Julianna Barwick / Will

La canción que abre ‘Will’, el nuevo disco de Julianna Barwick, no es exactamente lo que cualquiera esperaría de la compositora de Brooklyn tras la publicación de su segundo trabajo, ‘Nepenthe’, en 2013. En aquel largo, Barwick cristalizó su propuesta de polifonías vocales enlazadas y superpuestas hasta el infinito en una colección de canciones angelicales, diáfanas, pastorales, inspirada en su mayor parte por los hermosos parajes de Islandia, donde Barwick grabó el álbum junto al productor y novio de Jónsi de Sigur Rós Alex Somers.

Por el contrario, ‘St. Apolonia’ abre evocando ambientes urbanos, con el lejano sonido de un ferro en marcha, y es que Barwick la grabó bajo el paso subterráneo de un tren en Lisboa. Aunque las melodías litúrgicas de Barwick, así como sus habituales arreglos de piano y cuerda, no tardan en emerger aquí, desde el principio está claro que algo ha cambiado en su propuesta (para empezar, que Barwick ha vuelto a la autoproducción), y lo que evoca esta pieza son escenarios más bien oscuros, algo que se confirma en la pista siguiente, ‘Nebula’, que se desarrolla a través de una hipnótico colchón de sintetizador de tonos tibios. Dice Barwick, de hecho, que durante la grabación de este álbum «hubo momentos de aislamiento y corrientes oscuras», algo que ha sabido expresar muy bien introduciendo sintetizadores a su fórmula en piezas como la escalofriante ‘Same’, un cántico sagrado entre Barwick y Thomas Arsenault de Mas Ysa, al que oímos también en la igualmente sobrecogedora ‘Someway’; ‘See, Know’, una pizpireta pieza electrónica de acordes rotos; o la mencionada ‘Nebula’, que suena algo así como a Meredith Monk remezclada por Oneohtrix Point Never.

Tampoco son pocos los momentos del álbum en los que la destacada presencia de pianos y cuerdas evocan a la Grouper de aquel sombrío ‘Ruins’ que, casualmente, también fue grabado en Portugal, aunque Barwick ha repartido su tiempo entre Lisboa, una casa abandonada en Nueva York y la Moog Factory de Asheville (Carolina del Norte). Sin ir más lejos, ‘Wist’ es particularmente fantasmal, mientras la canción que le sigue, ‘Big Hollow’, evoca a espíritus danzando al son de un piano que podría no estar tocando nadie. Como es costumbre, nadie adivinaría dónde ha nacido ‘Will’ más que de la propia naturaleza (corpórea o espiritual), con la diferencia de que Barwick la ha conjurado ahora desde cierta lugubridad y contemplación intimista. El producto es ligeramente distinto pero el resultado es el mismo, Barwick vuelve a hacernos flotar, soñar, olvidar nuestro entorno y sumergirnos en un viaje en el que cuerpo y alma se funden. No es Barwick la única que lo hace, ojo, pero sí es la única que lo hace así.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Nebula’, ‘Same’, ‘Big Hollow’, ‘Someway’
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Publicado por
Jordi Bardají