Toundra despedían anoche ‘IV‘, el disco que el año pasado situaban en el número 2 de la lista de ventas española, ofreciendo un último concierto en sala antes de dedicarse a festivales como el SOS 4.8 la semana que viene o el Freak Valley Festival de Siegen, poco después en Alemania. Y menuda «sala» escogían: nada menos que el antiguo Palacio de los Deportes, ahora Barclaycard Center. El formato que alquilaron era The Box (3.500 personas), ¿pero hay que recordar que cuando Mogwai visitan Madrid a lo sumo se han atrevido con La Riviera o la Sala San Miguel del Palacio Vistalegre, es decir, espacios de unas 2.000 personas?
El show se planteaba como un macroconcierto en el que desde las siete y media de la tarde actuaban como teloneros Viva Belgrado, Jardín de la Croix y Alcest. No llegamos a tiempo de ver a los primeros, pero cabe destacar la enorme fidelidad del mundo del rock y aledaños. Aunque los horarios estaban anunciados en Twitter, casi la totalidad del público que tendrían Toundra acudía a primera hora de la tarde para ver al resto de bandas. Mientras Jardín de la Croix daban un aperitivo del show que encabezaba el cartel -post rock y explosiones de ruido, bajos apuntando al cielo-, lo de los franceses Alcest fue algo diferente. Pese a su aspecto de melenudos y a los contados momentos de screamo, no dieron el concierto más duro. El shoegaze se asomaba en lo deliberadamente inaudible de algunas voces y en algunas texturas de las guitarras, mientras el grupo no cesaba de agradecer la oportunidad de volver a tocar en nuestro país, e introducía canciones como ‘Autre temps’ o ‘Délivrance’. El cantante, Neige, parecía llevar una camiseta de Grimes.
Que Toundra tuvieran la gentileza de contar con un sinfín de invitados, lo cual al final les perjudicó un pelín -pese a la puntualidad de todos, al final salieron 15 minutos tarde y juraría que no pudieron hacer un segundo bis que parecían desear-, eso no significa que no supieran quién iba a mandar. Los madrileños supieron utilizar la infraestructura del recinto para situar una orquesta en una doble altura detrás de su mismo set, algo que no se puede montar en cualquier sitio. Abrió una intro realizada por dicha orquesta, con gran protagonismo de un pseudopiano y sobre todo de unas cuerdas que recordaban a viejas bandas sonoras de terror, dando a luz poco a poco al primer tema de la noche, ‘Ara Caeli’. Las cuerdas acentuaban las partes más intensas de la canción, casi formando estribillos, si bien el grupo hizo bien en dosificar arreglos y no convertir la noche en el ‘S&M’ de Metallica.
Porque lo mejor de Toundra es lo que son capaces de hacer por sí mismos como cuarteto -abajo también les acompañaban un par de músicos adicionales-, tocando con un sonido espectacular pese a las quejas que algunos emitían en las redes desde las primeras filas (un problema histórico que ha arrastrado desde siempre este recinto). Lo de la orquesta fue necesario para enriquecer parte de su repertorio y aprovechar las condiciones del Barclaycard Center, y para muestra el final del segundo tema ‘Kitsune’, pero ya en algunos momentos su aportación era cuestionable y, durante hora y media, sin duda habría sobrecargado. Por suerte apareció lo justo: tras su aportación en la primera parte desaparecía por completo para volver en la segunda mitad en la acústica ‘Viesca’, un tema no tan habitual de su repertorio quizá porque en su versión de estudio cuenta precisamente con cuerdas.
Si las campanas habían introducido ‘Kitsune’, los pajarillos lo hicieron con ‘Strelka’, cuyos evocadores punteos iban conduciendo hacia el clímax mientras entre el público se escuchaban vítores con sabor a fin del mundo. Fue uno de los momentos cumbre del concierto junto a la inmediatez con que ‘Oro rojo’ sucedió a ‘Danubio’ (¿dos segundos de pausa, hubo?) y ‘Requiem’ -con orquesta- seguida de ‘Bizancio’ cerrando antes del bis.
Tenía su gracia que Toundra, al hacer música instrumental, no contaran con micrófono para comunicarse con el público. Allí tuvieron que desgañitarse para que sus «gracias» llegaran al respetable. ¿Era más fácil hacerse oír en sala pequeña, verdad? Más curioso aún es que entre concierto y concierto de post rock, rock progresivo, metal, etcétera, se pinchara a saco a los Beatles. Es irónico que un grupo que sólo suena a apocalipsis sea sólo amor.