Según el texto de Nando Cruz, «las sanciones también hacían constar que en el bar había gente bailando. Con la ley en la mano, está prohibido bailar en un local que no tenga una pista de baile». Asegura a su vez el texto que «si en el Heliogàbal no hay salida de emergencia es porque no se le permite hacer obras y si no tiene un aforo más razonable es porque se le niega una y otra vez la licencia de bar musical pese a ser uno de los locales con más actividad de la ciudad».
El problema no es ninguna novedad ni en Barcelona ni en otros puntos del país: el aforo permitido en bares legalmente no tiene nada que ver con el real, conseguir una licencia para permitir conciertos es una labor titánica y los locales para la música en vivo escasean. Desde el viernes una reunión entre el distrito y la sala intenta acercar posturas, pero las multas oscilan entre los 15.000 y los 50.000 euros, inasumibles para un local pequeño. Además, existe otro enfrentamiento judicial con un vecino que se mudó hace tres años al barrio, 17 después de que Heliogàbal abriera sus puertas.