Nuestra siguiente parada fue en el directo de los madrileños Toundra, que con su rock experimental atraparon a un público que esperaba ansioso por verlos. Entre sus fans había todo tipo de personas: hombres maduros, jóvenes amantes del heavy reformados, chicas rockeras y gente muy joven vestida a la última moda. Todos ellos movieron las cabezas ante las ochos canciones que tocó el cuarteto, desde ‘Bizancio’ a ‘Belenos’.
El SOS 4.8 este año se compone de cuatro escenarios: Jägermusic, dedicado a la música emergente nacional e internacional, el SOS Club Radio3, enfocado más hacia la electrónica, el INSIDE, el segundo más importante y, por último, el principal, el Estrella Levante. Una cosa que nos ha sorprendido y que, por lo visto, está muy de moda, es el nuevo rollo de una primera fila VIP. No el típico hueco del foso en un lateral en el que puedes ver de cerca una parte del escenario, no, te hablamos de una fila delante de todo el escenario, una primera fila VIP. Si tienes un abono normal del festival, evidentemente, no puedes acceder a esa zona, sin embargo, la pulsera VIP tampoco te garantiza que puedas entrar. ¿Por qué? Porque tiene un aforo limitado y debes hacer cola para poder pasar. Quizá, una decisión elitista de planteamiento mejorable: en el caso de Chvrches, sí que había fans que casi saltan al escenario. Sin embargo, en el caso de Manic Street Preachers, este hueco VIP estaba casi vacío. Una pena para los maníacos de los Manics sin pasta para el abono VIP.
Ante canciones como ‘A Design for Life’ o ‘Everything Must Go’ creíamos que la gente se iba a volver loca. Pero no, esto sólo ocurrió con temas como ‘Motorcycle Emptiness’, ‘Your Love Alone’ o «You Stole the Sun». El público, bastante heterogéneo, no estaba tan entregado como se puede esperar al disco que presentaba un grupo tan importante durante los 90. Aunque la banda tampoco interactuó con sus fans, una serie de treintañeros en las primeras filas (los jóvenes que había, parecían estar esperando a Chvrches). Con todo, los Manics sonaron bien, más alto que en su concierto de 2014 del FIB y ofrecieron un concierto correcto para sus fans más fans… si bien demasiado monótono para captar nuevos seguidores. Es curioso porque todo esto fue al contrario durante León Benavente
, una banda casi recién salida del horno, que con tan sólo dos discos contaba con una serie de fans que se sabían y cantaban todas sus letras. De hecho, en nuestra opinión, León Benavente fue lo mejor de la noche.Su segundo disco, ‘2‘, les ha consolidado como una banda nacional que ya copa cabezas de cartel en distintos festivales de nuestro país. Liderada por Abraham Boba, la formación cuenta con un carisma, una fuerza y una energía sobre el escenario que hizo bailar tanto a gente joven de veintipocos como a gente de más de cuarenta. Estando entre el público y viendo cómo Boba canta y siente las letras de las canciones, se puede entender por qué abarca un espectro tan amplio de fans, pues los textos son universales: el amor, el estar perdido, las crisis existenciales, la soledad, la sociedad… Su concierto de doce canciones caló hondo y la gente chilló, saltó y brincó con temas como ‘Gloria’, ‘Aún no ha salido el sol’, ‘La vida errando’ o ‘Celebración’, todas ellas de su nuevo trabajo, que, por lo visto, ha calado muy hondo entre el público. Además, estaban de celebración, pues aunque tienen veinte años de experiencia en el campo de la música con diferentes proyectos, como León Benavente cumplen tres años y su primer concierto fue en una sala de Murcia.
La jovencísima productora AWWZ deleitó a los que buscaban algo más electrónico con su DJ SET, en el que subió los beats sin olvidar el espíritu. Entre su elección de canciones, sonaron algunas como ‘Vrom Vrom’ de Charli XCX, producida por Sophie.
Lo más esperado por el público fue el directo del trío Chvrches. La banda de synth-pop demostró desde el primer momento hasta el final por qué se merece ser cabeza de cartel de este festival. Lauren Mayberry, pequeña pero matona, comenzó tímida en un primer momento cantando ‘Never Ending Circles’. Sin embargo, a medida que iba pasando su concierto de quince canciones, se venía arriba y el espacio del escenario principal al final se le quedaba pequeño. Con sus bailes a ritmo de las canciones, se te olvidaba que sólo había tres personas en el escenario y que los visuales eran únicamente luces de neón. Su carisma y saber estar hicieron que ante canciones como ‘Clearest Blue’ o ‘The Mother We Share’ la gente se volviera loca. La única pega es que en algunos momentos el show se hacía algo monótono, como sucedió con ‘Under the Tide’. Cuando Martin Doherty canta, el público parece contento pero menos entusiasmado. ‘We Sink’, ‘Keep You On My Side’, ‘Gun’, ‘High Enough’ o ‘Recover’ hicieron bailar a los que buscaban algo más que lo típicamente rockero, ofreciendo más de lo que mucha gente esperaba.
Fotos: Javier Rosa.