1. El guión. Mucho más ingenioso de lo esperado. Tiene diálogos bastante graciosos, inspiradas reflexiones a propósito de los «embarazos añosos» o los «algoritmos del amor», oportunos comentarios sobre el «nuevo periodismo», afiladas ocurrencias acerca de los choques intergeneracionales y un enfrentamiento entre los dos príncipes azules (Patrick Dempsey sustituye a Hugh Grant) que genera situaciones de notable comicidad.
2. Los personajes secundarios. En especial los interpretados por la robaplanos Sarah Solemani, la amiga y compañera de trabajo de Bridget, y Emma Thompson, una ginecóloga con la lengua más afilada que un bisturí para practicar cesáreas. El personaje de la madre es algo más convencional, pero tampoco está mal. El gag de yaya de la videoconferencia es muy divertido.
3. La banda sonora. Desde la ya icónica ‘All By Myself’, las canciones siempre han tenido un papel relevante en la saga Bridget Jones. Esta tercera entrega sigue la misma línea: clasicazos como ‘We Are Family’ (Sister Sledge) o ‘Ain’t No Stoppin’ Us Now’ (McFadden & Whitehead), éxitos algo obvios desde un punto de vista dramático como ‘Fuck You’ (Lily Allen), y temas nuevos como el de Years & Years (‘Meteorite
‘) o el de Ellie Goulding (‘Still Falling For You‘), la canción estrella. Sin olvidar el cameo de Ed Sheeran cantando su melosa ‘Thinking Out Loud’.1. Su discurso fariseo. La lógica feminista del personaje de Bridget Jones es el equivalente a «yo no soy homófobo, tengo amigos gays». Que una película esté realizada por mujeres y vaya sobre mujeres, no implica un punto de vista feminista. En ‘Bridget Jones’ Baby’ salen “modern families”, mujeres maduras en busca de sexo ocasional y hasta un grupo punk inspirado en las Pussy Riot. Pero el objetivo vital de su protagonista es más carca y reaccionario que un tertuliano de El gato al agua: ser madre y casarse de blanco, por la iglesia y con un hombre rico. Opciones como el aborto, ser madre soltera o casarse con la persona de quien estás enamorada (no con quien te ha hecho un bombo) ni se plantean. Si esto es un icono feminista…
2. La nueva cara de Renée Zellweger. No queda muy elegante decirlo pero es que no se puede obviar. Después de seis años sin hacer cine, la vuelta a las pantallas de la Zellweger ha revelado lo que todos nos temíamos: la actriz se ha dejado gran parte de su expresividad en el quirófano. Los primeros planos son tan aterradores como contraproducentes para el seguimiento de la trama.
3. Es cursi, antigua e inofensiva. Bridget Jones nació en los noventa, y ahí se ha quedado. La caracterización del personaje, sus reflexiones en off, el tono dulzón de la comedia… Todo parece de otra época. De hace veinte años. ¿Habrá cuarta entrega, basada en el tercer libro? Me apuesto un lifting a que sí. 5,9.