«Las asociaciones en favor de los animales no pueden continuar solo por el hecho de seguir existiendo. Debe haber una voz gubernamental que hable en contra de la injusticia social, tan infernal como arcaica, que les es asignada a los animales en Reino Unido, por la simple razón de que estos no pueden hablar inglés, mientras millones de ciudadanos están preocupados por estos problemas, que nadie en este momento puede resolver […] No podemos seguir sentados esperando a que el sistema encuentre la iluminación. El desastre de la agricultura animal no puede existir para siempre porque su impacto a gran escala es infernal. Los animales en granjas y mataderos están ansiosos por seguir viviendo; sin embargo, sus cuerpos son despedazados sin piedad con un cuchillo. El matadero es la continuación moderna de los campos de concentración nazi y si tú formas parte de la población que bebe leche, estás consintiendo sistemas de tortura. […] ¿Qué hace que la gente tenga tan poca compasión por los animales? ¿Qué tipo de odio les mueve? La industria cárnica, al fin y al cabo, no muestra ninguna compasión por el planeta, por el cambio climático, por los animales, por la salud humana. Es ignorado diabólicamente y es el problema más grave en el mundo, además del más comentado en los debates políticos, lo cual solo destaca su importancia. Los mataderos significan, esencialmente, que ninguno de nosotros está a salvo. Simplemente investigad los horrorosos efectos que la producción cárnica produce en nuestro clima, ecosistema, campos, bosques, lagos, ríos, mares, aire y espacio. Se os saldrán los ojos de las órbitas. Nadie puede imaginar un desastre global mayor».