El viernes comenzó con el directo de la catalana Museless, que fue la gran sorpresa del día. Laura Llopart, productora de electrónica minimal, tocó, en su mayoría, canciones nuevas y no del EP ‘Grey Boy’ porque como ella mismo explicó, era el primer concierto que tocaba en la sala principal y quería «probar canciones nuevas para ver cómo funcionaban». Lo mejor de este directo fueron sus visuales, que a veces eran psicodélicos, geométricos y, otras veces, parecían figuras extrañas extraídas de un videoclip de Chris Cunningham. Una vez abajo, en La 2, los newyorkers Public Access TV dieron justo lo que la gente quería: rock, actitud y baile. El público tenía muchas ganas de verles y de hecho, llegar a la primera fila resultaba bastante complicado. Sin visuales, con poca interacción con el público excepto un «nos encanta poder estar aquí y dar un concierto en Barcelona», tocaron temas de su primer disco ‘Never Enough‘, como el single ‘End of an Era’ o ‘Patti Peru’, y otros como ‘In Love and Alone’. A pesar de su poca espontaneidad o locura encima del escenario, fueron uno de los mejores directos de la noche.
Operators y Seth Bogart fueron los conciertos con más personalidad y divertidos del viernes. Los primeros porque ofrecieron, con Dan Boeckner a la cabeza, un show en el que transmitían fuerza, personalidad y energía, y un viernes por la noche eso es lo que el público quiere. Canciones como ‘Cold Light’ amenizaron un show en el que su carisma y su pop electrónico oscuro fueron más que suficiente para entretener al público. Seth Bogart, un Boy George del siglo XXI, se iba vistiendo y desvistiendo a medida que tocaba una canción u otra, por eso provocó comentarios y reacciones encontradas entre el público del tipo «no sé si es una broma o es muy guay» o «este tío nos está vacilando». Su electro-pop ochentero y sus performances, que nadaban entre la genialidad y el mamarrachismo, no dejaron indiferente a nadie, todo esto combinado con visuales que parecían cogidos de una sitcom de los años 80 convirtiendo el show de Seth en un gran WTF.
En lo nacional, Tversky, dúo formado por Xavi Paradis, mitad de Boreals, y Alan Himar, gustaron con su electro funk y encandilaron al público con frases como «el groove es nuestro estilo de vida». Más que lo peor, lo más flojo de la noche, fueron Lucy Dacus y Yumi Zouma. La primera, que tocaba un folk melancólico tras Museless, aunque sonaba bien y de una forma correcta, no consiguió animar a nadie. Y los australianos no dieron la talla porque, aunque había mucha expectación por verlos en directo, no tuvieron suerte con el sonido de las voces ni tampoco despuntaban por su actitud. Sonó mucho mejor pinchado su primer disco, ‘Yoncalla’.
El segundo día del festival empezó con el llenazo del australiano Alex Cameron en La 2. Además de sonar bien, sin ningún fallo técnico, se mostró bastante dicharachero. Cuando estaba a punto de terminar, ofreció elegir al público la canción que hubiese querido que él tocara, pero, tal como lo planteó y jugó, terminó llevándolo a su terreno y tocó ‘She’s Mine’.
A Maria Usbeck teníamos muchas ganas de verla, porque ‘Amparo‘ es un gran primer disco y una gran carta de presentación. La cantante explicó que estaba muy nerviosa porque había creado una banda sólo para este concierto dentro del festival y, de forma muy humilde, iba explicando canción a canción. Además, contó una anécdota muy curiosa, como que en Nueva York no puede hablar con casi nadie en español, por lo que se va a tiendas latinas para poder practicar y, así, mejorar. Hizo una versión de ‘Cállate, niña, no llores más’ de Jeanette y de ‘Amparo’ sonaron pistas como ‘Ciudad Desnuda’ y ‘Moai y Yo’. Se percibía su talento, pero al mismo tiempo, transmitía mucha fragilidad.
Lo que pudimos ver de la banda holandesa PAUW –me refiero no a la duración sino a la cantidad de gente que había, era imposible llegar más a allá de la décima fila- fue correcto. Si no conocías al grupo, lo más probable es que pasaras más tiempo intentando adivinar si el vocalista era un chico o una chica. Cuando, casi al final, habló, descubrimos que Brian Pots era un chico imitando demasiado el estilo de Kevin Parker. Looks excéntricos y chaquetas de lentejuelas para el vocalista y el batería que contrastaban con el resto de la banda vestida toda de negro, mientras tocaban sus singles más conocidos, como ‘High Tide’, ‘Visions’ o ‘Memories’.
El concierto más esperado del sábado era el de Minor Victories. El supergrupo inglés formado por miembros de Slowdive, Editors y Mogwai fue impecable tanto en la ejecución como en la intensidad –bueno, intensos quizá de más- pero falló la hora a la que estaba programado, las doce de la noche. Habrían pegado más hacia las nueve o las diez con la gente algo más despejada. Eso sí, el público parecía encantado y la sala Apolo estaba llena, tanto la primera planta como la segunda.
Ash Koosha, que cerró la segunda jornada, comenzó unos minutos tarde, creemos que por problemas técnicos, ya que se subieron varias personas al escenario a toquetear su portátil. Aunque la electrónica del productor israelí era experimental, avanzada y bastante refinada, tampoco pegaba mucho en su horario, la una y media de la mañana, ni en la sala principal con unos visuales que imitaban, no sabemos si de forma premeditada o no, a los de Jesse Kanda para el productor ARCA. Quizá pegaba más en un MIRA festival o en un Villamanuela.
El último día del festival daba la sensación de que mucha gente sólo iba a ir directamente a ver a los jóvenes Whitney. Así, el domingo empezó con la banda Yumi Yumi Hip Hop de Barcelona. Lore, Eli y Uri presentaron sus canciones en un miniconcierto de no más de veinte minutos. Alternaron canciones que no duraban más de quince segundos con otras como versiones de Antónia Font (‘Calgary 88’). Aunque breve, demostraron que tienen mucho talento y, si siguen así, un brillante futuro por delante.
Whitney, el grupo más esperado –eso decían los corrillos de la gente mientras subías y bajabas de un escenario a otro-, no defraudó. Este joven conjunto de Chicago es una de esas pocas bandas que hemos visto en directo con un batería que canta y que es el eje principal. Nos recordó a los británicos Slaves y su punk, no en cuanto a estilo sino en presencia y actitud. Aunque Whitney sea más psicodélico y pop, el vocalista Max Kakacek se mostraba muy cercano, explicando cada canción con una anécdota. «Esta va dedicada a todos nosotros los que estamos en esta sala porque vamos a morir». «Mi abuelo ha muerto, pero no estoy triste, porque mi abuela se va a casar de nuevo y esto está muy bien». A veces paraba y decía que el Apolo era el primer lugar donde había tocado sin aire acondicionado porque estaba sudando mucho, pero que le gustaba, porque le causaba «una reacción química interesante». Terminó con la canción ‘No Woman’ y explicó que estaba dedicada a esa «novia que tienes pero que no es tu novia», y que todos tenemos «una chica así en nuestra vida». Impactaron mucho a la mayoría del público, por lo que no dudamos que caigan en el Primavera Sound 2017.
Hoops, otra jovencísima banda, esta vez de Indiana, admiró con su pop –en el sentido más tradicional de la palabra- fresco, sencillo y directo. El mejor momento fue cuando bajó la banda Whitney al completo y empezaron a cantar, todos juntos, el single ‘All My Life’.
El festival terminó con la decepción de Porches en la sala principal. Tocaron bien, sonaban bien, no había problemas ni con la banda, ni con el público o con la sala, pero el vocalista Aaron Maine es tan extremadamente tímido que parecía que hablaba y actuaba para sí mismo, con la barbilla bajada, o que había bebido de más para poder aguantar el tirón. Maine explicó que era su primera vez en España y que por eso estaba así, y justo cuando parecía que se venía arriba y que el concierto iba a ir por otro lado más enérgico, la banda dejó de tocar y se marchó.
Fotos: Dani Cantó para Primavera Club.