Esta semana Chaplin ha ofrecido una entrevista a la revista Teleprograma (el TP de toda la vida, vamos) en la que realiza una serie de sonoras declaraciones relacionadas con sus trabajos, tanto los ya conocidos como otros por estrenar. La entrevista tiene imperdibles menciones a Mateo Gil, director de ‘Proyecto Lázaro, de próximo estreno (“El cabrón es muy inteligente”); los rodajes de ‘Juego de Tronos’ (“éramos una panda de delincuentes bebiendo mucho whisky en Belfast y portándonos salvajemente”); su próximo trabajo con Carlos Marques-Marcet y la también “tronista” española Natalia Tena (con la que dice que lleva “dos meses follando en un barco”); o a ‘Taboo’, donde interpreta a una mujer reprimida, sexualmente insatisfecha (“Uno de los grandes problemas del mundo es que los hombres eyaculan”).
Sin embargo, una de las reflexiones que más nos han llamado la atención de esta entrevista es la que se refiere a la ficción española. Como hizo Pedro Almodóvar hace algunos meses, Oona muestra su desencanto con las producciones televisivas y cinematográficas de nuestro país porque considera que desprecian al público: “El público español es muy inteligente, sofisticado y visceral, y el cine y la televisión lo subestiman. No es bueno darle nada masticado, es mejor establecer un diálogo con ellos”, explica. “Los productores españoles no tienen cojones. Aquí se comprenden emociones mucho más complejas que en el mundo anglicano y, sin embargo, las historias se reducen a lo más básico”. Uno de sus últimos trabajos, en cualquier caso, ha sido ‘El padre de Caín’, una miniserie producida por Telecinco que adaptaba la novela homónima de Rafael Vera y cuenta la historia de un Guardia Civil en la Euskadi de los 80, cuando ETA golpeó con más fuerza.