9.400 personas se dieron cita ayer en el BIME Live en su primera jornada. Lo hicieron de una manera escalonada y, de hecho, no fue hasta la salida de Stereophonics que el recinto dejó de parecer un desierto. Gracias a esa falta de interés del público por los primeros artistas en salir al escenario, las actuaciones se pudieron disfrutar en todo su esplendor y con una comodidad bastante poco habitual en este tipo de eventos.
El francés Gaspard Royant, que ya había pasado por el Dabadaba de Donosti, fue el encargado de inaugurar el Escenario Teatro desplegando los encantos de una banda que sonaba a gloria bendita y que cumplió de sobra con su misión de hacer suspirar a los nostálgicos del doo-wop y garage’n’roll de los 60. Gaspard bebe de Roy Orbison, Phil Spector, Otis Redding y la Stax para ofrecer unos temas absolutamente irresistibles como ‘Marty McFly’, ‘Europe’ o ‘The Woods’. «Sé que estáis aquí para follar. Escuchar música y descubrir grupos están bien pero es a follar a lo que habéis venido». Descubrimiento.
Mientras me dirigía al Escenario 2 para ver a Zola Jesus me dio tiempo a ver cómo Darwin Deez y sus músicos hacían una coreografía con Enya sonando de fondo -Ahá, lo juro- como colofón a su show. La autora del notable ‘Taiga‘ ofreció un concierto impecable. El batiburrillo de referencias -Björk/Grimes/Florence- que maneja en su puesta en escena y en sus composiciones deja un regusto a déjà vu que no sale ni a tiros pero el sonido era casi perfecto y las canciones de su último trabajo ganaron muchos enteros.
Al hijo de Mengele que se lo ocurrió hacer coincidir a Everything Everything con Benjamin Clementine deberían fustigarle sin piedad. Clementine, que puso al público en pie en varias ocasiones con su virtuosismo vocal y una propuesta escénica austera, hizo gala de una precisión quirúrgica para conseguir mejorar todavía más las canciones de su álbum. El autor de ‘At Least for Now» se hizo merecedor de un silencio absoluto en el Teatro que sólo se rompió para estallar en aplausos en los momentos álgidos. ‘Condolence’, ‘Cornerstone’, ‘Nemesis’ o ‘The People and I’ fueron las más celebradas pero todas estuvieron a la altura. Con la única ayuda de un percusionista y un manejo de la teatralidad apabullante, Benjamin Clementine se convirtió en el vencedor de la jornada con una diferencia abismal.
Tenía mucha curiosidad por ver cómo Everything Everything trasladaban al directo el inclasificable ‘Get to Heaven‘ y, por lo que vi, no lo pudieron hacer mejor. ‘Distant Past’ fue uno de los pepinos de la noche.
Los Planetas
, a base de insistir e insistir, han conseguido que esa recalcitrante facción de sus fans que no toleran ‘La leyenda del espacio’ y ‘Una ópera egipcia’ sea capaz de estar callada y esperar pacientemente a que toquen ‘Un buen día’ o ‘Pesadilla en el parque de atracciones’. Abrieron con ‘Romance de Juan de Osuna’ y ‘Si me diste la espalda’ para después soltar ‘Rey sombra’ como si no hubiera pasado nada. Volvieron a lo suyo con ‘Ya no me asomo a la reja’ y ‘Señora de las alturas’. A partir de aquí el jolgorio para los «seguidores» más intransigentes: ‘Corrientes circulares en el tiempo’, ‘Santos que yo te pinte’, ‘Segundo premio’, ‘Pesadilla en el Parque de Atracciones’, etc. También sonó ‘El duendecillo verde’ que, como se pudo comprobar anoche, ocupa desde ya un lugar destacado en su discografía. ¿Puede haber algo mejor que comprobar, concierto tras concierto, que Los Planetas siguen siendo Los Planetas? Yo digo NO.Iron & Wine también lo tuvo fácil, aunque menos que Benjamin Clementine, en el Teatro. La noche avanzaba y la gente no estaba tan dispuesta a mantener la compostura en un show acústico de estas características. Tímido, se le subieron los colores cuando se confundió en ‘Tree the River’. Sam Beam quizá se hubiera beneficiado de otro horario aunque, siendo sincero, ‘Fever Dream’ emocionó hasta a las sillas.
The Go! Team es una formación que me despierta las mejores simpatías cada vez que escucho su nombre. ‘Doing It Right‘ o ‘Grip Like A Vice’, casi todo el ‘Proof of Youth’ de hecho, me resultan adictivas pero el concepto «estirar el chicle» adquiere una nueva dimensión con los de Brighton. El directo de anoche resultó aburrido, repetitivo y hasta desganado. Creo que ellos también sabían que todo el mundo estaba haciendo tiempo para Crystal Fighters, así que decidieron salir con el piloto automático.
A los autores de ‘Cave Rave’, auténticos cabezas de cartel (!!) por su poder de convocatoria, no les faltó detalle. A saber: una introducción de 10 minutos a cargo de dos maromos tocando la txalaparta poseídos por el espíritu de Nacho Cano, pirotecnia, unas coristas a las que no se las oía, una ikurriña, un escenario decorado como si fuera un invernadero y un Sebastian luciendo unas «maracas» imposibles. El no va más, vaya. Ahora, ya desde primeras de cambio con ‘Solar System’, la chavalería estuvo a su merced. Si les llegan a decir que se tiren por el puente, lo hubiesen hecho sin dudar. Al fin y al cabo, de eso es de lo que se trata, ¿no?
Fotos: Gotzon Galarza Badiola.