Pero algo no encaja: 1) los vecinos hablan maravillas del criminal, y 2) los vecinos no son actores ni están interpretando un papel. De esta manera, una ficción basada en el caso del asesino tejano Bernie Tiede -un subdirector de una funeraria que mató a la viuda más rica (y odiada) de Carthage y la escondió en el congelador de su casa-, se transforma en otra cosa, en algo así como un docudrama cómico con testimonios reales.
Pero hay más. Los límites entre el cine y la vida no terminan ahí. Después del estreno de la película, una abogada de Austin, fascinada por el personaje, se ofreció a revisar el caso. Linklater y el protagonista, Jack Black (quien consiguió una merecidísima nominación a los Globos de Oro por este papel), financiaron la defensa.
El resultado fue sorprendente. El asesino, condenado a cadena perpetua, fue puesto en libertad en 2014 después de que la abogada descubriera que éste había sufrido abusos sexuales durante la infancia y que el trauma que le causó influyera de forma decisiva en el homicidio. Lo más curioso de la sentencia fue la condición que puso el juez para dejarle en libertad: debía vivir durante unos meses en el garaje-vivienda de Linklater para ayudarle a su reinserción en la sociedad. El director aceptó encantado.
No sé si de esta convivencia saldrá otra película, una secuela -¡ojalá!-, pero sí de que ‘Bernie’ es, como ha dicho el propio cineasta, el particular ‘Fargo’ de Linklater. Una mirada humorística, costumbrista, estupefacta y muy cariñosa sobre un hombre, un crimen y un pueblo de Texas. Es como si el adorable Ned Flanders matara al odioso señor Burns: un dilema moral difícil de resolver. 8.