«Los medios de comunicación usan expresiones como «abusar sexualmente de niños», «personas que abusan de niños» o «abuso de niños», pero son palabras que no tienen suficiente peso para hablar de esto. Cuando tienes un hombre de 45 años alto y grande y un niño pequeño de seis años y el hombre le empuja contra al suelo y le folla hasta el punto de romperle la espalda y le hace añicos la columna, como me pasó a mí, la palabra «abuso» se queda corta», son sus palabras.
James Rhodes también explicó en otro punto de la entrevista el miedo que pasó por lo que pudiera pasar si hablaba. «Los pedófilos siempre dicen que si hablas te ocurrirán cosas horribles y cuando le repites eso a un niño de seis años, que le matarás, acaba creyéndoselo. Pero al final pensé que él tendría acceso a otros niños, no pude guardármelo más, fui a la policía y me interrogaron durante cuatro horas, para acabar diciéndome que no podían encontrarlo». Igualmente recordó que las consecuencias del abuso no se acaban con el abuso, sino que involucran más cosas: «Las consecuencias más graves son la vergüenza y el odio a mí mismo, las voces en mi cabeza que son incesantes, los diagnósticos de depresión, anorexia, daños autoinfligidos, abuso de drogas y alcohol, promiscuidad…». Como en su libro recuerda cómo su profesión le ha ayudado a salir adelante. «El único hecho irrefutable es la que música, literalmente, ha salvado mi vida».