La tarde-noche comenzó con el directo de John Grvy. Si hace un par de semanas ofrecía un concierto en el escenario SónarDome del Sónar de Día de Barcelona, en esta ocasión lo hacía en el Isla. Al tener este escenario una playa de arena delante de él, parecía algo difícil que alguien pudiera llamar la atención de los espectadores para que dejaran de estar sentados con su mini de cerveza en la mano, pero Grvy lo consiguió. Sobre el escenario tan sólo estaba él y sus dos productores, Lowlight, y gracias a cómo animaba al público para que se acercara y no tuviera miedo de ponerse en primera fila, dio un directo que animó hasta al más escéptico de Mulafest. Los grandes aciertos de este concierto consistieron en que John Grvy se bajó del escenario a cantar y a bailar ‘Skit’ y, después, ofreció a todo aquel que quisiera, subir al escenario con ellos. El momento kitsch lo aportó con la versión johngrvyzada de ‘Everybody’ de los Backstreet Boys. Talento, fuerza y energía es lo que rezumó el «Black Julio Iglesias», como él mismo se autodenominó.
Dentro del escenario principal, SBTRKT vino, pinchó y triunfó con su dj set. Durante más de una hora hizo bailar a un público que combinaba a los skaters que estaban dentro del pabellón de arte urbano con la gente que empezaba a llegar al festival. Abrió el setlist con su versión de ‘Burn The Witch’ de Radiohead. Además, alternó canciones suyas con otras versiones de gente como James Blake y Little Dragon. La única pega, que quizá fue demasiado pronto para un muy buen dj set y él debería haber cerrado la noche, porque Troyboi, que fue el último que tocó en este escenario Mulafest, dejó a la gente un poco aturdida con su extraña mezcla de freestyle y rollo Bollywood hiphopero.
Llegó el turno del rapero español C.Tangana, que salió a cantar con Agorazein al completo. Si en SBTRKT el público era variado, desde gente que quería bailar a modernas, skaters y pijos a los que les gusta la electrónica, con Puchito parecía otro público completamente distinto: skaters y chicos que visten como raperos y chicas que visten como ratchets o raperas incipientes llenaron el escenario principal. Con la copa en la mano y unos visuales que mostraban dibujos animados y fragmentos de películas de los años ’80, cantó ‘Drama’, ‘Nada’ o ‘Chikos de Madriz’ de C.Tangana, mientras alternaba canciones de AGZ como ‘Epokhe’ o ‘100k pasos’. El colectivo de raperos fue lo más potente patrio de toda la noche.
Tras ellos, vino el dúo Sleaford Mods, que consiguió el mismo efecto de cambio de SBTRKT a C.Tangana. De nuevo, el escenario Mulafest se transformó completamente. Sin visuales y con mucho menos público, dieron un gran directo. No había mucha gente pero no por ello esta estaba menos entregada: los fans siguieron a Jason Williamson, que parecía que tenía Tourette en el escenario sin parar quieto ni un momento. Su carisma y fuerza contrastaban con la calma, cerveza en mano, de Andrew Robert, que parecía que estaba pinchando en una fiesta en el salón de unos amigos. No faltó el comentario sobre el Brexit, propio de un grupo que más que cantar suelta frases casi rapeadas sobre las clases sociales y trabajadoras.
El cierre de la noche estuvo a cargo de Undermad en el escenario Isla y Troyboi en el escenario Mulafest. Los primeros se centraron más en la música disco de los 70 y el reggaetón. Los que estaban en este escenario fueron los más osados porque al aire libre, hacía bastante frío. Troyboi, que la última vez que tocó en nuestro país fue hace dos semanas en el SónarVillage del Sónar de Día, sin embargo, no ofreció un directo tan contundente como el del festival barcelonés. Su dubstep freestyle lo combinó con música a lo Bollywood –es importante recordar que esta edición de Mulafest estaba dedicada ala India– por lo que de repente, veías a las cinco de la mañana a chicos patinando sobre una tabla de skate, a mujeres con saris o a gente muy pasada bailando la extraña combinación musical del rapero londinense.
¿Lo mejor de la noche? Los directos de C.Tangana, John Grvy y Sleaford Mods. ¿Lo peor? Que SBTRKT pinchara tan pronto y el aparente pasotismo de Troyboi en el cierre.
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