La que fuera jueza del ‘Factor X’ británico, ataviada con un virginal conjunto negro que dejaba a la vista más torso que cabello (por menos de esto han tirado a mucha gente en la cola de entrada al Vaticano, una especie de Berghain cristiano), interpretó la canción de manera sentida y emocionada, llevando su voz tan al limite que las venas de su cuello adquirieron el tamaño de rotuladores del bingo. En una imagen posterior de Instagram, revelaba que fue invitada al acto como Embajadora Honoraria de la República de Kosovo y que esta actuación será algo que recordará para siempre. La buena noticia es que parece recuperada del «agotamiento» que la llevó a ser hospitalizada hace unas semanas. No le vendrá mal un poco de inspiración divina para terminar (si es que la ha empezado) la continuación del ya lejano ‘Ora‘.