‘Vinyl’: la mafia de la industria musical según Scorsese

El mastodóntico -por duración y calidad- primer episodio de ‘Vinyl’ tuvo una audiencia el día de su estreno de apenas 800.000 espectadores. Una cifra muy por debajo de lo esperado y de lo obtenido por series de la misma cadena como ‘The Leftovers’, ‘True Detective’ o ‘Treme’ y que hicieron que su renovación pendiese de un hilo a pesar de que la HBO no dependa de manera tan directa de las cifras de audiencia.

El show creado por Terence Winter, Martin Scorsese y Mick Jagger, en cambio, lo ha tenido mucho más fácil y ya ha sido renovado por una temporada más a pesar del «fracaso» de público. Una vez visto el piloto dos veces, para intentar asimilar todo, la decisión no sorprende. El ejercicio que realiza Scorsese en la dirección y Winter -que ya escribió el libreto de ‘El Lobo de Wall Street‘- en el guión es tan apabullante que la decisión de los directivos del canal de pago se torna hasta demasiado prudente.

A lo largo de casi dos horas asistimos al intento de compra por parte de Polygram del sello del protagonista, Richie Finestra, gracias al fichaje de Led Zeppelin, que no está del todo cerrado. Los tiempos cambian, estamos en los primeros 70, y según Finestra la industria de la música ya no es lo que era. Ahora ya no se trata de 3 judíos y un italiano encerrando a 4 negros en una habitación para que fabriquen hit tras hit sin pagarles apenas royalties. Ahora los alemanes -aspecto que da para 20 chistes sobre nazis bastante delicados- también están en la partida.

Si hace relativamente poco hablábamos de J.L Greensnake y de las cuestionables actividades de los capos de las discográficas, en ‘Vinyl’ el asunto se lleva al paroxismo. Ejemplares que terminan en el fondo del mar para falsear las ventas, sobornos a los dueños de las emisoras, becarias que suministran drogas como si fueran aspirinas, palizas a artistas que intentan romper contratos abusivos, etc.

Todo ello, además, con el sello Scorsese. Drogas, excesos, violencia, ritmo trepidante gracias al montaje marca de la casa y personajes devorados en una espiral de avaricia y autodestrucción. ‘Vinyl’ podía ser perfectamente ‘Uno de los nuestros’, ‘Casino’, ‘Taxi Driver’ o la ya mencionada ‘El Lobo de Wall Street’: sus dos horas de duración permiten al director sacar a relucir sus obsesiones sin entorpecer el desarrollo de la trama. Al paseo nocturno en coche de Finestra sólo le falta la B.S.O. de Bernard Herrmann pero, en cambio, suena, a lo lejos, una música que despierta la curiosidad de Richie (tiene buen oído para identificar lo que va a triunfar, por eso es el único que cuando escucha a ABBA por primera vez, en una escena ya mítica, sufre un ataque de ira hacia los cazatalentos de su compañía porque no han sabido apreciar el talento de los suecos) pero de la que tiene que huir porque se encuentra con cierto fantasma de su pasado. Se trata de hip-hop, un estilo que estaba comenzando en esa época.

Por si todo esto fuese poco, el guión está lleno de chistes y guiños que harán las delicias de los aficionados a la música. Desde un Robert Plant quejándose porque le están engañando con los derechos de autor hasta al propio hijo de Mick Jagger, James, mofándose de Iggy Pop porque sólo hace el idiota sobre el escenario.

La primera entrega de ‘Vinyl’ deja tantas historias abiertas, tantas subtramas, que es prácticamente imposible que, a pesar de que Scorsese no vuelva a colocarse detrás de la cámara, la serie termine decepcionando. De momento ya nos ha dejado un concierto de las New York Dolls interpretando ‘Personality Crisis’, rodado como si fuera un revelación religiosa, que supone, ejem, lo mejor que ha rodado jamás el director de ‘La Edad de la Inocencia’.

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Publicado por
Nicolás del Moral