Ahora que West ha anunciado que no va a sacar más CDs, cabe preguntarse si la decisión de ir modificando su disco a medida que se le ocurren ideas para el mismo no es el futuro de la música en streaming. Al fin y al cabo, el streaming ya no es el futuro sino el presente: no es que nadie compre ya discos -ahí está Adele vendiéndolo todo– pero sí se venden muchos menos que antes y su producción sale cara a los sellos que no logran acertar con el stock, por lo que el formato digital parece, no la única opción viable, pero sí la más adecuada a los tiempos que corren: es más barato, más cómodo y ocupa menos espacio. Y si encima existe en una nube, ¿por qué iba a ser un producto finito, sobre todo ahora que todo el mundo puede añadir y retirar canciones de discos a su antojo gracias al streaming?
Hay varias razones por las que el disco vivo es una innovación viable. En primer lugar, las secuencias desastre tipo ‘ANTI’ de Rihanna. Que se lo digan, sin ir más lejos, a los fans de Beyoncé, que después de comprar ‘4’ tuvieron que ver cómo su autora lo reeditaba en tiendas con un tracklist nuevo en 2013, tras el éxito de ‘Love on Top’ y de algunos de sus bonus tracks, en principio disponibles solo en la edición especial del disco. En esta nueva edición, ‘Love on Top’ y no ‘I Care’ abría y tanto ‘Dance for You’ como ‘Schoolin’ Life’ pasaron a formar parte del álbum estándar, mientras el primer single, ‘Run the World (Girls)’, ya no cerraba después de una balada sino que era la pista 11 de 14. Con este panorama, ¿el disco salió a la venta a razón de qué? ¿Cuál es la secuencia que debemos tener en cuenta para valorar esta obra?
Pasa lo mismo con los singles sueltos que salen poco después de un disco sin estar incluidos en él, como ‘Moves Like Jagger’ de Maroon 5 y Christina Aguilera, y este es otro motivo por el que la idea de disco vivo mola. En el pasado, cuando una canción suelta triunfaba poco después del lanzamiento de un disco ya cerrado, los sellos habían de meditar si querían reeditarlo con la canción dentro y cuántas copias producir del mismo, algo que ya no es necesario gracias al streaming. Con añadir el tema nuevo al disco ya es suficiente: alternas su tracklist original pero al menos nadie se gasta el dinero innecesariamente. No hubiera estado mal tener streaming cuando Madonna encajó ‘Vogue’ de primer single de una banda sonora con la que no tenía absolutamente nada que ver. Y vale que ‘Back to Black’ de Amy Winehouse es perfecto tal y como es, ¿pero cuánta gente se sintió decepcionada al descubrir que ‘Valerie’ -la versión producida para ‘Version’ de Mark Ronson- no venía incluida en él? ¡Si es uno de los mayores éxitos de aquella era!
¿Y qué hay de los errores -conscientes o no- de masterización? No son pocos los discos que parecen contener errores de masterización incluso después de haber salido al mercado. ‘How to Dismantle an Atomic Bomb’ de U2 y ‘Californication’ de Red Hot Chilli Peppers han sido duramente criticados por su paupérrima masterización, como también ‘1000 Forms of Fear’ de Sia o varios trabajos de Metallica por su apego al «loudness war». Discos buenos insufribles de escuchar por culpa de una masterización mala que la maleabilidad del streaming podría arreglar sin problemas si alguien dedicara tiempo a producirlos en condiciones. Es arriesgado decir que el «disco vivo» es el futuro del streaming, pero Kanye West, desde luego, ha abierto una puerta antes ignorada. ¿Se atreverá más gente a cruzar el umbral… u optará por la opción de El Guincho de sacar un disco a través de productos como pulseras y sudaderas?