El problema del film es el desequilibrio. La parte de los sesenta es tan palpitante que eclipsa la trama de los ochenta. Ahí manda la música y la construcción del mito, envueltos en una cuidada dirección artística que mima hasta el último detalle. Pohlad sabe transmitir la pasión de su protagonista por el pop perfecto y consigue los momentos más emocionantes cuando Brian empieza a tejer el tapiz instrumental que sustentará ‘Pet Sounds’. En comparación, la trama de 1985 palidece, cae en el maniqueísmo y es demasiado esclava del tópico argumento de chiflado encantador pero extraviado al que salva el amor incondicional de una mujer abnegada. Un Paul Giamatti pasadísimo de rosca como el supervillano Landy tampoco ayuda demasiado.
‘Love & Mercy’ es una película que los fans de Brian Wilson disfrutarán enormemente, a pesar de que suaviza muchísimo algunos aspectos, especialmente el activo papel que su familia tuvo en su declive (la reacción contra ‘Pet Sounds’ fue mucho más furibunda que la que muestra el film). Pero hay algo mágico en asomarse a su mundo creativo de los sesenta, a los espacios míticos donde construyó su magia. Sin embargo, me temo que los legos se perderán, puesto que falta información que sitúe mejor a los personajes y su relación respecto a Brian. Como si Pohlad admitiera que su película va destinada exclusivamente a los admiradores del genio californiano. Los que vayan con mapa gozarán. Al resto, es posible que les resulte abstrusa. 5,7.