Antonio Luque (Sr Chinarro) aprovechaba para recordar a Vainica como «la cima del pop español», mientras Javier de La Buena Vida y Ama concluía: «nadie como ellas, ni antes ni hoy día». Nacho Vegas enlazaba ‘Coplas del iconoclasta enamorado’ y aseguraba que hace años cuando conoció al grupo en su vida «entró algo precioso». Christina Rosenvinge hacía una «profunda reverencia». Maronda o Copiloto se sumaban a las condolencias, si bien especialmente significativo era el mensaje de Luz Casal, después de que Vainica Doble le donaran una canción clave en su carrera, ‘Lo eres todo’. Luz llamaba a Gloria «genuina y bella» en su mensaje de despedida.
Hoy, más Vainica que nunca. No hay suficientes agradecimientos para tantos hermosos versos llenos de clarividencia y…
Posted by Pauline en la playa on Jueves, 22 de octubre de 2015
Aunque no se ha pronunciado, aprovechamos para recuperar este remix de John Talabot de la canción ‘Eso no lo manda nadie’.
Finalmente, os dejamos con la emocionante carta escrita por los hijos de Gloria, Ignacio, Laura, Álvaro y Diego de Cárdenas Van Aerssen-Beyeren:
«Estos últimos días de espera, como todos los hermanos hacen cuando el final de su madre está cerca, hemos estado recordando.
De repente te ves de pequeño, llegando a casa del colegio, entrar corriendo en el salón, mamá y la tía Mari Carmen con sus guitarras o al piano, el maravilloso Stainway de cola herencia de la tía Albertina, las dos componiendo los temas del primer LP y contándonos la historia de una ballena azul, de una niña llamada Mari Luz… Y paraban para merendar con nosotros en la cocina, pan y mantequilla, leche o té.
Y luego las fiestas en casa con su pandilla de amigos tan divertidos, para nosotros como si fueran de la familia. Con el tiempo supimos que esa familia de amigos hacía cosas maravillosas en el cine, la pintura, la música, el baile.
Todo empezó cuando conoció a la tía Mari Carmen en una parada de autobús. Estaba silbando Tanhauser y nuestra madre se acercó y se unió a ella silbando una segunda voz, y a partir de ese momento se hicieron inseparables, y más adelante formarían Vainica Doble.
Por aquel entonces nuestra madre estudiaba Bellas Artes, entró muy joven en la escuela de San Fernando con trece o catorce años. También bailaba y salía de gira internacional con la compañía de Pilar López, de la que su hermano era primer bailarín. Dejó de bailar cuando conoció a nuestro padre, un hombre con un sentido del humor maravilloso, muy divertido y pintor de gran talento.
A nuestra madre le gustaban muchas cosas que siempre compartía con nosotros. Veíamos películas de los hermanos Marx, de Lubitch, o de Billy Wilder; hacíamos tartas y galletas, nos enseñaba a Fra Angélico, Mantegna o Vermeer. Nos contagió su amor por los libros y siempre había cerca alguno de Conrad, Tolstoi o Galdós. Por supuesto la música fue su gran pasión, Bach, Schumann, Brahms, Falla, Stravinsky, los Rolling, Beatles, Traffic, Who…
Todo este batiburrillo, toda esta mezcla parecía y era natural. Nos enseñó a mirar y a escuchar con atención, a descubrir lo maravilloso en lo cotidiano, a rodearnos de belleza.
No le importaba que anduviésemos pisando charcos y llegáramos a casa llenos de barro. Todo este amor por las artes y las cosas bonitas de la vida nos las transmitió, y nosotros a nuestros hijos, sus queridos nietos, Clara, María, Juan, Paloma, Lola, Gonzalo e Ignacio.
Hemos aprendido que la música, la pintura, el cine, etc. te ayudan a disfrutar los buenos momentos y superar los malos. Nos ayudarán ahora a decir adiós a las meriendas, a los paseos, a las partidas de gin rummy, a los gin tónics, a las conversaciones disparatadas.
Siempre nos dijo que quería morir comida por un oso polar, tal y como hacían los esquimales en Los dientes del diablo. No hemos conseguido encontrar un oso, pero sí un hospital en medio de un bosque en Cercedilla, donde ha sido tratada con mucho cariño, y la han ayudado a morir sin sufrimiento.
«…era una noche obscura y tormentosa…»»