‘La visita’: abuelito dime tú…

A veces para volver a encontrar el camino solo es necesario parar, dar unos pasos atrás y volver al principio. Por eso cuando M. Night Shyamalan hace uso de su ya característico «giro final» en ‘La visita’ no te enfadas, porque eso significa que el director que te conquistó hace años ha regresado con un «menos es más» bastante efectivo.

Tirando del recurso del metraje encontrado (o del falso documental, como él mismo nos explicaba en una entrevista), Shyamalan confirma que ha entendido que para meterse al público en el bolsillo no necesitaba enfrascarse en carísimas aventuras sobrenaturales que rizaban el rizo. Que lo realmente terrorífico está aquí al lado, en lo cotidiano, y que nada nos da más miedo que no saber qué ocurre en el entorno que controlamos.

Quizás es por eso por lo que al revelarnos el motivo del extraño comportamiento de esos abuelos con sus nietos la película se convierte en una comedia voluntaria que baja un poco el nivel de la experiencia. Y no es que el humor no haya estado presente a lo largo de todo el metraje, sino que el cambio de género, así de repente, choca.

Así y todo, el balance final cuando sales del cine es satisfactorio. Es verdad que se queda lejos de alcanzar la efectividad de sus primeras películas, pero estoy seguro de que de ser otro el director estaríamos escuchando ahora mismo muchas cosas buenas de esta cinta. Así que acepta un consejo, olvida todo, incluso lo repelentes que son los niños protagonistas, y déjate llevar. Mejor dicho, olvida todo menos el odio que esos chavales te provocan. Así disfrutarás mucho más lo que les pasa. Ahí está la verdadera gracia. 6,5.

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Publicado por
Claudio M. de Prado