse con el título de mejor composición del disco, la primera alzada por el público gracias a su carácter rompepistas, su estribillo histriónico e icónico vídeo; la segunda gracias al mismo sabor agridulce de su melodía pero sobre todo a su sensual e hipnótico ritmo tropical, con el que es imposible quedarse quieto.
Ese ritmo presto para el perreo se repite con sutileza en ‘Real’, el primer tema que escuchamos después de la trágica y por fortuna breve ‘Foundation‘, que funciona más que nada como intro para todo este drama. Y si ‘Real’ resulta notable allanando el terreno para el desarrollo del disco, ‘Shine‘ es un gran «grower». En celebración de un amor encontrado en el que refugiarse, termina de redondearse en una coda totalmente eufórica, en el momento más luminoso del álbum, prácticamente dándole título.
‘Without’, una balada de admiración hacia alguien inalcanzable («eres el mejor, el campeón, el alto (…) no me perteneces, estás demasiado lejos») suena a Michael Jackson (como ‘Eyes Shut’) remezclado por AlunaGeorge, cuyas torsiones vocales también son una referencia en otras dos de las joyas perdidas del álbum: esa ‘Worship’ que no ha sido uno de los cinco singles oficiales pero que lo habría merecido por representar al grupo perfectamente, puesto que contiene elementos R&B, synth-pop y tropicales, todos al servicio de otra melodía deliciosa; y la pegajosa ‘Desire’, que no alcanzó el éxito de ‘King’ pero debería.
Es claro que el deje Sam Smith de alguna de las baladas decepcionará a algunos de sus fans más underground, pero me sé de unos cuantos discos que han vendido millones de copias que no tienen seis singles tan buenos como los que hemos ido conociendo de este álbum. Un, dos, tres, responda otra vez.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘King’, ‘Take Shelter’, ‘Desire’, ‘Worship’
Te gustará si: escuchas hits en modo aleatorio sin pensar en conceptos ni cosas extrañas
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