Una de las cosas que más me gusta del disco es la falta de complejos a la hora de mezclar influencias. Hay sonidos que se pueden identificar con Delorean, otros con Two Door Cinema Club, otros con Caetano Veloso… ¿Cómo digerís esta amalgama en la banda? ¿Compartís gustos o están bastante diferenciados entre unos y otros?
Aunque compartamos mucho más de lo que nos separa, tenemos gustos muy variados y esas diferencias se notan (sobre todo durante los viajes en furgo). Aun así, nos une el mismo entusiasmo por la música y no dejamos que nuestras preferencias nos dividan. Al contrario, intentamos servirnos de ellas para enriquecer el trabajo y así poder crear algo único.
Si tuvierais que elegir, ¿quién podría ser el miembro más atento a las «últimas tendencias» y quién el de gustos más «clásicos»?
Pablo y Vicente suelen estar más atentos a las nuevas tendencias, sobre todo en música electrónica. Ana y Juan caminan entre lo clásico y lo contemporáneo, mientras que Ángel -compositor del grupo- tiene predilección por los grupos de los 60 a los 90. A María es difícil situarla, su «background» musical supera al de todos.
Un redactor de nuestra web reivindicaba hace poco lo infravalorados que están los interludios de los discos en general. En vuestro disco hay unos cuantos. ¿Pensáis igual? ¿Os parece que tienen entidad por sí mismos o sólo era una manera de estructurar el disco?
Totalmente de acuerdo. Hoy en día la voz tiene cada vez un mayor peso dentro de las composiciones, así que es lógico que los desarrollos instrumentales dentro de los discos pop hayan perdido interés con el paso del tiempo. En ‘Samoa ’92’ muchos preguntan: «¿pero cuándo va a empezar la canción?»
Un disco con interludios nos pareció una solución ingeniosa para que canciones tan diferentes como ‘Tik’al’, ‘Egos’ o ‘Little Secrets’ funcionaran bien tanto de forma individual y como parte de un todo, así que inicialmente les dimos la función que comentas: intros y outros que hilan el disco como ‘Prelude: Joie’ o ‘Interlude I: Hossegor Plage’.
El concepto fue variando hasta hasta el punto que dos de ellos («Interlude II: Sur le Toit» e «Interlude III : Solitude») funcionan como canciones cortas con entidad propia, muy al estilo de «69 Love Songs» (The Magnetic Fields). Cabía la posibilidad de un mayor desarrollo, pero nos gustó la idea de dejarlas tal y como estaban, con un producción menos elaborada y muy descargada de capas, para marcar un contrapunto más tranquilo en el disco.
Al final, los interludios acabaron siendo las composiciones más flexibles dentro del álbum. Se convirtieron en el espacio donde pudimos jugar musicalmente, intercalando piezas de otras canciones en el mismo track. Por ponerte un ejemplo, el preludio tiene una parte vocal de ‘Tik’al’ («bring me sunshine») cantada sobre la rueda de acordes de ‘Arde Pekín’ de forma que, mientras enlaza con ‘Samoa ’92’, anticipa dos canciones en menos de minuto y medio. Además, los sonidos ambientales de fondo luego aparecerán en el postludio, consiguiendo que el disco sea cíclico.
Creemos que esas distintas formas de tratar los interludios dentro un mismo álbum consiguen que ‘Belize’ no sea un disco de 10 canciones con una producción similar, sino un trabajo lleno de matices con coherencia temática y musical de principio a fin.
¿Podríais citar discos orquestados en base a interludios que os hayan influido?
Si llamamos interludio a cualquier pieza instrumental que funciona como avance de un tema más elaborado, puede que ‘The Wall’ de Pink Floyd sea el disco más influyente, pero a nivel artístico y estilístico nos fijamos más en Sufjan Stevens. Tiene piezas realmente soberbias, como el final de ‘Drawn to the Blood’, o también otras totalmente absurdas, como ‘One Last Whoo-hoo for the Pullman’. En su banda sonora ‘The BQE’ vimos por primera vez la estructura de Preludio + Interludio + Postludio, aunque es probable que ‘An Awesome Wave’ de alt-j sea el disco construido a base de interludios que más repercusión ha tenido de los últimos años.
Sentimos devoción por las pequeñas piezas musicales (a veces instrumentales, cortas y con pocos elementos) que funcionan como oasis momentáneos dentro de un disco. Por poner algunos ejemplos más, ‘Two Veils to Hide my Face’ de Passion Pit, ‘Too Soon’ de The Radio Dept., ‘Snow Girl Killer Girl’ de Half Foot Outside, el ‘Entrelude’ y ‘Exitlude’ de ‘Sam’s Town’ de The Killers o cualquier intro de ‘Finisterre’ de Saint Etienne.
«La voz masculina (seria y reflexiva, en castellano) expone siempre una visión muy racional de los problemas, mientras que la voz femenina (más espontánea e impulsiva, en inglés) le cuestiona»
Otra cosa que llama la atención es la manera de alternar idiomas. Después de décadas de polémicas por si Dover o Russian Red o aún los miembros españoles de Eurovisión tienen que cantar en inglés o en español, pasáis de un idioma a otro dentro de la misma canción con total naturalidad. ¿Cómo surge la elección de un idioma o de otro dentro de la misma canción?
Para evitar el «efecto Eurovision» que comentas y que la mezcla de idiomas no quede impostada, hemos huido del monólogo y del dueto en las canciones. Desde ‘Egos’ tuvimos claro que las voces de Ángel y Ana representan distintos personajes que buscan entenderse a través de diálogos. La voz masculina (seria y reflexiva, en castellano) expone siempre una visión muy racional de los problemas, mientras que la voz femenina (más espontánea e impulsiva, en inglés) le cuestiona, animándole a lanzarse al vacío, a desafiar el status quo. Estas dos voces son los actores principales de la obra, que es la canción, y en esa clave ambos dialogan (y a veces hasta discuten) sobre temas como la soledad de la vida en las ciudades, el individualismo, las relaciones o la espiritualidad. Es más, son un reflejo de nuestra personalidad, de nuestros lados izquierdo y derecho del cerebro. Por eso cada uno canta en un idioma distinto: razón y sentimiento raramente hablan el mismo lenguaje.
Lo más curioso es que ‘Stab My Heart’ es el tema que lleva 1 millón de escuchas en Spotify. Reconozco que no lo vi venir para nada, ni siquiera es mi tema favorito del grupo. ¿Es el vuestro, el tema del que os sentís más orgullosos? ¿A qué asociáis sobre todo este pelotazo?
Es una buena composición, aunque hay canciones del disco de las que nos sentimos más orgullosos y que no suman tantos «plays», como ‘Egos’. El volumen de escuchas no tiene por qué ir ligado a la calidad musical. Aun así, desde que lo grabamos vimos claro su potencial como single. Es una canción pegadiza, breve y directa. Por ese motivo la hicimos coincidir con la salida del disco y creo que eso ha potenciado su impacto. Spotify es el otro gran culpable: el single entró en varias listas con muchos suscriptores, intensificando el alcance. Pese a eso, no se buscó el efecto pelotazo que comentas, lo cierto es que no se buscó en ningún tema, siempre fue la propia canción quien dirigía su propia producción.
¿Alguna canción del disco cuya buena (o mala) recepción os haya sorprendido?
‘Little Secrets’ se lleva la sorpresa positiva. No pensamos que una canción tan bossa pudiera generar una respuesta tan favorable. Por otro lado, pensábamos que ‘Tik’al’ tendría un poco más de gancho, es una de nuestras preferidas.
Mi favorita es ‘Saudade’, que genera mucha energía y buen rollo. ¿Cómo surgió? ¿La maqueta siempre fue parecida? ¿Alguna anécdota sobre esta canción?
La idea surgió improvisando sobre el riff de guitarra de ‘Veiled in Grey’ de Mystery Jets, por eso el nombre de trabajo fue ‘Mystery’ hasta que terminamos la letra. La producción fue complicada; después de To-ji’, ‘Saudade’ fue la canción del disco que más transformaciones sufrió. Empezó en una onda más electrónica, con una percusión construida con una caja de ritmos, pero poco a poco la fuimos acercando al pop. Inicialmente tenía un estribillo totalmente distinto y no dimos con el definitivo hasta que cayó en nuestras manos el ‘Acabou Chorare’ de Novos Baianos. Por eso, y gracias también al último disco de Rodrigo Amarante, nos animamos con el portugués. Titularla ‘Saudade’ fue idea de Lucas Vilela, un buen amigo de Brasil que aportó su gran talento en la canción, ayudando con la letra y apoyando en los coros.
Por este tema lingüístico y también por el estilístico, vuestro disco me parece bastante «2015». ¿Estáis de acuerdo o en verdad buscabais más que nada la atemporalidad?
Sí que la buscábamos, pero es muy difícil no caer en referencias temporales, sobre todo estilísticas. El tiempo dirá si el disco resiste bien el paso de los años.
He comprobado varias veces en el mailing de Warner que fuerais navarros. Realmente sonáis muy diferentes a los artistas que solemos manejar de Pamplona o Navarra, como Souvenir, Kokoshca, Barricada, Los Bichos, Reina Republicana… No os parecéis a ninguno. ¿Cuáles serían vuestros favoritos?
La escena musical de Pamplona ha sido siempre muy heterogénea y ha dado grandísimos grupos, aunque algunos nos gustan más que otros. Half Foot Outside o Wilhelm the Dancing Animals, por ejemplo, son dos grandes referencias.
Es verdad que hemos buscado un sonido distinto, quizás un poco más internacional, pero en ningún momento nos hemos sentido fuera del panorama local. Al igual que muchos grupos navarros, hemos trabajado con Hans Krüger, que es un productor excelente. De hecho, muchos de los artistas que mencionas han pasado por los Estudios Montreal.
«Cuando llegamos a Londres nos encontramos a Damon Albarn a la salida del metro al poco de aterrizar».
¿Qué ha sido lo más emocionante que os ha pasado de momento como grupo?
Cuando llegamos a Londres nos encontramos a Damon Albarn a la salida del metro al poco de aterrizar. Estaba sacando dinero de un cajero cerca del estudio donde masterizamos. Fue muy surrealista, nos quedamos tan bloqueados que se nos olvidó pedirle una foto.
Y, por el contrario, ¿la peor experiencia de este tiempo?
Sin duda la gente que ha quedado por el camino.
Finalmente, por el sonido que tenéis, ¿creéis que seréis carne de festivales el año que viene, que os llamarán de unos sí u otros no? ¿Os veis tanto en FIB como en Sonorama, Primavera, Low, Dcode, Contempopránea… o no os parece vuestro terreno?
El sonido del disco transmite un «mood» tranquilo, escapista. Es posible que eso nos cierre alguna puerta, pero no más de las que se han abierto hasta ahora. De hecho, es más probable que nos perjudique antes nuestra falta de recorrido que el sonido del álbum. Sin embargo, este año estrenamos formación en la Plaza del Trigo y nos llevamos un buen sabor de boca, y ya estamos confirmados para la próxima edición del Sonorama Ribera y Santander Music Festival. No es un terreno fácil porque el nivel es alto y la presión se nota más que en las salas, pero no tenemos miedo a lo que pueda venir.
«Hay en el grupo quien ha ido antes a un festival como músico que como oyente»
¿A qué festivales habéis ido como público?
Pablo fue al FIB con 18 años, y desde entonces no ha pasado un año sin que alguien se escape unos días, ya sea al BBK, al Sonorama o al Primavera. Aun así todavía hay en el grupo algún rezagado, incluso hay quien ha ido antes a un festival como músico que como oyente.