¿Por qué hay que seguir amando ‘Born To Run’ de Bruce Springsteen 40 años después?

Tal día como hoy un disco capital de la historia del rock’n’roll aterrizaba en las calles hace cuarenta años: se trata de ‘Born To Run’, el álbum que redefinió a Bruce Springsteen en una superestrella del rock por aquel entonces. De él se ha escrito todo lo habido y por haber durante décadas, pero teniendo presente la feliz efeméride, aquí van unos motivos por los que, aún hoy en día, el tercer trabajo de estudio del «Boss» con la E Street Band sigue siendo una obra igual de fascinante que inmortal.

Fue el disco que marcó un antes y un después en su carrera

Tras el fracaso comercial que supusieron en 1973 sus dos primeros largos, ‘Greetings From Asbury Park, N.J.’ y ‘The Wild, The Innocent & The E Street Shuffle’, pocos en el despacho del sello Columbia daban un céntimo por aquel joven de New Jersey que hizo de la poesía callejera su razón de ser. Las palabras que el periodista musical y poco después mánager de Springsteen Jon Landau le dedicó en 1974 en The Real Paper («El viernes en el Harvard Square Theater vi el pasado delante de mis ojos, pero vi algo más: vi el futuro del rock and roll, y su nombre es Bruce Springsteen») llegaron en el momento justo, provocando que el músico dejara de sentir la presión de verse valorado únicamente por su capacidad de generar beneficios para mutar en una especie de profeta, de salvador de la clase media trabajadora.

Meses antes de que el disco llegara a las tiendas el tema titular ya se pinchaba en las principales emisoras de radio, provocando que el público acudiera en masa a las tiendas de discos y se fueran de ahí con las manos vacías. La campaña promocional no había hecho más que arrancar, y esta vez sí que ninguno de los actores implicados tendría motivos para quejarse. Springsteen hasta entonces no era más que una promesa del rock venerada por un reducto de seguidores que habían disfrutado de él en vivo. No obstante, gracias a esta colección de canciones, su figura se vio engrandecida y admirada por el público mayoritario.

A pesar de la publicidad salvaje, no era un simple capricho de los medios

A sabiendas de lo que tenía entre manos, Columbia invirtió 250.000 dólares en la promoción del disco. Muchos por aquel entonces veían en Springsteen un mero hype pasajero del que el mundo pronto se olvidaría. Y más después de que en la semana del 27 de octubre acaparara las portadas tanto de Time como de Newsweek por expresa orden de Mike Appel, su primer mánager (Appel fue el iniciador de esa dinámica periodística que responde a “si no hay portada, no hay entrevista”).

Ante esta guerra de cabeceras, Newsweek al final decidió publicar un artículo en el que, más que del artista en sí, se habló del bombo publicitario que rodeaba a Bruce. Sin embargo, Time sí que apostó por el rockero, aunque el autor del reportaje, Jay Cocks, desde un principio dejó claro que Springsteen podía ser muchas cosas, aunque para nada algo “nuevo” teniendo en cuenta que antes de él estaban Sam Cooke, Elvis Presley, Buddy Holly, Roy Orbison o Bob Dylan.

Pese a ese debate que le envolvía (cuya responsable era su propia discográfica, ya que el artista se negó en rotundo a que se usaran, por ejemplo, las aduladoras palabras de Landau como reclamo mercadotécnico en los carteles de sus conciertos), ‘Born To Run’ vendió 700.000 copias en sus dos primeros meses y en tiempo récord se convirtió en el primer disco de platino de la música rock tras despachar un millón de copias en EE UU.

Pudiéndose aprovechar de su incipiente fama, Springsteen además decidió actuar sólo en pequeños teatros (históricas fueron las diez fechas en el Bottom Line de Nueva York o su concierto en el Hammersmith Odeon de Londres en noviembre de 1975), creando desde entonces una comunidad perpetua con su público. Tal como Cocks escribió en Time: “Ni es sentimental ni superficial. Su música es primaria, en contacto directo con todos los impulsos de humor salvaje y de melancolía oblicua, de tragedia callejera y anarquía descarada que ha hecho del rock la voz característica de una generación”.

Llegó en el momento adecuado

Si hay algún disco de rock’n’roll del que se pueda decir que había necesidad de él en un tiempo y lugar concretos, ese fue ‘Born To Run’ en los Estados Unidos de mediados de los setenta. El espíritu libertario de los sesenta por aquel entonces ya era un mero recuerdo del pasado, y el país por entonces se encontraba en una crisis de valores en pleno post-Watergate y post-Vietnam.

La salvaje subida del precio del petróleo tras la guerra del Yom Kippur, asimismo, hizo que todo el país viviera en una recesión galopante y que la esperanza de un futuro mejor fuera algo cuanto menos utópico. Y, para más inri, el rock’n’roll había perdido gran parte de su frescura y la prensa únicamente se dejaba impresionar por la vertiente travesti del glam rock, el sesudo rock progresivo y el hedonismo de la música disco, abrazando esta última la exclusividad de las zonas VIP del Studio 54 y el Xenon, más que defender la paridad entre clases sociales.

Sin duda, el país necesitaba un narrador que, ante ese presente tan gris, llenara de esperanza una cotidianeidad difícil de sobrellevar.

Ofreció las letras que el público necesitaba

Los coches, los sueños, el amor, el peligro y la huida, todos ellos temas recurrentes del rock’n’roll, son la base sobre la que se vertebra ‘Born To Run’. Sin embargo, a mediados de los setenta, ese mensaje cobraba una nueva dimensión. Aunque desde sus inicios fueron temas recurrentes de su por entonces corta discografía, Bruce Springsteen en su tercera obra dio un gran salto cualitativo derrochando una madurez y una empatía en las letras que conectaron estupendamente con aquellos que sentían en sus carnes que sus aspiraciones en la vida se habían esfumado por completo tras acabar el instituto y recibir su primera nómina.

‘Born To Run’ sigue siendo una obra igual de poderosa que el primer día gracias al rechazo que sus protagonistas muestran a la hora de aceptar su destino y a la predisposición que tienen de seguir luchando aunque sus sueños se marchiten. Tal como el propio Springsteen ha declarado en diversas ocasiones, este es un álbum que habla sobre el heroísmo no ensalzado de la vida cotidiana, una obra que mira al futuro con optimismo de forma desafiante. “Juntos, Wendy, podremos vivir con la tristeza. Yo te amo con toda la locura de mi alma. Oh, algún día, chica, no sé cuándo, vamos a llegar a ese lugar donde realmente queremos ir y vamos a caminar por el sol. Pero hasta entonces los vagabundos como nosotros, nena, hemos nacido para correr”, canta el estadounidense en el tema titular resumiendo a la perfección su intencionalidad.

Cuenta con himnos de ayer, hoy y siempre

Springsteen en aquel momento ya empezaba a ganarse la fama de ser un músico obsesivo que trabajaba las 24 horas del día sin descanso en busca de esa melodía que solamente residía en su cabeza. En su siguiente álbum, el también capital ‘Darkness On The Edge Of Town’, su perfeccionismo ya rozó cuotas dramáticas, pero ‘Born To Run’ no se quedó para nada corto. Por ejemplo, tras seis meses enclaustrados en el estudio, él y la E Street Band únicamente fueron capaces de completar la canción titular.

Pero lo llamativo de esto es que, tirando de archivo, el propio Springsteen llegó a decir que, poco antes de que llegara el ultimísimo plazo de entrega a Columbia, detestaba todo lo que había grabado hasta entonces. Al final fue el propio Jon Landau el que le animó a seguir adelante diciéndole “¿tú crees que Chuck Berry se sienta a escuchar ‘Maybellene’? ¿No crees que, cuando la escucha, él desearía poder cambiar algunas cosas?”, así que a él le debemos que el disco viera la luz a tiempo.

Compuesto con el piano, sin usar ninguna guitarra en su fase elemental, Springsteen creó un muro de sonido a lo Phil Spector para desarrollar esta epopeya musicada que abría cada cara con una oda escapista (‘Thunder Road’ y ‘Born To Run’) y cerraba con sus particulares narraciones de pérdida y derrota (ahí están ‘Backstreets’ y ‘Jungleland’). Aunque lo más mágico de todo esto es comprobar cómo la totalidad del álbum sigue siendo no sólo esencial en cualquier concierto del «Boss», sino también en cualquier estantería de todo buen coleccionista que se precie.

Las introducciones instrumentales de casi todo su tracklist, la bellísima sobreproducción de la que hace gala (‘Jungleland’ con sus casi diez minutazos de duración y ese solo de saxo de esa bestia parda que fue Clarence Clemons deberían ser estudiados por cualquier artista que haga de la épica su razón de ser) y el mensaje esperanzador que destila de principio a fin hacen de ‘Born To Run’ una obra capital a la que agarrarse siempre. Feliz cumpleaños.

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Publicado por
Sergio del Amo