En buena medida ‘Compton‘ no es sino un ejercicio de autobombo, un «autorretrato» con el que Young reivindica su figura en múltiples sentidos: en primer lugar, recordando su papel en la revolución que supuso en los 80 la irrupción de su banda, gestando el concepto gangsta-rap, que devino en una época tan rentable en lo económico como oscura desde un punto de vista social; en segundo lugar, como productor que, tras años creando éxitos para Snoop Dogg o Eminem (ineludibles invitados a esta fiesta), saca partido artístico para sí mismo; y, en último término, como visionario descubridor de estrellas del rap de ayer, hoy y mañana. Entre las últimas, Marsha Ambrosius, Jon Connor, King Mez, Justus o Anderson .Paak, todos parte del poderoso sello de Young. Entre las penúltimas, The Game o Kendrick Lamar, la figura más brillante del rap en 2015 y que, como vecino de Compton, no ha dudado en enfrascarse de lleno en este homenaje con hasta tres intervenciones estelares.
Sin embargo, ‘Compton’ también es un muy buen disco de rap. Oficialmente, ‘Compton’ se presenta como una BSO para la película biográfica de Dre, Ice Cube, Eazy-E y compañía y, como tal, recuerda a sus compañeros de andanzas (algunos ya fallecidos) y habla sobre la extrema delincuencia de este suburbio de Los Ángeles (que ha sido durante algún tiempo la ciudad con más homicidios anuales de los USA). Sin embargo, la voz de Dre como protagonista de esa historia habla permanentemente en pasado, lamentando errores, recordando a los que en el transcurso de estos años cayeron (el citado Eazy-E o su propio hijo) y asegurando que ser muchimillonario no ha cambiado el hecho de que es un tipo de barrio y un arduo trabajador.
Dre, listo como pocos en la industria del rap, no se acomoda y sabe apropiarse de sonidos más contemporáneos y oscuros. Así lo demuestra en el estupendo arranque del disco con ‘Talk About It’ (firmada junto a DJ Dahi), ‘Genocide’ (con Lamar y Ambrosius alzándose al frente de una gran base de Dem Jointz), ‘Darkside/Gone’ (con sample de ‘Spirits of Ancient Egypt’ de los Wings de Paul y Linda McCartney) e ‘Issues’ (curiosamente, la única intervención de otro N.W.A. -Ice Cube- en el disco). Pero como decía, buena parte de ‘Compton’ es una reivindicación de Dre como rapero y del sonido que le ha hecho rico y famoso, de amable base soul-funk, aunando elegancia y contundencia, con ganchos vocales claros y un gran uso dramático de cuerdas o vientos.
En esa línea se sitúan, sin duda, los temas más comerciales y brillantes del disco: ‘It’s All on Me’, ‘All in a Day’s Work’ o ‘For The Love of Money’ (con una Jill Scott exultante). Curiosamente, su mejor arma se vuelve de doble filo en la recta final del álbum, con cortes como ‘Satisfiction’ (con Snoop Dogg), ‘Animals’ (producida por DJ Premier) o ‘Medicine Man’ (con Eminem), que repiten esquemas y revelan el anacronismo de algunos de sus trabajos. Sin ser deslumbrante, ‘Compton’ es una obra a la altura de la leyenda del nombre que la firma, un golpe artístico en el tablero de juego del rap norteamericano, que en los últimos años parecía más decantado hacia la Costa Este. Kanye, Jay… Vuestro turno.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Talk About It’, ‘For The Love Of Money’, ‘It’s All On Me’.
Te gustará si te gusta: Eminem, Snoop Dogg y, en general, el rap de la factoría Dre.
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