Mientras Celica xx terminaban su show creando un muro de sonido y ruido en la estela de My Bloody Valentine, Vetusta Morla actuaban en el escenario grande para varios miles de personas (lleno hasta la primera torre de sonido). Es vox populi que este año ha subido la asistencia de españoles al FIB, reconquistados en la treintena por uno de los pocos shows que se pueden ver cada temporada de Los Planetas y en la veintena por la banda de Pucho (por cierto cada día más guapo). Al show de los de Tres Cantos esta vez sólo pudo ponérsele la pega de haber contado con un poco menos de volumen del esperado. Claro que de Blur también podíamos haber dicho lo mismo.
La unión de Franz Ferdinand con Sparks es la cosa más extraña que hemos visto en mucho tiempo: un grupo icónico de los años 70 junto a uno actual, dos líderes en el escenario cantando a la vez éxitos separados por décadas de distancia, un Ron Mael cuya pose y movimientos era hilarante observar en las grandes pantallas… Una combinación endemoniada que sirve para revisitar clásicos como ‘The Number One Song in Heaven’ y para que ‘Michael’, ‘Walk Away’ o ‘Do You Want To’ suenen renovados revestidos de glam. Alex Kapranos no nos libró de sus carismáticas patadas al aire y lo cierto es que se veía tanto a unos como a otros encantados de haber tenido esta idea rara. Muy acertada.
Los californianos Crocodiles deleitaron a un público muy entregado en el pequeño (pero matón) escenario Red Bull Tour Bus Fibclub. La banda de San Diego, que lleva desde el año 2008 en activo, desmostró que tras cinco discos, ‘Summer Of Hate’, ‘Sleep Forever’, ‘Endless Flowers!’, ‘Crimes of Passion’ y el último y reciente ‘Boys’, no han perdido ni un atisbo de frescura en su rollo post-punk psicodélico. A pesar de no tocar muchos singles ni hits, porque tiraron más hacia un concierto de canciones menos conocidas, sus fans quedaron contentos y complacidos. Brandon Welchez y Charles Rowell surfearon, musicalmente hablando, tanto a bordo del autobús del escenario como a bordo de su noise ácido.
Se empieza a decir por ahí que es una caspa que Portishead sigan girando con las canciones de ‘Third’ después de siete años y sin temas nuevos. La verdad es que por nosotros bien podrían continuar con este mismo show para siempre si sigue siendo tan impresionante como lo vivido anoche. Con un sonido de 10 y su maestría habitual, dejaron de nuevo boquiabiertos tanto sus temas más intimistas como ‘Wandering Star’ como el ensordecedor ‘Machine Gun’, esta vez ilustrado con imágenes bélicas que nos situaban en Siria o Palestina. Ya lo habíamos visto en años pasados pero sigue siendo la presentación en vivo más acojonante que jamás hayamos disfrutado sobre un escenario. Qué decir de ‘Sour Times’, de ‘Glory Box’, del final con ‘Roads’, de ‘The Rip’: no lloramos sólo porque nos aguantamos. Incluso cuando Portishead tocan una canción supuestamente menor como ‘Cowboys’ están muy por encima del resto. Repetirán trucos, ¿pero serán capaces algún día de dar un mal concierto? No lo creemos. Faltó ‘Carry On’, eso sí.
Cambiazo de tercio después de la trémula voz de Beth Gibbons: nada menos que Joe Crepúsculo. Un auténtico cuadrazo de concierto (para bien) que fue de menos a más, reservando para la última parte sus mejores greatest hits. Subieron al escenario Tomasito, Nacho Vigalondo marcándose unos bailes, un go-gó de Mallorca, un hombre a los cócteles (!) y otras personas dedicadas exclusivamente a animar al millar de asistentes al grito de «¡Vamos, Benicàssim!». Una risa total el repaso a temas como ‘A fuego’, ‘La canción de tu vida’, ‘Suena brillante’, ‘La verdad’ (sin La Prohibida) y ‘Mi fábrica de baile’. Tomasito terminó en gayumbos y ni siquiera fue lo mejor del concierto. Es reseñable que se pueda ver a Crepus en directo tres veces en dos meses y cada vez sea capaz de hacer un concierto diferente. Está en un momento muy, muy bueno…
Todo lo que para los españoles era el concierto de Joël, suponemos que era para los británicos el de Bastille. Bueno, realmente no, ¿verdad? Aun así, entretenido asistir a su revisión ‘Of the Night’ del clásico noventero y a ‘Pompeii’. Le siguió en el mismo escenario el colorido (en cuanto a iluminación) show de Madeon, que nos conquistó cuando pinchó su canción junto a Passion Pit. Sonidos casi todos muy Daft Punk, que a falta de Daft Punk pues no están nada mal.
Mientras tanto, Mø actuaba en el escenario Fiberfib tras aparecer con media hora de retraso. Algo insólito para un festival de esta categoría. La danesa al menos se disculpó tras la primera canción y se comió el escenario en cuanto salió. Tan contagioso fue su constante baile chochero (BRAVA) como sus canciones, entre las que destacó casi al final ‘Don’t Wanna Dance’ y en último lugar la esperada ‘Lean On’. Demasiado breve, demasiado perfecta. Mención especial para sus entretenidas proyecciones, un poco egocéntricas pero efectivas. También estupendas (muy Canada) fueron las proyecciones de A-Trak, que optó por la arriesgada fórmula de pinchar 30 segundos de cada hit sin aburrir. Cerramos la noche con la sesión de la organización, en la que más que a Aldo Linares, vimos a decenas de personas subidas en el escenario Red Bull bailando al ritmo de Hot Chip o el nuevo temazo de Chemical Brothers. Una sesión nada manida y bastante actual que nos dejó con ganas de más. Una pena que el chiringuito de la puerta cerrara este lunes. ¿Cuándo alguien se va a poner en serio con este tema? Para irnos a casa con todo el rollo cortado ya tenemos muchos otros festivales… Una muy buena jornada, en cualquier caso, quizá la mejor de este 2015. Nadia Leal, Sebas E. Alonso.