Robert Forster / Songs To Play

‘Songs To Play’ es el perfecto ejemplo de que siete años de espera pueden merecer la pena. El disco anterior de Robert Forster (‘The Evangelist’) significó el regreso a su carrera en solitario (forzoso, debido a la muerte del otro Go-Between, Grant McLennan), pero a pesar de ser un gran álbum tenía un inevitable aire de puerta pendiente de cerrar, un disco que idealmente habría grabado con su compañero desaparecido. Quedaba pues por ver cómo retomaría un Forster de cincuenta y tantos años el sendero interrumpido en 1996 con aquel brillante ‘Warm Nights’. Curiosamente, en el entrañable y humorístico avance en vídeo de este nuevo álbum conocimos que uno de los títulos que (más o menos en broma) se habían barajado era ‘Warm Nights 2’. Ciertamente, algo de su singularidad se puede escuchar en este nuevo disco, que en realidad lo supera sin esfuerzo y se sitúa prácticamente a la par de ‘Danger In The Past‘ como el mejor disco de su carrera.

Un halo artesanal y familiar rodea al álbum: artesanal porque además de contener diez canciones lentamente destiladas en el período 2006-2012 (recordemos que Forster siempre dijo que si escribe tres buenas canciones en un año ese es «un gran año»), está grabado con amor y tecnología completamente analógica en el Wild Mountain Sound Studio de Mount Nebo (Australia). Por cierto, coproducido por dos jóvenes miembros del grupo The John Steel Singers (fascinante momento de la historia éste en el que los veteranos recurren a músicos más jóvenes para recuperar sonidos orgánicos). Y familiar porque es el disco en el que más ha involucrado a su familia, desde esa preciosa portada con foto de Loretta Forster (su hija de catorce años) o la guitarra invitada de su hijo Louis (atención a su muy prometedor grupo The Goon Saxes) hasta -muy especialmente- la participación de su mujer, Karin Bäumler, a cargo de voces y violín.

Así pues, con esos nuevos aliados de dentro y fuera de casa, y con tiempo para pulir y descartar, Forster ha creado algo extraordinario, diez canciones llenas de hallazgos temáticos, melódicos, musicales. Esa es en realidad la gran noticia una vez descrito el recubrimiento: la musa de Robert Forster resplandece con más fuerza y más claridad que nunca, y si no ha habido disco antes ha sido por las circunstancias, una de las principales la preparación y documentación de la exhaustiva caja retrospectiva de los Go-Betweens (volumen 1). Pero en su interior bullían las ganas de volver a hacer música. La canción que abre el disco (‘Learn To Burn’) expresa esa urgencia magistralmente, un número de rock-no-rockero al estilo de la casa en el que se describe como un ser impaciente atrapado en la inactividad: «Así que aprendo a quemar usando menos combustible / pero eso significa que tengo que apagar lo que me mantiene vivo». Como comienzo de disco está a la altura de aquel brillante ‘I Can Do’ de ‘Warm Nights’, abriendo la cara A a otras cuatro absolutas maravillas. ‘Let me Imagine You’, elegida como primer single, es un clásico instantáneo, una perla que contiene como en un perfecto resumen todo lo que hace a Forster y a este disco grandes: canciones que suenan como una vaporosa melodía, leve, inexistente casi, pero que a la tercera y cuarta escucha descubres que han conquistado tu corazón troyesca e inesperadamente. Letras brillantes, con humor e incisión (ese «please don’t twitter, let me imagine you» que resume el espíritu añorante de la canción está entre los mejores versos de pop del año). Arreglos que parecen triviales, simples, y que conforme oyes más y más se revelan perfectos, esenciales.

A veces no hace falta ni ese proceso: maravillas como ‘Songwriters On The Run’ son un balazo directo al corazón desde la primera escucha. Forster en modo narrativo, con una de las melodías más redondas y melancólicas de su carrera, alcanzando nuevas cotas de sofisticación mientras canta a delicioso dúo con Karin. Imaginarse a Forster fabulando sobre él y Grant, escribiendo esta canción en la que escapan de una cárcel y sobreviven como pueden sólo con sus canciones, es a partes iguales triste y hermoso. «And they had their songs to play»…

La cara A se redondea con la hermosa, circular e hipnótica ‘And I Knew’ (una de esas raras canciones puramente de amor de Robert) y con la gran ‘A Poet Walks’, Forster en resplandeciente modo épico: una cascada de imágenes alegóricas al más puro estilo Dylan-vía-Brisbane, y a ritmo (y trompeta) de pasodoble-vía-Bryan McLean.

La segunda mitad del disco revela nuevos prodigios. Se abre con otra piedra preciosa de pop: ‘I’m So Happy’ es todo euforia sofisticada, arreglos llenos de gusto (cuerdas, órgano, segundas guitarras espléndidas) y hasta acordes que Forster no había usado nunca… ¡y una modulación!

La calidad no baja ni un solo momento, y hasta cuando las canciones suenan como pequeños homenajes a viejos hits de la historia del pop, acaban convenciendo. Si la melodía de la tropical ‘Love Is Where It Is’ es muy similar a la de ‘Light My Fire’, por ejemplo, el lugar al que conduce a la canción y el encanto innato del tema tratado (revelaciones sutiles sobre la vida cotidiana de él y su pareja) la validan completamente (con la ayuda de más voces espléndidas de Karin y arreglos igualmente brillantes). De forma similar, ‘I Love Myself (And I Always Have)’ puede recordar a un ‘Walk On The Wild Side’ cantado por Jonathan Richman, pero esa letra de autoafirmación nada irónica vence y seduce completamente: «Me amo y siempre ha sido así / me tengo en alta estima / amarse a uno mismo no debería ser tan difícil». La coda en clave country es la guinda que redondea otro tema genial.

El final del disco alterna gozo y oscuridad: ‘Turn On The Rain’ es otro tema a añadir al corpus de “canciones sobre la lluvia” del autor, y está a la altura compositiva de cualquiera de ellas, con ese bellísimo arpegio-riff tan Go-Betweens, y esa portentosa secuencia descendente de acordes. La lluvia siempre como algo positivo en el universo Forster: “Caminamos por la ciudad / Éramos felices y hacía calor a la sombra / Y para redondear el día / Sabía que había alguien que encendería la lluvia”. Que su ritmo estilo bayón le siente como un guante y no suene como el enésimo guiño al ‘Be My Baby’ de las Ronettes dice, con sutileza, mucho de lo bien armados que están los arreglos.

‘Disaster In Motion’ representa el impresionante cierre, y es casi como una reconstrucción de la mítica ‘Bachelor Kisses’, pero empujada al lado oscuro – comienza con los mismos acordes, tocados igualmente estilo «damp», pero enseguida cambian y una neblina amenazante y hermosa los recubre: la letra es como un relato de fragmentos acerca de un desastre que nunca acaba de precisarse. Pero incluso en tan ominoso escenario hay espacio para el comentario optimista, brillante («Good things happened / Good things too / Cathy got married to Emmylou» es simplemente genial).

Unos invisibles hilos de oro unen esta canción con los momentos más brillantes de la carrera de Robert Forster, como la mencionada ‘Bachelor Kisses’ o su otra pieza maestra de pop funesto, ‘Danger In The Past’. Todo ‘Songs To Play’, de hecho, ahonda sus raíces en lo más interesante de su obra pero a la vez extiende las ramas hacia nuevos cielos de los que llueven nuevas y maravillosas posibilidades para el futuro de la canción moderna de pop. Con genios como Forster está garantizado que seguirá habiendo «alguien que encienda la lluvia».

Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Songwriters On The Run’, ‘Let Me Imagine You’, ‘Turn On The Rain’, ‘I’m So Happy’, ‘Disaster In Motion’.
Te gustará si: eres fan de los Go-Betweens o Robert Forster, o no lo eres pero estás interesado en descubrir un artista de pop que podría cambiarte la vida.
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Jaime Cristóbal