Ahora, con ‘Kiki, el amor se hace’, la pregunta es otra. Después de dos trabajos tan personales, tan íntimos, tan «hechos en casa», ¿cómo se las iba a arreglar Paco León para realizar una película con material ajeno, el encargo del remake del filme australiano ‘The Little Death’ (2014)? La respuesta, nuevamente, ha sido modélica: llevándosela a su terreno, convirtiéndola en lo que debería ser todo remake o adaptación literaria: una versión/visión personal. El director «latiniza», como él mismo dice, la película de Josh Lawson y la transforma en una comedia costumbrista llena de luz, en una colorida verbena, con canciones de Mariel Mariel
y Pedrina y Rio, que festeja el sexo raruno y reivindica la diversidad.‘Kiki, el amor se hace’ logra sobreponerse a su propia definición («comedia erótico-festiva» huele a calzoncillos de Esteso y Pajares) y se presenta como una placentera y muy divertida película. Cinco historias de pareja, articuladas alrededor de las parafilias sexuales de cada una, en las cuales su director vuelve a poner de manifiesto dos cosas: su enorme talento para dirigir a los actores, en especial a ellas (todas están fabulosas pero lo de Maite Sandoval y Candela Peña es de otra galaxia cómica), y su privilegiado oído para la charleta ocurrente y graciosa. A pesar de que no todas las historias están al mismo nivel (las protagonizadas por Natalia de Molina y Alexandra Jiménez son algo más flojas), León se las arregla muy bien para mantener el ritmo y el tono cómico durante toda la película.
Tantos años buscando en el cine herederos del costumbrismo almodovariano -Dunia Ayaso y Félix Sabroso, Alfonso Albacete y David Menkes- y resulta que estaba en la tele. 8.