Aunque pertenece al colectivo de hip hop y trap de Atlanta Awful Records, solo una parte de la música de esta chica afroamericana, que empezó subiendo a Youtube versiones acústicas de Gucci Mane y 2 Chainz, tiene que ver con el rap. Las referencias autoeditadas en 2015, el EP ‘BLQ Velvet’ y la mixtape ‘Rose’, contenían un pop muy influido por el house primitivo de los 80, como en las brillantes ‘Roses’ o ‘Fruit’. El pasado año, el sello True Panther se fijó en ella y en él publicó ‘PRINCESS’, un EP íntegramente compuesto, producido e interpretado por ella que ahonda en su personal visión de los sonidos negros y una inclasificable estética. La futura FKA Twigs, Kelela o… ¿Rihanna?
Se trata de un músico, compositor y productor de Los Ángeles que se lo guisa y come todo él solito. Si bien ‘Burn Fast’, su primer single, no era más que una resultona producción muy de nuestros días y poco más, temas posteriores como ‘Horns’ y ‘Voodoo’, en los que unas guitarras blues-rock mezclan más que bien con bases machaconas y considerables ganchos soul, hacen que un futuro disco largo de Fox resulte de lo más apetecible. Lo esperamos.
Educada entre Vivaldi (toca el arpa desde los 7 años) y Erykah Badu o Lauryn Hill (inculcadas por su madre), esta joven de un pueblito de Maryland se ha convertido en una pequeña celebridad en 2016 de forma curiosa: durante una masterclass de Pharrell en la Universidad de Nueva York, a la que ella acudía, el productor juzgaba las canciones de los estudiantes, como ejercicio. Su cara de flipe (minuto 20 de este vídeo) mientras sonaba ‘Alaska’, el tema que presentó Maggie, se hizo viral en poco tiempo. A partir de ahí, la popularidad de Rogers ha ido in crescendo y ‘Dog Years’, su nuevo single, es simplemente la confirmación de que el potencial de esta chica, cuyo pop recuerda en cierto modo a la de Tove Lo, es enorme.
Aunque su álbum de debut esté aún por llegar, lo cierto es que el talento de este artista, nacido en Los Ángeles pero educado en Ghana hasta su adolescencia, es tal que no se les ha escapado a artistas como Solange (ha colaborado en ‘A Seat at the Table’), Local Natives (ha hecho una gira con ellos) o Beck (interpretó, a petición de Hansen, el tema que abre su experimento ‘Song Reader’). Autodidacta pero consumado guitarrista, su soul de poso africano, minimalista y abstracto, rezuma espiritualidad y su uso de las seis cuerdas le otorga un halo de “nuevo Frank Ocean” que resulta de lo más estimulante. ‘Lamentations’, EP publicado hace pocos meses que cuenta con la colaboración de músicos de la talla de Thundercat, parece solo el primer gran paso de una carrera a perseguir.
Como si de unas Haim sin sus niveles de adrenalina (y sin lazos de sangre) se tratara, Muna son un trío de chicas radicadas en Los Ángeles que practican un pop de pátina ochentosa, en el que synthpop, funk, R&B y rock se funden. El resultado son canciones de sonido añejo, casi impropio de tres veinteañeras, pero tan atractivas como ‘Loudspeaker’ o ‘Winterbreak‘, contenidas en su primer EP, ‘The Loudspeaker EP’. Con apenas ese bagaje, ya se postulan como uno de los grupos que más van a crecer en 2017. Y no hay más que escuchar ‘I Know A Place‘, su más reciente single para darse cuenta de ello.
Sarah Nimmo y Reva Gauntlet son las caras visibles de un grupo (Nimmo and the Gauntlets, se hacían llamar entonces) que salió a la palestra en 2014, auspiciados por Kitsuné y Joe Goddard (Hot Chip). Aunque la prensa británica insistía en comparar singles como ‘Jaded’ con The xx, lo cierto es que lo suyo es un pop electrónico con evidentes influencias soul, house y R&B, que en realidad les sitúa en ámbitos similares a los de Years & Years, Shura o La Roux (inevitable, dada la semejanza de la voz de Sarah con la de Ella Jackson). El pasado año los singles ‘My Only Friend’ y ‘Dancing Makes Us Brave’ no dejaban lugar a dudas: su debut, a publicar por Sony en la primavera, no puede pintar mejor.
Tras dar en la diana con ‘Gamesofluck’ y ‘Anotherclock’, singles editados por Kitsuné, estos pintiparados y melenudos jovenzuelos dejaron su Australia natal para instalarse en Berlín, buscando consolidarse como banda en Europa. Aunque su imagen no lo diga claramente, su música es una especie de interpretación garajera, enérgica y fresca del cancionero funk de Chic, con retazos de white-eyed soul que suena como si Daft Punk fueran una banda de instrumentación clásica o como si a Phoenix les diera por reinterpretar ‘C’est Chic’. En verano les tendremos de visita en Vida Festival, pero antes, tan pronto como este jueves días 19 de enero, actúan en una fiesta auspiciada por el festival vilanovense en la Antiga Fábrica de Estrella Damm en Barcelona.
Desde la comunidad nuyorican del Bronx, Destiny Frasqueri apareció como Princess Nokia en 2014, publicando un par de mixtapes con producción de OWWWLS, en las que desplegaban un pop diverso en los que tenían cabida tanto rap, R&B y soul como ciertos ecos de la tradición yoruba. Sin embargo, tras un lapso de algo más de un año en que anduvo perdida, confiesa, en 2016 Princess Nokia volvió con la firme decisión de hacer lo que siempre la hizo destacar: el rap. Con tres canciones brutales como ‘Tomboy’, ‘Brujas’ y ‘Kitana’, ponía sobre la mesa una propuesta contundente y directa a la yugular del acoso por los prejuicios raciales, sexistas y físicos con los que ha tenido que lidiar en una vida nada fácil. Ahora es una ínterprete renovada y segura, que podrá llegar donde se proponga.
Dice su bio que Rachel Keen, originaria de Croyden, al sur de Londres, comenzó a cantar con solo 10 años, animada por su padre y su profesor de guitarra. Sin embargo, ella rehusó a seguir el camino predicho, dejó la prestigiosa escuela musical BRIT y publicó por su cuenta su primer EP, cuyo single ‘Hotbox’ cayó en gracia de Olly Alexander, de Years & Years, que se convirtió en su valedor y logró que Polydor la firmara un contrato bajo su alias, Raye. A finales de 2016 llegó ‘Second’, un EP que contaba con ‘I, U, Us’ como gran himno, que la ha llevado al podio del prestigioso BBC Sound of 2017. Lo cierto es que su pop contemporáneo y heterogéneo resulta, hasta el momento, enormemente estimulante y nos hace pedir más.
No, nos hemos confundido: pese a su nombre en castellano, estamos ante Ben Moorhouse y Leo Duncan, un duo de Londres que factura un pop elegante y reposado que por momentos se mira en bandas que brillaron en los 80 como China Crisis, Tears For Fears o Deacon Blue. Sin embargo, ‘Turn’, ’Elodie’ (su gran “hit”) y ‘Overflow’ (algo así como The War On Drugs despojados de la bruma de feedback) saben sonar vigentes y sugerentes, prometiendo que ‘Hit The Light’, álbum de debut que ve la luz el día 3 de febrero, puede ser una garantía de buen pop de toda la vida. Algo que nunca está de más, claro que no.