Ryan Adams / 1989

Desde los primeros compases de ‘Welcome to New York’ está clarísima la misión en la que Ryan Adams se embarcó el pasado mes de agosto para curiosidad y regocijo de propios y extraños, Taylor Swift incluida: traspasar 1989 a 1984, mover el disco original de sus cimientos de electropop comercial ochentero a algo que corría paralelo en los «charts» de aquella década: el rock americano comercial. Básicamente, Springsteen meets Swift, porque ese primer corte no oculta su inspiración en su sonido acústico de aquellos años. Cuando unas cuantas canciones después suena ‘Shake it Off’ parece casi casi un mashup de esa canción y ‘I’m On Fire’. No es sólo el ritmo, o la forma de cantar al más puro estilo del «Boss», es que hasta el eco de la voz está calculadamente calcado. Un ejercicio metamusical que podía haberse quedado en ocurrencia de esas que acaban aburriendo y que sin embargo resulta una obra que se sostiene.

Y lo hace porque el objetivo último de Adams, no cabe duda, era probar empíricamente que ‘1989’ (el de Taylor) es un disco con grandísimas canciones. Tan grandes que soportan relecturas en otros lenguajes musicales. ¿Cómo si no se iba a embarcar en la ardua labor de grabar el disco completo? Lo refrescante del asunto es que tras dos décadas de -a veces agotadoras- versiones «indies» de canciones comerciales, Adams se ha decidido a conducirlo en otra dirección y hacer un disco potencialmente tan comercial como el original. Y al hacerlo así ha conseguido de paso desproveerlo de ese halo irónico y posmoderno tan habitual en este tipo de relecturas. El disco simplemente funciona. En unos casos por el lado acústico-preciosista, demostrando (como ya señaló el gran Everett True en Collapse Board hace meses) que ‘Out of the Woods’ es una composición maravillosa, tal como prueba el desarmante vals country en el que se convierte aquí. En otros, directamente por el lado rockstar ochentas: ‘All You Had to Do Was Stay’ es lo más parecido que Ryan Adams ha hecho a -ejem- Bryan Adams, guitarras con distorsión y efecto chorus incluidas, y mira que últimamente se estaba acercando llamativamente

a su bestia negra de antaño.

La alternancia entre esos dos polos hace que la escucha del disco sea variada, con el atractivo añadido para fans de ‘1989’ de ir descubriendo qué enfoque ha decidido darle a cada canción. Si hay momentos en los que la naturaleza azucarada de la melodía original empuja el enfoque rockista de Adams hasta terrenos peligrosamente excesivos (en ‘I Wish You Would’ casi suena a John Farnham), la balanza se equilibra con delicias como ‘Wildest Dreams’, versión conducida por hermosas guitarras de doce cuerdas, que recuerdan a la mejor Aimee Mann (en chico). O con las melancólicas, trémulas guitarras de ‘I Know Places’, un buen ejemplo de una canción que con dos ritmos totalmente diferentes funciona igual de bien, cada una en su estilo.

En el lado acústico nada que reprochar, es un frente en el que Ryan Adams se defiende magistralmente (muy destacable por ejemplo esa ‘This Love’ a piano y voz). Precisamente, si hay algo que destacar como conclusión es que el autor se haya tomado la molestia de no hacer un disco de trece versiones acústicas y que se haya embarcado en una producción completa, dando como resultado un disco que quedará como una de las curiosidades más memorables de este 2015.

Calificación: 7,5/10

Lo mejor: ‘Out on the Woods’, ‘I Know Places’, ‘Wildest Dreams’.
Te gustará si: te gusta Ryan Adams, o si eres fan de ‘1989’ y te apetece oír las canciones con un enfoque totalmente diferente.
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Jaime Cristóbal