¿Será cierto que es mejor, más gratificante para los artistas? Hemos querido preguntar a unos cuantos que han vivido ambas realidades -darse un baño de masas en festivales y también tocar en algún que otro local medio vacío- para saber qué opinan de esta extraña ocurrencia. La mayoría no están de acuerdo. Borja Rosal de Extraperlo, que este año han publicado ‘Chill aquí‘, duda sobre la metodología: «Creo que Julian Casablancas debe haber hecho esa encuesta de madrugada entre una pequeña muestra de cabezas de cartel con problemas a la hora de valorar lo que han conseguido. A nosotros nos gusta tocar en festivales, cuando un concierto nos funciona en ese contexto se vuelve una experiencia increíble, da sentido al hecho de salir a tocar en directo».
Rodrigo de Triángulo de amor bizarro, que este año volvían con el sobresaliente ‘Salve discordia‘, es incluso más crítico, calificando la declaración de Julian de «niño pijo» y la del «concierto sorpresa» como «elitista»: «La declaración de Julian Casablancas, aunque la respeto, me parece un poco de niño pijo, es como decir que prefiere el hambre a la comida. A mí me gusta tocar en todos los lugares posibles, eso sí, con gente mucho mejor. Hacemos muchas salas porque nos gustan pero también disfrutamos a tope de los festivales, normalmente dispones de medios que en las salas no y te encuentras a un público lejos de tu zona de confort, con lo que te tiene que salir bien para convencer, que es de lo que se trata. Los conciertos sorpresa de celebridades me suelen parecer elitistas y un poco ridículos: los músicos se hacen famosos por la gente que escucha música, no por los cuatro enchufados que suelen tener acceso a estos eventos».
«Los conciertos sorpresa de celebridades me suelen parecer elitistas y un poco ridículos». Rodrigo, TAB.
Quizá Julian Casablancas no ha tenido que tocar durante años en bares semi vacíos, a diferencia de Zahara, que continúa presentando las canciones del fantástico ‘Santa’: «A mí particularmente no me gustan los festivales pero como público, me parece muy agobiante estar rodeada de tanta gente, tener que estar corriendo de un lado para otro. Me estresa mucho. Pero como artista me flipa tocar en festivales, te da la oportunidad de tocar frente a un público que no tiene que ser necesariamente el tuyo, y hacer un repertorio más intenso que el que harías en un concierto pequeño. Y luego puede ser porque yo he crecido y me he cultivado en bares pequeños: ya he tocado muchísimos años de mi vida en bares semi vacíos. Me encantan los grandes escenarios, las luces y que haya mucha gente bailando a mis pies».
También sabe mucho de «bares vacíos» Ricardo Lezón de McEnroe: «He disfrutado mucho tocando en ambos formatos. De tocar en bares medio vacíos tengo el culo pelado, en festivales he estado menos. En los bares está la cercanía, los nervios buenos, me pongo mucho más nervioso en un bar que en un festival, la barra está más cerca y el plus de poder improvisar, pero sobre todo la cercanía del que escucha. En los festivales suenas bien, puedes ver a más grupos y te pueden ver más personas, además hemos tenido la suerte de tocar en los que más nos apetecía. Me encuentro más cómodo en un bar pero me hace mucha ilusión que nos llamen para festivales. A mí lo que me gusta es tocar».
Se decantan también claramente por los festivales Sexy Zebras, autores de ‘Hola, somos los putos sexy zebras‘: «Eso lo dice (Julian) porque ya ha llenado todo lo que tenía que llenar y está viejo… El tamaño del lugar a nosotros nos la suda pero nos gusta que esté todo hasta el culo. Entre un festival y un mierdabar… ¡siempre un festival!». Mientras, Felipe Fresón de Fresones Rebeldes y Cola Jet Set
y Joe Crepúsculo no muestran preferencia ninguna. El primero tiene otras inquietudes («Me gusta tocar y me da igual dónde y ante cuántos siempre que consiga captar el interés de al menos las primeras filas. Me deprime la indiferencia pero por suerte no me suele suceder»), mientras el segundo cree que «depende del momento»: «Es verdad que así de entrada siempre apetece mucho más la cercanía de una sala y el sonido que tiene pero a veces se dan en los festivales unas condiciones que salgan conciertos muy especiales. Estoy pensando por ejemplo en FIB del año pasado y nuestro concierto con la boy band que guardo en mi memoria con mucho cariño». (La «boy band» es Aaron Rux, El Alacrán, Tomasito, Esteve Torres y el coctelero Alberto de Dry1862, ver foto).«Es cierto que otras muchas veces disfrutas muy poco ya que si no eres uno de los grandes tu prueba de sonido se reduce a chequear líneas, vas muy estresado de tiempo y surgen problemas por todas partes que están fuera de tu control… te entra mucha angustia, disimulas y entonces piensas: ¡quién me mandaría a mí meterme en esto!». La Bien Querida.
No obstante, sí hay una artista que ha querido tirar un cable hacia la declaración de Casablancas. Se trata de La Bien Querida: «Julian Casablancas está muy acostumbrado a tocar delante de miles de personas y de ser cabeza de cartel en festivalazos. Mi experiencia es muy diferente a la suya. A mí muchas veces me hace mucha ilusión tocar en festivales sobre todo si te ponen a buena hora y además la cosa sale bien por ejemplo el año pasado en el Low Festival. Por otra parte, es cierto que otras muchas veces disfrutas muy poco ya que si no eres uno de los grandes tu prueba de sonido se reduce a chequear líneas, vas muy estresado de tiempo y surgen problemas por todas partes que están fuera de tu control… te entra mucha angustia, disimulas y entonces piensas: ¡quién me mandaría a mí meterme en esto!».
Los conciertos en sala pequeña, en «bares» (en las ciudades en que sea legal hacerlos) tienen el encanto de la cercanía, la intimidad, la comodidad, la posibilidad de escuchar temas que no pegan en un festival. Los festivales, el ambiente fiestero, la ausencia de relleno si el artista aún no tiene mucho repertorio, a veces mejores condiciones técnicas. No hay por qué elegir, como nos indica Esteban Girón de Toundra, que hace poco se atrevían a tocar en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid, después de haber actuado tanto en pequeñas salas como en macrofestivales: «Tocar en una sala siempre te permite llevar a cabo un espectáculo más «tuyo», cuidar de más detalles, tienes al público más cerca, normalmente está más pendiente de ti porque no formas parte de un akelarre de grupos que desfilan uno a uno por los escenarios de ese festival. Pero tampoco hay que caer en el postureo fácil: tocar en festivales está muy bien también. ¿Es que acaso hay que elegir? Son dos lenguajes que toda banda ha de controlar».
La sobrada igual es decir que quieres tocar en un bar «semi vacío» cuando no has tenido nunca que hacerlo. Los Strokes tocaron en El Sol (Madrid) para 400 personas cuando ya eran famosísimos, muchísima gente quedó fuera (quizá sí que hubo dentro bastante «enchufado»), y Julian demostró que sí, que prefería tocar en sala pequeña a costa de recaudar menos dinero. De manera significativa, Strokes sacaron un disco que no presentaron en directo hasta dos años después.
También es verdad que, cobrando lo que cobra por encabezar un festival tamaño FIB, Primavera Sound, no necesita nada más. Y es que una cosa es tocar en un bar semi vacío porque no has avisado a nadie -y no niego que puede tener su encanto observar la reacción del público en un evento así cuando estás acostumbrado a una fama tipo Strokes- y otra tocar en un bar semi vacío porque no te queda otra. Borja Rosal de Extraperlo concluye: «podría decir que conozco un 2% de músicos en mi entorno que prefieren tocar en un bar semi vacío y simplemente lo consiguen».