A pesar de que fuera la mañana del lunes cuando Londres amaneciera con la triste noticia de la muerte de David Bowie, no va a ser algo que la ciudad olvide fácilmente. Desde principios de semana, el mural que existe en Brixton (al suroeste de Londres, el barrio natal del cantante) comenzó a llenarse de flores, velas, fotografías y discos. Unos metros más allá, el mítico cine Ritzy cambiaba su cartelera con la frase «David Bowie, Our Brixton boy, RIP», que ha seguido intacta durante todo este martes. Y la gente comenzó a congregarse allí a partir de las siete de la tarde, en lo que fue una especie de fiesta-homenaje espontánea.
Los inesperados invitados a la fiesta callejera de Brixton no sólo rondaban la treintena. También gente de 50, 60 e incluso entrados los 70. El ambiente general era una mezcla de tributo, sentimiento de luto (con lágrimas de verdadera pena y dolor por la pérdida) y de fiesta por el legado de una música que ha marcado a tantas generaciones. Algunos de los asistentes afirmaban que lloraban porque se acababa una era con la muerte del cantante, pero también porque sentían que acababa lo que quedaba de esa juventud loca marcada por infinitas letras, por canciones que permanecerán siempre en su memoria. Alguien más afirmaba que, al menos, tuvieron la suerte de vivir todo lo que Bowie significó para la música.
No sólo la gente en la calle homenajeaba a Bowie. El público que acudió el lunes a ver el musical de los Kinks, ‘Sunny Afternoon’, no pudo contener las lágrimas al final del show cuando Ray Davies cantó ‘Waterloo Sunset’ y pidió a los asistentes que cantaran fuerte el «sha la la» para que «David pudiera oírlo».
Hoy el mural de Brixton sigue llenándose de flores, un centenar de personas sigue rodeando su imagen (en realidad, cuesta un poco acercarse a la pared, todo está lleno de gente, pero con un curioso y respetuoso silencio) y multitud de escaparates de tiendas independientes en todo Londres se han llenado de imágenes de Bowie. O pizarras de pubs, que en vez de los especiales del día nos han recordado que «todos podemos ser héroes, al menos por un día».