Clásicos Que Nunca Lo Fueron: ‘Invincible Summer’ de k.d. lang

Título: ‘Invincible Summer’
Artista: k.d. lang
Sello: Warner Bros. (2000)

“A love letter to California”. Fue la frase más repetida por k.d. lang en las entrevistas de aquel año cuando le preguntaban por este disco, de cuyo lanzamiento este verano se cumple el 15 aniversario. Fue el 21 de junio de 2000, una fecha apropiadísima para uno de los grandes -y olvidados- álbumes del verano de la historia del pop.

La materialización del concepto le vino a k.d. leyendo a Albert Camus. En su diario de viaje ‘L’été’ (1954) aparece la frase “en las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible”, en la que la canadiense vio el potencial para un gran título. Pero para entonces su disco más optimista ya llevaba bullendo en su interior casi un año. Después de cuatro años de relación estable con Leisha Hailey (cantante de un grupo alternativo de poca repercusión, The Murmurs) había abandonado definitivamente Canadá y se había mudado a California. Tan feliz momento había coincidido en el tiempo con un período de respiro tras años de presión mediática a propósito de su salida del armario y de polémicas como la de su campaña en contra de la industria cárnica. Pero además había llegado a una conclusión en el plano artístico recientemente, según explicaba en las entrevistas promocionales: “temía no poder crear si no había dolor, y que mi música tenía que ser acorde a eso. (…) Pero llegué a un punto en el que me dije ‘¿sabes qué? Me encanta la música pop. ¿A quién intento engañar? Si te gusta como oyente, ¿por qué no puedes hacerla como cantante?’ Y entonces me enamoré de la vida y acepté que me gusta la música pop”.

Madonna, que había grabado ‘Ray Of Light’ en 1998 con William Orbit, le habló de Damian LeGassick, un colaborador de Orbit que empezaba a despuntar como productor. A k.d. le atrajo la idea de dar a su música una pátina de suave electrónica y también el hecho de trabajar con un productor británico, una nacionalidad en la que siempre había visto una sensibilidad especial por la melodía. La alianza dio como resultado en un entendimiento total: k.d. traía ideas inspiradas en el pop californiano clásico, los Mamas And The Papas, las composiciones de Burt Bacharach, o las cintas de Percy Faith de su padre cuando era niña (las orquestaciones de ‘A Summer Place’, por ejemplo, son una clara influencia estética y melódica de ‘Invincible Summer’), y LeGassick resultó ser un magnífico arreglista de orquesta como veremos.

Pocos discos comienzan con dos ganchos tan grandes como las dos primeras canciones de este Verano Invencible. Los primeros compases de ‘The Consequences Of Falling’ (beats, bajo serpenteante) sorprendían en aquel lejano 2000 por su deje levemente trip hop, orquesta incluída, pero la llegada de la voz de k.d. segundos después resituaba instantáneamente a la canción, arrastrando a la orquesta hacia una canción de hechuras muy clásicas, con hermosísima melodía y secuencia de acordes. Sin embargo el recubrimiento “moderno” con sus beats, blips y burbujeos sintéticos funciona muy bien por debajo de los pianos eléctricos, las orquestas y los siempre brillantes coros.

Una maravilla con un eco muy especial en la voz: más que nunca, k.d. sonaba a Dusty Springfield. Esa caída y vibrato en la última nota de “is it you calling” no dejan lugar a equívocos, confirmados por lang en sus entrevistas de la época, en las que hablaba del impacto de la muerte de Dusty el año anterior y lo mucho que había escuchado la recopilación del sello Decca. La continuación, como comentábamos antes, es brillante: ‘Summerfling’ también siguió como single al lanzamiento de ‘The Consequences Of Falling’, con su sonido optimista, como una brisa de verano tan agradable y breve como ese romance de verano al que alude el título. Un ritmo upbeat a base de escobillas, armonías beachboyeras, orquestaciones juguetonas, guitarras con vibrato, órganos Hammond… el pop enamorado de la vida del que hablaba k.d.: “temprano por la mañana, mediados de julio / la anticipación me da subidón / el olor del domingo en nuestro pelo / corrimos por la playa con una clase propia de los Kennedy”.

El estribillo confirma el enamoramiento: “Dulce quemadura por el sol, y viento de verano / Y tú, mi nuevo descubrimiento, mi romance de verano / Reíamos, oh, cómo nos reíamos de todo / Y así fingíamos que el romance veraniego no tendría fin”. El vídeo oficial de la canción, al igual que las entrevistas promocionales y fotos mostraban a una k.d. que había cambiado sus estilismos más masculinos por “hoodies” y ropa cómoda.

Suddenly’, en su regreso a ritmos loopeados, explora a nivel melódico la vertiente más Dionne Warwick con sus respuestas de trompeta (procesada con filtros, eso sí) tan Burt Bacharach. Una composición brillante en un estilo en el que k.d., que siempre ha sido una magnífica crooneresa, se encuentra muy cómoda.

It’s Happening With You’ es un curioso experimento de estrofas rockeras, estribillos de beats orquestados que recuerdan a Jamiroquai y un puente con mandolinas. La cosa suena mejor que lo que pueda parecer por la descripción, sobre todo gracias a la voz de k.d., que en menos de tres minutos nos ha conducido a otra excelente canción, ‘Extraordinary Thing

’, entre el pop de las FM en los años 2000 y el pop californiano clásico. El estribillo con apoyo orquestal funciona a las mil maravillas en ese contexto de verano eufórico que impregna todo el disco (portada incluída, por cierto). No es nada fácil escribir un estribillo laudatorio sin que resulte cursi, pero k.d. lo consigue: “Algo extraordinario / Eres verdaderamente algo extraordinario / Mi transcurso ordinario, predecible y plano / Ya no es el mismo desde que entraste a ritmo de vals…”. Respecto a esto, k.d. comentaba por aquel entonces “La felicidad tiene muy mala reputación, y creo que la despreciamos considerándola cursi, o hueca, trivial, pero no entiendo por qué. Creo que es igual de legítima”.

‘Love’s Great Ocean’ supone el brillante cierre de la cara A, una pieza de ritmo hipnótico, y elementos psicodélicos, con armonías y cambios de acordes un poco Beatles, guiños al country (lap steel), y esa “extraordinary thing” que es la voz cálida de k.d. en los medios tiempos melancólicos. El estribillo en escalada recuerda mucho también a Roy Orbison (con quien había colaborado en ‘Crying’ en 1987)

Acorde con la música, la letra es menos directa, más reflexiva, aunque sigue con la temática de ese nuevo amor: “el gran océano del amor / cayó fuertemente sobre mí / inundándome de posibilidades. Arrástrame, ola eterna, arrástrame y prometo comportarme”.

La cara B tiene una primera parte más pausada, comenzando con la pieza que lo abre: ‘Simple’ es una preciosa pieza de arreglos mínimos que no llega a los tres minutos. Es una de las melodías más exquisitas e interesantes del disco, rodeada de sutilísimas guitarras, batería con escobillas y piano. k.d. canta a lo sencillo que es el amor en una época de olvido, refiriéndose quizá a la calma mediática de esa época de su vida (“me siento calmada en el olvido, más calmada que nunca”).

La sigue ‘What Better Said’, que retoma ese pulso fusionador de andamiajes tecno-light y recubrimiento retro que domina el álbum: ritmo “baggy” y más burbujeo sintético con topping de orquestas 60s y la voz clásica, eterna de k.d. en una balada que es no tan Bacharach, sino más últimos 90, y de nuevo con inspirada melodía.

La llegada de ‘When We Collide’ eleva el nivel de la cara B, un medio tiempo que está a la altura exuberante de ‘Summerfling’ y ‘The Consequences Of Falling’. El pausado comienzo (“estoy flotando en un mundo en el que quiero estar”) desemboca en un estribillo precioso, que suena a pop retro orquestado, y que expresa a la perfección esa euforia contenida de la colisión del amor (“when we collide / A universe of stars fill our eyes”).

La voz de k.d. vuelve, en esos estribillos, a la tesitura que tanto recuerda a Dusty, envuelta perfectamente en el bello arreglo de LeGassick.

El disco se cierra con las dos únicas composiciones exclusivas de k.d.: ‘Curiosity’, de bonita melodía y armonías vocales, y quizá la de arreglos más experimentales, al menos en la introducción: comienza con beats y un arpegio de sonido casi chiptune. La letra expresa el placer y el peligro que acarrea la curiosidad (en el amor, se entiende): “disfrutar bajo el sol es peligroso y divertido”.

‘Only Love’, con su ritmo trip hop orquestado y guitarras con trémolo, concluye muy bellamente el álbum, y supone además un cierre melancólico, con la elegancia de una “torch song” de los 60. Sin ser una canción de desamor, apunta a la fragilidad del amor (“sólo el amor te puede derribar / y sólo el amor te puede volver a poner de pie”), aceptada con mensaje estoicista (“no hay mucho que puedas hacer / simplemente intenta dejarte llevar por él”).

Su tono más ocre lo convierte en la conclusión perfecta, como guiñando a la antigua y más taciturna k.d., como si este sueño veraniego tocase lentamente a su fin, pero con tiempo todavía para celebrarlo con una melodía tan bonita. Y como si el destino le diese la razón, no pasaron muchos meses hasta que llegó la ruptura con Leisha, desgraciadamente.

Algunas de las críticas del momento (las más retrógradas) sostenían que esta ‘Only Love’ era la mejor pieza del disco, por no contener prácticamente electrónica. Sin embargo para mí es todo lo contrario. El disco, quince años después, ha obtenido ya una nostálgica capa de “techno-lite” vintage que la hace sonar muy años dosmil, como otras producciones de la época de Damian leGassick para Sophie Ellis-Bextor o Rachel Stevens. En ‘Invincible Summer’ además esos elementos modernos se fusionan a las mil maravillas con su lado clásico (orquestas, pianos eléctricos) y sobre todo con la voz (las voces) de k.d. La cantante canadiense describió el disco como “un ejercicio retro”, y tiene algo de entrañable que un disco retro de principios de siglo se construyese así, con una relajación ecléctica tan alejada de la precisión geek de la actualidad. Pop de la era uber-digital antes de la culpabilidad y propósito de enmienda analógicos. Un disco que grabado hoy en día habría sonado sin duda más convincentemente vintage, pero al que seguramente le faltaría esa indiscutible personalidad tan años 2000.

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Publicado por
Jaime Cristóbal
Tags: k.d. lang