Pxxr Gvng / Los Pobres

Renuncio a hacer una digresión sobre lo que supone ‘Los Pobres’ para lo que conocemos como rap español porque, en realidad, Pxxr Gvng tiene poco que ver con esa etiqueta. Como un signo de los tiempos, a diferencia del grueso de jóvenes raperos surgidos en el underground nacional en la última década, esta crew radicada en Barcelona no tiene como referentes a CPV, SFDK, Violadores, etc. Se cagan en Wu-Tang Clan, en Lil Wayne y en Drake. No miran atrás y simplemente emulan lo que les gusta, el trap de Future, Young Thug o 2 Chainz, lo fagocitan y lo escupen mezclado con otras vetas que subyacen en su formación: reggaeton, flamenco y marginalidad made-in-Spain.

Eso, al margen de las futiles y aburridas rivalidades con otras crews emergentes (el beefeo), les valdrá el rechazo de buena parte de los canónicos tótems de la escena del rap estatal (lo cual excluye, de momento, a La Mala). Es ruido, no saben rapear, no es poesía. No debe sorprender a nadie. Como ocurría con Camarón de la Isla, que sí es uno de sus claros y explícitos referentes (queda claro en ‘Como el agua’), la vieja guardia se resiste a aceptar a quien pretende sacudir convenciones y rechaza que la conocida sea la única vía. Y poco importa porque, estilos aparte, la realidad es que Yung Beef, D. Gómez, Khaled y Steve Lean ya han logrado conectar como pocos (¿nadie?) lo han hecho (sus conciertos/fiesta congregan a miles de chavales, sus vídeos cuentan las visualizaciones por centenares de miles) con una jovencísima, deprimida y heterogénea generación que, hasta este momento, permanecía fuera de foco para el pasmo generalizado.

Insisto en ver en el fenómeno Pxxr Gvng una revolución semejante a la vivida en España a finales de los 70 y primeros 80 con la kinkixploitation y sus abanderados, Los Chichos. Tres gitanos que se amparaban en una vuelta de tuerca a la rumba para erigirse en voz de una juventud que a duras penas subsistía entre drogas, delincuencia y violencia (Yung Beef es el Jero de nuestros tiempos). Chichos se popularizaron a través de la venta de cassettes pirata con sus canciones en los mercadillos, y Los Pobres, a través de un torrente inabarcable de vídeos de Youtube. También, como los autores de ‘Amor de compra y venta’ (aunque aseguran que simplemente han licenciado este disco a Sony, pero no hay contrato y conservan su independencia a todos los efectos), han sucumbido a los cantos de sirena de la industria discográfica para publicar su primer disco al uso, con el claro y único objetivo de «subir de nivel» y, obviamente, forrarse hasta que «les duelan las muñecas de contar dinero».

‘Los Pobres’ es ese disco, y comienza con una declaración de intenciones en boca, entre calada y calada al joint, de Yung Beef: sobre un órgano solemne, asegura en un speech que «se van a reír en honor de todos los esmayaícos» y que ya nunca más vamos a escuchar la palabra «pobres» y «seguir durmiendo tranquilos». Quizá no sea para tanto, no lo sé, pero que han cambiado algunas reglas del juego, desde luego que sí. Y este álbum es algo así como una instantánea, un certificado que da fe de este momento que, tiempo al tiempo, está llamado a sacudir el panorama del pop nacional y que podría alterar para siempre la perspectiva de todo el sector cultural del país hacia, sí, los pobres.

Al margen de su innegable magnetismo estético, que les hace parecer una especie de anti-boy band, es difícil precisar cuál es la clave que diferencia a Pxxr Gvng de otros competidores. No son (ni quieren serlo) los mejores poetas, ni tampoco los más pulcros ni comprometidos. Siempre en los límites del sexismo (aunque son las ratchets

las que les buscan a ellos, ojo), sus topics se centran en ponerse hasta el ojete de todo, follar aún más (con o sin amor), en ser más malos y auténticos que los demás (un clásico), y conseguir toda la panoja que les sea posible (antes, trapicheando; ahora, por medio de la música) «para quemarlo» y compartirlo con los suyos. Sin embargo, como por arte de magia, deslumbran y enganchan, usando un ágil, atractivo, léxico policultural en temas realmente magnéticos, con versos certeros que ni sermonean ni adoctrinan, simplemente muestran su realidad, por fea que pueda resultar a veces. Una actitud fresca, irreverente, desafiante y hasta divertida (el abuso del autotune es casi paródico). Por todo eso, «las yiyis mueven el chocho con los 808», como cantan en una cachonda ‘Cigala‘ que sitúa al cantaor como héroe, más por su capacidad para festejar que por su cante.

Juntos, el flow efervescente y (aparentemente) fuera de control de Yung Beef (diría que es el talento más innato del combo); la contundencia y velocidad, con marcado acento magrebí, de Khaled; y el autotuneado y narcótico (ron)roneo melódico del guaperas D. Gómez, no es que sumen, sino que se multiplican. Y la clave, probablemente, está en que sus poderes se activan a través del indiscutible genio del productor Steve Lean, arquitecto sonoro que vertebra al grupo con unas bases inconmensurables de trap 2.0., con bombos arrastrados, bien profundos, hi-hats disparados a ritmo de Uzi y unos sintes piradísimos, no muy lejanos de PC Music y aledaños. Lean no tiene que envidiar al nivel de sus referentes (hay cortes verdaderamente espectaculares, como ‘Pxxr Brother’) porque, de hecho, la producción ha sido supervisada por el mismísimo Southside de 808 Mafia, el seminal colectivo de Atlanta al que pertenece Steve. ‘Los Pobres’, al margen de cortes destacados como los singles ‘Tu coño es mi droga‘ y ‘Como el agua‘, y otros ya conocidos pero no editados oficialmente como ‘Ex-Drugdealer’ o ‘Pxxrin’, destaca por su intachable solidez (la de su primer tercio, con ‘Pobres’, ‘Cambios’ y ‘Perdóname Dios’ es brutal), por la sensación de conjunto rocoso y afilado en el que no sobra casi nada (‘La familia’, un homenaje a sus pirris, y ‘Cantando dinero’ no tienen la fuerza del resto).

‘Los Pobres’ destila su esencia más trap, su registro más «serio», y en aras de esa coherencia deja por el camino parte de la efervescencia y la frescura que aporta esa heterodoxia estilística que despliegan en sus mixtapes o en su exitoso álter-ego reggaetonero, La Mafia del Amor. Como carta de presentación es intachable y, lo mejor, es que se intuye como una pica en Flandes que, ojalá, abrirá camino para que otros nombres irrumpan y la escena crezca. Pero Pxxr Gvng no empiezan ni acaban con ‘Los Pobres’. Seguirán lanzando una cantidad inabarcable de temas y mixtapes, y seguirán llenando salas, que cada vez serán más grandes. Y lo van a hacer tanto si siguen ocupando páginas de la prensa generalista y engrosando festivales de público (en principio) no afín, como si no. Los Pobres nos han abierto una puerta a un planeta de pirris, goofies, goonies, bitchis, snitchis, raxets, suaj, flexin y joseo, que por lejano que parezca está a la vuelta de la esquina, queramos verlo o no. Cada uno decide si abrir los ojos o mirar a otro lado, pero esta vez la revolución tampoco será televisada.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Tu coño es mi droga’, ‘Pobres’, ‘Pxxr Brother’, ‘Como el agua’, ‘Cambios’
Te gustará si te gusta: Young Thug, Future, Chichos.
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Raúl Guillén