¿Cómo va la gira?
Muy bien. Tampoco he pensado en ello como una gira porque estamos con mi banda de festivales y siempre hay un poco de distancia entre nosotros y es algo menos satisfactorio, pero estamos disfrutando mucho tocando juntos y viendo diferentes festivales.
Has tardado cinco años en sacar disco. Ya en 2010, de hecho, se hablaba de un disco «más italo disco y funk». ¿Es porque eres perfeccionista?
No puedo decir que no haya tenido nada que ver con ello pero el disco ha salido tarde por otras cosas. A veces ocurre algo en tu vida y el resultado del disco es una manifestación de esas otras cosas que te están pasando. No es porque necesites que todo sea perfecto. Yo no necesito que mi trabajo sea un triángulo perfecto de noventa grados pero si lo estoy pasando mal, pues sí. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Es una manera muy simple de explicarlo pero creo es la más universal. No diría que no soy perfeccionista pero si el disco ha tardado en salir es por todo lo que estaba yendo mal en mi carrera en los años anteriores, que era todo: relaciones profesionales, la discográfica, los mánagers… Por todo lo que estaba yendo mal necesitaba que el disco fuera perfecto o, al menos, exactamente como yo quería que fuese.
«Siempre ha habido altercados entre Ben y yo en este sentido, pero es que a mí me da igual que la canción tenga estribillo o no siempre que sienta que está bien y que va adonde tiene que ir. Este tipo de conversaciones entre nosotros nunca ha ido bien»
¿Es verdad que a Ben Lengmaid no le gustaba nada ‘Let Me Down Gently’? ¿Exactamente en qué no os poníais de acuerdo?
Le gustaba la canción; lo que no le gustaba, y esto es una frustración que siempre hemos tenido entre nosotros, es que la canción no tiene estribillo o una estructura de canción pop clásica. Para mí la melodía de «let me down gently…» [NdE: canta la melodía] es el estribillo; sin embargo, Ben pensaba que eso era algo que había que arreglar. Decía que teníamos que intentar escribir un estribillo o una sección nueva que a mí no me gustaba o me parecía inapropiada. Siempre ha habido altercados entre nosotros en ese sentido, pero es que a mí me da igual que la canción tenga estribillo o no siempre que sienta que está bien y que va adonde tiene que ir. Este tipo de conversaciones entre nosotros nunca ha ido bien.
«En el pasado la gente tenía el concepto erróneo de que yo por ser chica cantaba y escribía las letras y Ben por ser chico producía y hacía todos los arreglos cuando, en realidad, era casi exactamente al revés»
Imagino pues que no has echado de menos a Ben en tu nuevo disco…
No, para nada. Obviamente no hubiera roto lazos con él de haber pensado que iba a echar su trabajo de menos. De todas formas, el trabajo en grupo nunca es cien por cien súper feliz de la vida, y en el estudio tampoco. Siempre hay discusiones y desacuerdos, pero creo que no se puede hacer algo medio decente sin discutir. Aunque ahora que lo pienso, igual sí le echo más de menos por el tema de las letras. Cuando escribo las letras para mí es muy importante hacerlas con alguien que entienda lo que quiero decir, tener conversaciones con alguien sobre lo que está ocurriendo en mi vida en ese momento y que comparta mis experiencias.
Escribir letras no es algo que disfrute demasiado pero cuando lo hago es porque siento algo muy particular que necesito expresar. A veces escribo las letras en cinco minutos y ahí es cuando necesito a alguien. Sin embargo, en el pasado la gente tenía el concepto erróneo de que yo por ser chica cantaba y escribía las letras y Ben por ser chico producía y hacía todos los arreglos cuando, en realidad, era casi exactamente al revés. Escribir música, melodías y arreglos para mí no supone ningún problema. El motivo por el que La Roux sigue sonando a La Roux es que yo me encargo del 98% de la música. Es triste que porque yo sea una mujer y porque la otra persona sea un hombre la asunción inmediata sea que el hombre es el profesional. Eso es una idea totalmente equivocada. A mí nadie me ve como música y arreglista y precisamente esa es mi mayor habilidad.
«La gente se cabrea porque ya no se escuchan discos; por supuesto que no si los otros temas aparte de las pistas 1 y 2 son una mierda. Yo misma he oído a músicos diciendo alegremente que han escrito canciones en tres horas. Me pone enferma»
En la época de la música digital y del «streaming» es habitual que la gente escuche música de manera rápida y que ya no invierta demasiado tiempo en discos que de primeras no le han convencido. ‘Trouble In Paradise’, sin embargo, parece pensado para disfrutarse como un todo y de hecho suena como si de un vinilo de tratase. ¿Es así como querías que la gente percibiera tu disco?
Por supuesto. Hay momentos que puedes pasar de un artista a otro rápidamente y es totalmente comprensible y aceptable y por supuesto producto del mundo moderno. Yo misma a veces escucho no un disco sino cinco canciones distintas de artistas totalmente diferentes. Pero creo que parte del motivo por el que la gente ha dejado de escuchar discos como antes es porque la industria está muy enfocada en los sencillos. Eso me enfada y he oído a músicos y a gente de mi propio sello hablando de lo bien que está eso. Y luego la gente se cabrea porque ya no se escuchan discos; por supuesto que no si los otros temas aparte de las pistas 1 y 2 son una mierda. Yo misma he oído a músicos diciendo alegremente que han escrito canciones en tres horas. Me pone enferma. Yo trabajo duro en mi música, todos los días de la semana y por supuesto a veces he escrito canciones en cinco minutos que son una mierda, pero no las meto en mi disco. Luego está el tema de que los sellos te ponen un período de tiempo concreto para que hagas tu disco, o te dicen que tienes tres meses para trabajar con determinado productor, y esto es algo que siempre ha sido así. Los sellos quieren que escribas canciones en una semana pero te aseguro que en ‘Trouble In Paradise’ cada canción ha recibido exactamente el mismo cuidado y atención. Y, cuando haces eso, la gente quiere escuchar no solo las pistas 1 y 2 sino también la 3, la 4, la 5…
«¿Cómo puede la gente escuchar el top 20 de éxitos sin que le duela la cabeza?»
¿Crees que tiene algo que ver con ello el fenómeno de la «guerra del volumen»? Porque eso es una cosa que hace a la gente cansarse muy rápido de la música que escucha, porque es agotador que suene tan alta, y te decía que tu disco suena como si fuera un vinilo porque me da la impresión de que quiere evitar sonar como un disco moderno.
Sí, justamente cuando hicimos el disco lo grabamos bajito porque queríamos que tuviera muchas dinámicas y momentos en los que sonara más alto. Estoy muy contenta de nuestra decisión. El problema de la «guerra del volumen» es que el sonido de la música es muy limitado y alto y eso me preocupa mucho. ¿Cómo puede la gente escuchar el top 20 de éxitos sin que le duela la cabeza? Yo puedo escuchar cualquier disco viejo sin problema pero cuando me pongo un disco moderno, y aunque ese disco moderno me guste mucho, siempre hay algo en él que me pone nerviosa, como si se me pusiera alrededor del cuello, y eso me hace no querer escucharlo. Pero es que los discos no han de sonar altos, ¡se supone que tú has de subirles el volumen!
Parte del encanto de ‘Trouble In Paradise’ son sus oscuras referencias. Has citado entre sus influencias ‘Heartbeat‘ de Taana Gardner o ‘Love Me Tonight‘ de Fern Kinney. Además, has publicado recientemente en Twitter audios de Gwen McRae y Coachouse Rhythm Section, que son artistas que la gente mayoritariamente ya no recuerda. ¿Pasas mucho tiempo tratando de descubrir música desconocida que crees pueda influir tu sonido?
Sí, es cierto que paso mucho tiempo descubriendo música vieja. Precisamente, algo a lo que he dado muchas vueltas últimamente es a por qué apenas escucho música actual, y la conclusión a la que he llegado es que la música vieja que escucho suena imperfecta y sin pulir, y eso me gusta porque es algo que logra capturar la energía y la magia de la actuación y del estudio en el momento concreto de su grabación. Creo que los discos viejos consiguen eso porque, con tal de que tuvieran esa energía, no se hacían con la intención de que fueran perfectos.