Una lectura de ‘Going to a Town’ hoy es perfectamente aplicable a la realidad de que Donald Trump ocupa la Casa Blanca y el himno de Rufus Wainwright captura el sentimiento general de abatimiento y nerviosismo que produce la idea de su presidencia de la misma manera que lo hacía con la de Bush. «Voy a un pueblo que ha sido quemado», canta Rufus; «voy a un lugar cuyo honor ha sido ya mancillado / voy a visitar a unos amigos a los que han decepcionado / qué cansado estoy de ti, América». Rufus, sin embargo, no pierde la esperanza: «tengo una vida que llevar, América / un alma que alimentar / un sueño que perseguir».
Todavía es pronto para averiguar cuán lejos llegará el mensaje de ‘Going to a Town’ en el futuro, pero ya son varios los artistas que se la han apropiado en los últimos tiempos. George Michael la interpretó magistralmente en 2014 durante sus conciertos de ‘Symphonica’ y Salma Hayek la cantó en la película ‘Americano’. Ahora es Lily Allen quien ha grabado una versión de este himno protesta moderno. Su dulce voz contrasta con la angustia hallada por Rufus en letra y melodía, pero la interpretación se antoja sincera. Por cierto, produce Mark Ronson, con quien Allen graba ya su próximo disco.
El vídeo de ‘Going to a Town’ por Allen contiene imágenes de la cantante emitiendo un discurso durante la Women’s March de Londres. Son imágenes particularmente pertinentes hoy, 25 de enero, día en que veremos en todos los periódicos y telediarios la imagen de Donald Trump en el despacho oval, acompañado de sus cinco hombres de confianza, derogando una ley que permite a organizaciones extranjeras que asesoran médicamente a favor del aborto financiarse con fondo estadounidense. Una década más tarde, el himno lleno de esperanza de Rufus sigue igual de relevante y no para bien. Pero ya lo decía Sam Cooke en 1963: «el cambio va a llegar». La esperanza es lo último que se pierde…