‘Operación Triunfo: el Reencuentro’: entre el temprano programa navideño, el publirreportaje y el futuro biopic

‘Operación Triunfo’ fue un fenómeno social en la historia de la música pop en España, claramente digno no de uno sino de varios documentales. Que hasta casi 13 millones de personas se reunieran frente al televisor para ver la final de un programa con actuaciones del tipo karaoke, que tal cantidad de cientos de miles de personas se acercaran cada semana a las tiendas de discos para comprar los discos de las galas, es algo que nos cabe tan poco en la cabeza en 2016 como la totalidad de los modelos diseñados en 1992 que los concursantes lucieron en las galas de 2001.

Naturalmente, ‘El Reencuentro’, la serie de tres episodios que RTVE ha ideado celebrando su 15º aniversario, no es el documental que nos explique por qué se pudo producir ese fenómeno, su relación con Gran Hermano, estrenado en España un año antes; el salto en la implantación de internet en España que se vivió en los primeros años del siglo; la cumbre de consumo en la industria musical (justo 2001, antes del desmelene de la piratería), etcétera. No se da voz a expertos, grandes ejecutivos o periodistas. El programa se centra en la reunión en una sala de los 16 concursantes, los cuales recuerdan anécdotas sin sustancia o interpretan viejas canciones con las mismas voces incoloras de siempre, amparándose en que la clave del éxito del programa fue el «buen rollo» entre ellos. Por ahí, ‘El Reencuentro’ parece un temprano programa navideño en el mejor de los casos, y un publirreportaje de la cadena o del concierto que se celebrará el día 31 de octubre en Barcelona, en el peor.

El concierto que alguien ha tenido la ocurrencia de programar en Halloween como para reírse de la cualidad de «muertos vivientes» de algunos de los participantes (al programa de ayer no le habrían venido mal un par de rótulos indicativos sobre quiénes eran algunos de los ex concursantes que figuraban) ha sudado tinta para agotar entradas pese a la macropromoción recibida por las vías normales y por las alternativas (el recurrente «trending topic» de Juan Camus). El propio Manu Tenorio era el primero en reconocer que en ‘Operación Triunfo’ «la música quedó en segundo plano» por el compañerismo y todo eso, en plena contradicción con lo que se presenta al comienzo como el recuerdo de «un gran proyecto musical».

Así, no tanta gente quiere ir a un concierto de esta índole 15 años después. Todos sabemos que en verdad ‘Operación Triunfo’, pese a las desbordantes cifras de ventas de las galas semanales y de los primeros discos de sus participantes, y pese a la envidiable posición en la industria musical que aún a día de hoy conservan especialmente David Bisbal y David Bustamante, dejó una buena ristra de discos improvisados, producciones mediocres y portadas que duele a los ojos ver, que nunca fomentaron -ni se buscó- la cultura musical en España. Es marciano, a diferencia de lo que ha de suceder con un buen disco, plantear siquiera que un álbum de una de estas personas te pudiera llevar a cuestionar sus influencias, a descubrir otras cosas, a comprarte algo que no hubieras visto por la tele. Irónicamente, como para plantear este debate, el programa de anoche se veía aderezado con música de Bon Iver, Kings of Convenience, Jose Gonzalez o Explosions in the Sky. Me pregunto quién de sus concursantes y de sus fans podrían entonar siquiera una de las canciones de estos artistas que han vendido cientos de miles de discos y han generado tanto entusiasmo con sus giras por nuestro país. A nadie le importará nada.

‘El Reencuentro’ deja también abiertamente a la luz -y es uno de sus escasos aciertos- la falta de autenticidad de algunos de los productos que se presentaron en el mercado. De hecho, es en las entrevistas unipersonales grabadas aparte de ese «reencuentro» donde se ve lo único interesante de este documental: cómo Álex habla totalmente desencantado de la industria porque se encontró actuando con un grupo con el que no quería actuar sólo porque una mano negra en la que no se profundiza le obligaba («»¿Por qué?». «Porque sí». Pues así era»); cómo Geno #SufroComoGeno llegó a ser aconsejada por Rocío Jurado; o cómo algunos se quejan de que había favoritos. A falta de comprobar si Naím explica cómo se le ocurrió hacer una canción-acróstico mandando a la mierda con discreción y educación a VALE Music, de momento lo mejor ha sido ver que Rosa recibe un justo protagonismo, a pesar de que Bisbal aún no suena muy convencido cuando dice que ella era la mejor opción para ir a Eurovisión.

Aparte de haber sido la ganadora, es sin duda el personaje más singular surgido en el programa. Al margen de su comparación con el público de un estadio «con un potaje de lentejas» que espero que traspase generaciones, todavía dejan con la boca abierta sus serias dificultades para aceptarse a sí misma o enfrentarse a su propio pasado: «tenía 20 años pero mi cabeza era de 13 años. No estaba preparada (para el programa) ni físicamente ni emocionalmente. Ni culturalmente. Yo no puedo ver vídeos porque me choca mucho. Me enfada verme así». «No había por dónde cogerme», llega incluso a repetir. El biopic sobre esta versión de la Cenicienta de principios de siglo parece más cercano.

Calificación: 6/10
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Publicado por
Sebas E. Alonso