La cosa comienza bastante bien, con Lydon enfadado en ‘Double Trouble’, escupiendo por encima de una guitarra oxidada y un estribillo que casi llega a terrenos de los Strokes. John también parece divertirse imitando al Bowie de la era ‘Let’s Dance’ en ‘Bettie Page’, sátira sobre Estados Unidos. Pero enseguida el disco se llena de momentos inanes y excesivamente alargados, como ‘C’est La Vie’, derroche de verborrea mal digerida (y mal dirigida). Recupera el pulso en la enérgica ‘Spice Of Choice’, altamente pegadiza, en el que los airecillos grunge acelerados se mezclan, otra vez, con los efluvios del Bowie de los ochenta. O ‘The One’, simpático reggae-pop regado con los habituales desvaríos de nuestro protagonista. Aunque para desvarío, ese ‘Big Blue Sky’ que casi se convierte en un baladón AOR interpretado por Nick Cave.
Pocas buenas sorpresas más. Quizás ‘Whole Life Time’ resulte entretenida, con esa pinta que remite a los U2 de ‘Zooropa’, o ‘I’m Not Satisfied’ se gane las lentejas con su aspecto amenazante y machacón, capaz de elevarse por encima de unos coros, una batería electrónica y un minutaje que la desmerecen. Pero el disco no logra remontar el vuelo, ni con su esforzado tema final, ‘Shoom’, a pesar de sus aires a lo Prodigy y su estribillo marcial. Al menos, Lydon te aclara que lo que el mundo necesita ahora es otro… ‘¡Que te follen!’ (‘Fuck off!’). Pues eso. Entrañable. Pero poco original.
Calificación: 5,2/10
Lo mejor: ‘Double Trouble’, ‘Spice Of Choice’, ‘The One’
Te gustará si: Eres fan de John Lydon y/o las sonoridades dance-rock de mediados de los noventa (de Garbage a Prodigy y derivados).
Escúchalo: Deezer