El resultado de esta unión finalmente se ha publicado este otoño con el dúo llamado Soft Hair y su portada, que retrata a sus dos integrantes como si uno fuera de Britney Spears y el otro de Lana Del Rey en una versión porno del mito de Adán y Eva de los setenta, no podría ser más representativa de este largo que contiene más susurros «sexys», melodías anhelantes y «grooves» burbujeantes al servicio de un funk juguetón y desvergonzadamente experimental y decadente que nunca llega a ser tan psicodélico o memorable como quizá pretende, pero que no deja de resultar entretenido.
Un mérito del disco es que se ha grabado con instrumentos -principalmente electrónicos- inventados por sus propios autores. Si lo escuchas y piensas que no suena como nada que hayas escuchado antes, es porque literalmente no lo has escuchado antes. Por este motivo el largo posee un magnetismo irresistible: los paisajes de sintetizador cósmico, los lengüetazos funk o los efectos acuáticos o de percusión idiofónica de algunas canciones de este trabajo son un banquete para el oído. Mientras, Connan y Sam interpretan sus melodías con un romanticismo y anhelo abatidos, como dos hombres que se han convencido a sí mismos de que nunca encontrarán el amor.
La voz de Mockasin empasta bien con la de Sam y es un hilillo parecido al de Prince que este moldea a su antojo en el número anti-disco nocturno de ‘Relaxed Lizard’, cuyo gancho principal rima «situación» con «reticulación»; ‘Lying Has to Stop’ es una balada hermosa pero siniestra en la que Mockasin canta sobre una chica a la que gusta ver correr pero cuyo trasero nunca tocará y ‘A Goood Sign’ desarrolla una cautivadora tristeza ebria. Por su parte, ‘Jealous Lies’ es una especie de reggae saltarín muy cuco y ‘Live without Medicine’ un ejemplo cristalino de la estrambótica musicalidad de este disco.
Seis canciones y dos interludios instrumentales (sin contar el que abre ‘Lying Has to Stop’) no tendrían por qué constituir un disco insatisfactorio, pero al debut de Soft Hair le sobra experimentación y carece de melodías más carismáticas. ‘Oino’ de LA Priest es especial y conquista a la primera; sin embargo, pocas canciones de este disco logran un efecto parecido. Para llevar tanto tiempo cociéndose, no puede decirse que sea una maravilla, pero como curiosidad que rememorar de vez en cuando en el futuro está muy bien. ¿Y no es el vídeo de ‘Lying Has to Stop’ uno de los mejores del año?
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Relaxed Lizard’, ‘Jealous Lies’, ‘Lying Has to Stop’, ‘A Goood Sign’
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