‘Fuego eterno’: Jerry Lee Lewis, cielo, infierno… y boogie-woogie

La editorial Contra, una de las que más mima la música, ha publicado este año en castellano ‘Fuego eterno’, ‘La historia de Jerry Lee Lewis’ que Nick Tosches editó en 1982. Una oportunidad de aproximarnos a la biografía del célebre artista cuyos ojos «encierran los colores de toda la tristeza jamás habida y por haber». ‘Fuego eterno’, aparte de una biografía, es un libro también válido para conocer un poco mejor la sociedad americana entre los años 30 y 60, y en qué medida estaba dominada y controlada por la religión, a través del desarrollo del boogie-woogie, «la música del diablo».

No falta detalle de Jerry Lee Lewis: las muertes trágicas en su entorno familiar, sus tormentosos matrimonios (uno de ellos, con una menor, le costó la repulsión británica y tener que cancelar una gira), sus problemas con las drogas y el alcohol y sus vaivenes con la fama y el reconocimiento, ensombrecidos por la figura de Elvis Presley. Pero lo mejor es que la música sirve como metáfora de una sociedad paradójica, en leve pero constante evolución, y uno de los mejores ejemplos es ese episodio en que la canción ‘My God Is Real’ se va convirtiendo en un boogie-woogie cada vez más rápido y extasiado durante una de sus interpretaciones. Del cielo al infierno -para bien- en un minuto.

A pesar de que los neófitos pueden encontrar el libro un poco cargado de «name dropping», es decir, se nota que las personalidades de la industria que todo el mundo conocía en 1982 no son las mismas que todo el mundo conoce en 2016, ‘Fuego eterno’ es una gozada que recopila por ejemplo la primera aparición de Elvis en Billboard, el día en que se reunieron tocando en Sun Records de Sam Phillips como quien no quiere la cosa Carl Perkins, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis y hasta de nuevo Elvis Presley; o las primeras aproximaciones de nuestro hombre, «The Killer», a la música negra.

Para leer pegado a tu red de streaming favorita, el libro no sólo cuenta la historia de ‘Whole Lotta Shakin’ Goin’ On’, ‘Great Balls of Fire’ o la reinvención country de Jerry Lee, sino que recuerda los temas con que practicaba en sus inicios, su admiración por Jimmie Rodgers y Al Jolson, y también por Hank Williams, en especial por ‘Lovesick Blues‘, que consideraba «una canción perfecta tan válida para Jimmie Rodgers como para Al Jolson».

Un gran equilibrio entre música, documentación y retrato social de la América de la decadencia, que trasciende la anécdota aunque estas sean impagables. Aquí aparece recogido el día en que Jerry Lee Lewis prendió fuego a su piano con una botella de Coca-Cola por el cabreo que pilló de tener que telonear a Chuck Berry y no al revés, o el día en que contestó esto a la pregunta sobre si actuaría en un concierto benéfico contra las centrales nucleares: «Ni de coña. ¡Que les den a todos por el culo! ¡Que les den! ¡Que los maten a todos y que se vayan al infierno! Acabemos de una vez y que sea rápido, joder. Eso sí, sin matar a ningún caimán de Louisiana. Estuve casado con un par». Misoginia, machadas cazatitulares a lo Gallagher/Morrissey, presión hacia los artistas por el compromiso político, rivalidad con otros cantantes… Con ‘Fuego eterno’ comprobarás que no sólo la música es «eterna». 8.

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Publicado por
Sebas E. Alonso