Con 19 años, Prince edita su primer disco, ‘For You’, que aunque ya componía, arreglaba y producía entero él mismo, ni de lejos mostraba la efervescente creatividad musical que el mundo conocería años más tarde. El álbum, eso sí, incluía la primera canción sexual de Prince, gráficamente titulada ‘Soft and Wet’ («tierno y mojado»), un cuco número disco-funk en el que Prince le canta a su amante que está «tan mojada como la lluvia de la tarde». Y esa no es la mejor frase. ¿Alguien se imagina a Justin Bieber a esa edad refiriéndose a su miembro como una «caña de azúcar» y preguntándole a su compañera si «puede aguantar el dolor»? Bueno, es que Bieber, para empezar, nunca habría salido en bikini en su primer directo televisado.
Es fácil hablar de las canciones sexuales de Prince. ¿No lo eran todas? Sin embargo, sus primeras composiciones centradas en la carne capturaron una frescura, una energía especial, que ni el propio Prince logró después igualar. Situémonos, por ejemplo, en su segundo disco, ‘Prince’, en cuya portada el músico directamente aparecía desnudo y que incluía dos de sus canciones sexuales más descaradas, ‘Sexy Dancer’, un número disco con gemidos intensos y cuya letra conformaba prácticamente una sola frase, «deseo tu cuerpo» (aunque mi parte favorita de la canción es cuando rima «screamin'» con «creamin»); y ‘Bambi’, a la que volveré luego porque tela.
Mi canción favorita de Prince es ‘Do Me, Baby’, incluida en ‘Controversy’, su disco de 1980. Aquí el sonido de Minneápolis, ese funk minimalista, refinado y a la vez tremendamente vibrante que Prince esculpe con inimitable maestría está más que asentado: su tercer disco, ‘Dirty Mind’, salía el año anterior. Si ‘Do Me, Baby’ no es una de las canciones más sensuales jamás compuestas, francamente no se qué es. Estamos ante una sofocante «prom ballad» en la que Prince le pide a su amante que le haga el amor «como nunca lo has hecho / hasta que no pueda más». El tema dura ocho minutos pero su directo de 10 en el Capitol Theatre de Nueva Jersey en 1982 vale su peso en oro. Ese falsete, amigas y amigos… D’Angelo le debe a ese falsete su carrera entera.
No me olvido de ‘Dirty Mind’, que para algo su portada ilustra este post. ‘Dirty Mind’ no tenía ninguna balada a la altura de ‘Do Me, Baby’, pero, de igual manera que esa canción es mi favorita de Prince, ‘Dirty Mind’ es, y que me perdonen los fans de ‘Purple Rain’ y del sobrevalorado ‘Sign ‘O the Times’, el mejor disco de Prince. ‘Dirty Mind’ inventó el sonido Minneápolis, es perfecto del primer segundo al último y tiene dos canciones particularmente cochinas. En primer lugar, ‘Head’, en la que Prince le ruega a una chica virgen a punto de casarse que le haga una felación («I wanna give you head til you’re dead», así de fuerte va el amigo) y ‘Do It All Night’, que es Prince en su máxima expresión: «perdóname / pero te quiero decir algo / querría hacerlo contigo toda la noche»).
No pocas personas han descubierto las posibilidades del sexo y la sexualidad gracias a Prince, como ha indicado el mismo Frank Ocean, pero Prince siempre fue un poco más allá, como en ‘Bambi’. ¿Cuántas canciones has oído en la que su autor o intérprete trata de persuadir a su amiga lesbiana de que se acueste con él porque «con un hombre es mucho mejor»? Y luego está ‘Sister’, que no es por acabar el artículo en un rollo raro, pero es que esta canción va sobre sexo y esa «hermana» no es espiritual precisamente. La letra, de hecho, menciona la palabra «incesto»… Una «mente sucia» la de Prince, desde luego, ¿pero y lo bien que lo hemos pasado -y lo seguiremos pasando- gracias a ella?