Grimm recuerda que los años posteriores a lo sucedido sufrió «depresión suicida» y un bloqueo creativo total y que le costó años admitir que había sido violada por su productor y amigo. Además, los abusos tuvieron lugar durante la grabación del álbum y no después, por lo que Grimm hubo de seguir trabajando con Gira tras lo ocurrido, y salir de gira con él tras la salida del álbum. «Michael me llamaba frecuentemente para hablar sobre la evolución del disco y para decirme guarradas. Me decía que me quería y que iba a dejar a su mujer por mí. Yo me negaba a decirle guarradas a él e intentaba dirigir la conversación de nuevo al trabajo. Cuando nos veíamos, las conversaciones eran muy sexuales y yo las evitaba lo mejor que podía. Jamás volvimos a tener sexo juntos pero él lo intentó incansablemente, haciéndome sentir absolutamente miserable».
La cantante indica que «masterizar el disco con Fred Kevorkian fue particularmente difícil». «Michael aprovechó la oportunidad de besarme en un ascensor», defiende, «y yo acepté porque quería ser una artista de éxito con todas mis fuerzas». Según Grimm, Gira le decía constantemente que la convertiría en una estrella y que podía confiar en él.
Gira ha contestado a las acusaciones de Grimm tildándola de «calumnias». «Responderé vigorosamente para defender mi nombre de esta horrible calumnia. Confío en la inteligencia de todo aquel que ha seguido mi trabajo y me respeta como persona para saber que esta NO es la persona que soy». Por su parte, su mujer Jennifer ha escrito un comunicado en el que asegura tener pruebas que demostrarían que fue Grimm quien acosó a Gira y no al revés, con «correos y mensajes acosadores, larguísimas divagaciones obsesivas, declaraciones de amor no correspondido, discursos de odio y amenazas», durante la grabación de su tercer disco.