A su término, era posible ver un par de canciones de Cosmen Adelaida, las últimas, nada casualmente dos de sus mayores hits, ‘Viernes’ -que si no me equivoco de manera absurda sigue sin ser editada ni subida a Spotify- y ‘Becerro de oro’. Muy buen sonido al menos en este momento final y toda la energía sobre el escenario, pero demasiada competencia, empezando por el calor y terminando por Rat Boy. Este último, embutido en un mono naranja, fue el que más público se llevó hacia las ocho de la tarde. Su mezcla entre Beastie Boys, The Streets y sobre todo The Clash cuenta con un punto más que freak y divertido.
Como si hubiese leído comentarios en Facebook sobre que todos los festivales traen a los mismos grupos, la organización del FIB ha traído a Reykjavíkurdætur, un colectivo islandés de 15 raperas (se contaban 13 sobre el escenario, aunque es difícil asegurarlo, entran, salen, no paran quietas) que no ha podido dar más la nota. Las hemos visto gatear, simular coitos… mientras una DJ lanzaba bases de hip-hop oscuro y vago, con algún tinte lejanísimo a The Knife. Muy reivindicativo y político, como se anunciaba, no parecía, sobre todo cuando una de ellas ha presentado una canción y ha resultado estar dedicada para la gente que tiene roto el corazón, que la mayoría de las chicas escuchaban sentadas en el escenario.
Pero la reivindicación llegó en la penúltima canción y fue muy clara: «Esta canción va sobre salir desnuda si me da la gana y mantener mi derecho a no ser violada a pesar de ello», indicaba una de ellas. Tras esta, el despelote, muchas se desnudaban de cintura para arriba mientras el público atendía inaudito. Aplausos. Atentos los fans de Peaches.
El FIB no necesita pensar en cuotas de paridad: al mismo tiempo que Reykjavíkurdætur volvían a actuar Hinds, aún de día, en el escenario más grande, y un día después de ofrecer un concierto sorpresa que aparecía en el programa como Las Weers. Unas 4.000 personas -bastantes españolas- asistían a su set habitual, en el que no han faltado temas como ‘Castigadas en el granero’ ni tampoco su energía y buen humor. Las ves actuar y es increíble cómo han sabido lidiar con las críticas: se lo suda todo, Hinds siempre tendrán una sonrisa para el público. Muy buen sonido; bastante más difícil de comprender el dejado juego de voces en general, con el que ellas mismas bromean intercambiándose los micros en mitad de una canción. ¿Lo mejor? Su guiño al cámping. «Sabemos lo que es», confesó Carlotta Cosials recordando sus años como fiber.
Aries tuvo el acierto de salir acompañada de proyecciones a diferencia de lo que había pasado con El Guincho el día anterior, pero era imposible averiguar en el Escenario Radio 3 qué de lo que sonaba procedía de su ordenador -actuaba sola- y qué venía de fondo del concierto de La Habitación Roja. Una pena porque su repertorio no podía estar más acertado ni lleno de bonitas canciones. A la misma hora el cuarteto irlandés Le Galaxie lo petaba en el Escenario South Beach. Porque donde a su disco ‘Le Club’ igual le falta algo de cuerpo o personalidad, a su directo no le falta de nada ni abusando de lo enlatado. Dirigidos por su líder, un carismático Michael Pope merced a sus movimientos, a su cabeza rapada y a su larguísima barba -atentos los que les guste el look bear-, Le Galaxie dieron un conciertazo con ecos de synth-pop, house y sonidos cósmicos, tan pronto cercano a Mendetz como a la banda sonora de ‘Drive’. Tomad buena nota los seguidores de WhoMadeWho, Hercules y ese otro pop alternativo que podríamos considerar encabezado por Hot Chip. Seguramente pronto los veremos por Razzmatazz o similar.
El concierto de La Habitación Roja podría interpretarse como la continuación del de Los Planetas el año pasado: una cantidad de público similar esperando para recibir el pop nacional más popular, las mismas caras, los mismos gestos. Con un público cada vez más numeroso a medida que iban pasando los minutos, el show se levantaba definitivamente a partir de ‘Voy a hacerte recordar’ con hits como ‘La moneda al aire’, ‘Indestructibles’, ‘Nuestro momento’, ‘De cine’ y, para terminar, una gran ‘Ayer’ con Jorge Martí bajando para saludar a la primera fila. De lo mejor del día, en verdad. Elena HR.
Le Parody nos recordó que el comeback de la carpa en el Festival de Benicàssim no es tan nuevo: ella misma tocó en una chiquitita bastante parecida en ubicación y tamaño cuando ganó el Proyecto Demo. Esta vez en formato trío, con corista y muchacho a los vientos mientras ella se encargaba de las programaciones o el ukelele en vivo, ofreció -al menos en sus primeras canciones- uno de los conciertos más chulos y originales, apto para fans de la world music, del indie, del afropop, etcétera. Siempre bienvenidas ‘Hemos venido a deshacerlo’, ‘Hondo agujero’ o ‘Pity Party’.
Había tantas ganas del karaoke Vaccines que nos llegamos a plantear si el grupo no habría de ser ya cabeza de cartel. Pero su setlist nos recordó que no, que no están preparados. Brillante cuando toca ‘Teenage Icon’, mi favorita ‘Post-Breakup Sex’, ‘Ra Ra Ra’, la infravalorada ‘Melody Calling’ o sobre todo ‘If You Wanna’, el repertorio resulta bastante plano cuando no suenan canciones de este tamaño… que es bastante rato, en definitiva más de la mitad del tiempo. Muy acertado, eso sí, el look de Justin Young, con camiseta tipo béisbol por dentro del vaquero. ¿Este hombre siempre ha estado tan delgado?
Aunque es un dolor irte en mitad de otro conciertazo de Juventud Juché y aunque no soy muy partidario de traer cosas tan filopitchfork como Dan Deacon al FIB, esta vez sí funcionó. El loco artista experto en future-shock reunió a bastante cantidad de público en el Escenario South Beach. Cansan sus trucos «de la mitad para allá haréis tal, los de la quinta fila haréis cual», pero su directo alimentado por el ritmo de una baterista en vivo fue exactamente el chute de energía que pretendía.
Una de las coincidencias más angustiosas sobre el papel era la de Jamie xx, disco del año o casi, con Hidrogenesse, conciertazo asegurado. El «enfrentamiento» empezaba con un tortuoso 0-0, como de final de Eurocopa, el uno aburriendo un poquito con el vinilo rayado, los otros interpretando tostones extraídos de ‘Roma’ como ‘El hombre de barro’ y ‘Elizabeth Taylor’, «la verdadera protagonista del FIB». Al menos ambos escenarios eran cercanos y era una opción ver un tema alternativo de uno y de otros. Era razonable que a Jamie xx no le colocaran en el Escenario Las Palmas. Aunque la música que sonaba en su sesión no podía ser más suculenta -‘Loud Places’, para cerrar ‘Gosh’, etcétera- y el volumen y sonido, mucho mejores que los que acostumbramos a tener con The xx, faltaba un poco de empuje o de repertorio o de proyecciones o de invitados tipo «live» para que pudiéramos equiparar a Jamie con los grandes cabezas de cartel del FIB. Lo de Hidrogenesse, en cambio, fue remontando poco a poco gracias al llenazo de la carpa Radio 3, una cantidad de público por la que muchísimos artistas españoles habrían matado horas o un día antes. Después de que ‘Caballos y ponis’ fuera dedicada al Brexit, sonaron ‘Nada más triste que lo tuyo’, ‘Así se baila el siglo XX’, ‘Échame un kiki’, ‘Disfraz de tigre’ -un hitazo, un clásico inaudito- o ‘A68’, dedicada «al cariño que le tienen al FIB», como momento «romántico». No me canso de reivindicar el carisma que tiene Carlos Ballesteros, capaz de eclipsar al mismísimo ex Astrud Genís Segarra, ahora totalmente rapado. Uno de los mejores frontmen que se han conocido en el pop español, catalán, whatever.
No deslumbraron The Chemical Brothers como cabeza de cartel. Como unos The Vaccines de poca monta parecían faltos de repertorio durante hora y media cuando ni remotamente lo están. Deshacerse nada más salir de ‘Hey Boy Hey Girl’, soltar ‘Go’ al cabo de 20 minutos y dejar para el final ‘Galvanize’ y ‘Block Rockin’ Beats’ no fue suficiente para estructurar un setlist que mantuviera al público despierto. Tampoco ayudaban unas proyecciones minimalistas rozando lo paupérrimo que como en el caso de Major Lazer ponían en tela de juicio quién demonios estaba sobre el escenario. ¿Dónde se dejaron ‘Wide Open’? Que fueran las 3 o las 4 de la madrugada no significa que no sepamos apreciar una buena canción.
Fotos: Casilda Maravall.