Pros y contras de ‘El hombre de las mil caras’, el nuevo thriller de Alberto Rodríguez

Después del exitazo de ‘La isla mínima’, había mil ojos puestos en la nueva película del tándem formado por el director Alberto Rodríguez y el guionista Rafael Cobos. Junto a la ya estrenada ‘Tarde para la ira‘ y la esperada ‘Que Dios nos perdone’, prometía ser el thriller español que nos levantara dos palmos de la butaca este otoño. Yo solo me removí mucho…

Lo mejor de ‘El hombre de las mil caras’

1. Los (dolorosos) paralelismos con el presente. Cuenta Alberto Rodríguez que mientras leía el libro en el que está basado el guión (‘Paesa, el espía de las mil caras’, de Manuel Cerdán) tenía la sensación de que todo lo que narraba, pese a haber ocurrido hace veinte años, podría saltar a las noticias esa misma noche. No desentonaría entre los muchos casos que ensucian cada poco nuestra actualidad política. Y por ese camino van muchas de las reflexiones más lúcidas y contundentes del filme: que España nunca será como Francia o Alemania porque está «llena de españoles» y que Roldan hizo lo que hizo «porque era lo que hacían todos».

2. Eduard Fernández. Se acaba de llevar el premio al mejor actor en el festival de San Sebastián y no sería extraño que se llevara también el Goya (sería el tercero). El actor consigue algo muy complicado, muy parecido a lo que hacía Leonardo DiCaprio en ‘El lobo de Wall Street‘ pero desde la contención: que el espectador empatice con un caradura como Francisco Paesa, pero no tanto como para dejar de considerarle lo que es, un tipo despreciable.

3. Los diálogos. En especial las réplicas que salen de la boca con olor a tabaco del personaje de Paesa. Son más mordaces y afiladas que el borde de los «papeles de Laos». «Nadie dijo que hacerse rico fuera barato»…

Lo peor de ‘El hombre de las mil caras’

1. Resulta más interesante lo que cuenta que cómo lo cuenta. Los ingredientes son de primera calidad, eso es indudable, pero el plato no. Y eso que no podía haber mejor cocinero. Pensé que nunca iba a decir algo así de una película dirigida por Alberto Rodríguez y escrita por Rafael Cobos pero… ‘El hombre de las mil caras’ es un thriller político bastante insípido y rutinario. Le falta todo lo que tenía de sobra ‘La isla mínima’: poder de sugerencia, emotividad, atmósfera, tensión dramática…

2. El uso de la banda sonora. No porque la música compuesta por Julio de la Rosa sea mala, ni mucho menos, sino porque ejemplifica las limitaciones narrativas de esta película. La vigorosa composición de Julio de la Rosa, con ecos de Suicide, parece estar continuamente empujando la narración. Tira de ella de forma tan evidente que consigue el efecto contrario: crear la sensación de que la música va por un lado y las imágenes por otro.

3. Las pelucas y las calvas postizas. No llega al nivel chanante de Johnny Depp en ‘Black Mass‘, pero casi. La calva roldaniana de Carlos Santos y, en especial, el pelucón que lleva Luis Callejo para parecerse al ex ministro Juan Alberto Belloch son muy, muy mejorables. Te pueden sacar de la película con más fuerza que la peste a nachos que había en el cine donde fui a verla. 6.

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Publicado por
Joric