Han pasado ya algunos años desde tu último disco como Anntona. ¿Qué ha sido de tu vida? Parecía como si hubieras abandonado el proyecto.
Normalmente, cuando hay un hueco entre un disco de Los Punsetes y otro, intento hacer uno de Anntona. El último hueco me lo salté. Hubiera tocado disco de Anntona entre el tercero y el cuarto de Los Punsetes. Lo intenté, pero me vi un poco sobrepasado por las circunstancias. Empecé a grabar cosas, y tal… pero no. Estaba muy liado. Cosas de la vida. Siempre tenía la inquietud de volver a hacer algo de Anntona, sobre todo porque si no, corres el peligro de abandonarlo totalmente. ¿Qué ha pasado? Pues un montón de cosas. Fui padre, me he casado, muchos trabajos, muchas mierdas… de todo. Pues lo que pasa en la vida de alguien durante seis años. Te puedes imaginar.
¿Crees que todas esas experiencias vitales te han afectado a la hora de componer?
Sí, me imagino que sí, claro. Ahí tiene que estar.
Porque sigue viéndose ese cachondeo tuyo, tan característico, esa ironía. Pero, a la vez (al menos, yo) he creído ver una especie de protesta sutil, casi sentimental: “He tenido suerte de nacer en Occidente”, “tú al menos puedes…”, cantas.
Hombre, eso está ahí. Tampoco creo que sea muy definitorio del disco, pero sí que puede tener esa lectura.
«Nadie saluda en los discos, y me parece muy feo. De muy mala educación»
Luego está ‘Un saludo de Anntona’, que no tiene más lecturas.
(Risas) ‘Un saludo de Anntona’ no tiene ninguna lectura. Es una gilipollez. Como un piano. Está puesto porque creo que ayuda al tracklisting del disco. Así de duro te lo digo. Necesitaba… algo. Como un separador entre la canción anterior y la siguiente, y tenía más canciones, pero no me apetecía incluir nada más. Y se me ocurrió eso, “voy a saludar”. Que nadie saluda en los discos, y me parece muy feo. De muy mala educación. Realmente me lie grabando el saludo. Es todo así de triste. Luego Sebas (Sebastián Litmanovich) le metió la musiquilla por detrás. Al principio era yo hablando. Así de triste. Es lo que ha hecho Sebastián con todo el disco, cogerlo y apañarlo.
Antes ibas sin productor, y ahora tienes a Sebas.
Sí, precisamente por esto que te he contado. Intenté mejorar lo que había hecho en el anterior disco, pero no podía. Y siempre he tenido la idea de trabajar con alguien más, pero es muy delicado. No quería un productor al uso, quería a alguien que fuera músico, y cuando vi lo que había hecho Sebas con Papaya (que también es amiga), dije “hostia… de puta madre. Esto es lo que me hace falta”. Alguien que sea capaz, o de ayudarme con un arreglo, o de coger la canción y hacerla que suene mejor. Que tenga visión para saber cuándo hacer una cosa, cuándo otra… y, hablando con él, nos entendimos muy bien. Y ahí está la gracia del asunto.
De hecho, decías hace años en una entrevista, “si los discos suenan cada vez mejor es porque voy aprendiendo mientras trabajo. Si sigo en esta progresión, acabaré convirtiéndome en Quincy Jones”. Veo que la conversión no se ha producido todavía.
(Risas) Pues no. No va a ocurrir eso jamás. Me encantaría, ¿eh? Es una cosa que me flipa. Pero me falta nivel técnico. Mi propio nivel de exigencia va subiendo, y el último disco, para mi nivel, el ‘Grandes males, remedios regulares’ sonaba muy guay. Para lo que yo soy capaz de hacer. Otro paso más yo solo no hubiera sido capaz de darlo. Hacer un disco solo en casa es algo bastante jodido. No recomiendo, en general, hacer un disco tú solo. En algún momento del proceso tiene que entrar alguien más. Porque si no, te vuelves loco. Se te va la olla.
Es casi como si hubieras ido madurando. Se acaban los títulos broma de ‘Antonna es buena persona’ o ‘En la cama con Anntona’ y pasas a ‘Grandes males, remedios regulares’, y ahora ‘Internacional’. Una palabra contundente y seria.
Y hasta tengo productor (risas). Sí, bueno. Intento hacer las cosas un poco diferentes, y un poco mejor, si se puede. Siempre. También porque este disco me apetecía tomármelo un poco más en serio, y hacer una cosa bien hecha. Porque si no, también corro el riesgo de sacar un disco sin dedicarle el tiempo que se merece. Al final, el esfuerzo es el mismo de hacer un disco un poco chungo, a hacerlo un poco mejor. Y corre el peligro de extinción, realmente, si no te lo tomas en serio. Está bien darle un poco de dedicación al asunto.
De hecho, hay una canción que, sin los sintes y los arreglos de producción, casi parecería una letra de Marwan o Luis Ramiro.
(Risas) ¿Ah, sí?, ¿cuál? (risas).
«Los cantautores o tocan bien, o cantan bien, o hacen algo bien. En mi caso… no»
“Te echo de menos, vamos a vernos, soy gilipollas, pero te quiero”. ¿Has querido disimular tu esencia de cantautor?
¡No, qué va! Si yo estoy encantado con mi esencia de cantautor. Hombre, nunca he salido yo con la guitarrita. Igual algún día sí lo hago, pero en un disco… no sé si lo podría hacer. Igual lo hago, un día. En general, prefiero hacer canciones un poco arregladas a salir yo, porque también los cantautores tienen (aunque parezca que no) que o tocan bien, o cantan bien, o hacen algo bien. En mi caso… no. Oír a un tío que no toca bien y no canta bien… o, aunque no sea “bien”, que tenga algo personal, una forma de cantar… pero yo no. Yo solo con la guitarra no tiene mucho interés sonoro.
Tampoco te prodigas mucho en escenarios.
No, pero lo voy a empezar a hacer. Es uno de mis propósitos con este disco. De hecho, este año, entre el de Los Punsetes y este, espero estar tocando mucho. Porque me gusta. Pero la verdad es que Anntona, hasta ahora, los conciertos eran básicamente… yo solo. A veces tocaba con alguna persona… Ahora voy a intentar tocar con más gente, tener una banda.
¿Vas a tocar con los músicos con los que has grabado, con Papaya?
Sí, esa es la idea. Con Sebas y Yanara (Yanara Espinoza).
¿Nunca has pensado en colaborar con Los Punsetes?
No lo hemos hecho nunca, lo de mezclarnos. No sé, a ver qué sale. De momento, vamos a empezar a ensayar para preparar un par de presentaciones en Madrid y en Barcelona, para que salga muy guay. Y a partir de ahí, lo que se tercie. Porque es un disco que, además, me apetece tocarlo con ellos. Va a ser muy divertido. Está guay.
Se te nota contento.
¡Sí! Estoy muy contento. Sobre todo ahora, que lo hemos sacado adelante, y que el resultado es una cosa que se parece mucho a lo que quería hacer cuando empecé a barruntarlo.
Parece como si te hubieras creado un personaje, rollo perdedor, pesimista, con el pene pequeño y muy mala suerte. ¿Qué tiene que ver el personaje con la realidad? ¿Eres consciente de esa máscara a la hora de componer?
Más que un personaje, es una estrategia para acercarme a mí mismo, o para hablar de mí mismo. Lo que estoy intentando hacer es, en vez de autoayuda, un poco de autoataque. Y me parece que… a mí me viene muy bien. Y me gustaría promocionarlo en la sociedad. Ya está bien de gente… (se queda pensando).
¿Feliz?
No, feliz no, gilipollas. El otro día sale un tío, en la tele, en un reality show de estos que tanto nos gustan, diciendo «soy un tío auténtico, me defino a mí mismo como un tío muy personal…». Tú lo que eres es gilipollas, muchacho. Deberías decirlo tú. Deberías decir «mira, soy gilipollas». De aquí en adelante ya sabemos esto, y solo podemos ir pa’rriba. Pero si empiezas diciendo que eres un tío auténtico… es que te vas a dar una hostia porque eres un tonto del culo, como la mayoría de la gente. Basta de autopromoción. Hace falta un poco de autosabotaje en la vida. Es lo que hay que promocionar.
Hubo un momento en el que el autosabotaje te salió de fábula, porque todo el mundo empezó a odiarte, con ‘Y además bastante fea’. No sé si tienes todavía guardado el recuerdo de aquello.
Tengo que decir que fue una cosa muy chocante. (Risas) Sí que me afectó. Al principio reaccioné muy a la defensiva, pero luego, realmente, pensándolo… yo creo que es algo de lo que se puede sacar buen provecho. Y, de hecho, mi concepción del machismo/feminismo ha evolucionado bastante desde entonces.
«‘Y además bastante fea’ era un poco machista, porque probablemente yo lo soy, también. Pero hay que darse cuenta de eso. E intentar corregirlo».
¿Cuál es tu concepción ahora?
Darme cuenta. Nunca dije que no fuera machista, cuando respondí, dije que, efectivamente, la canción era un poco machista, porque probablemente yo lo soy, también. Pero hay que darse cuenta de eso. E intentar corregirlo. Es en lo que estoy ahora, y está bien. Es decir, que ahí reaccionamos todos como gato panza arriba, y es normal. Pero yo me llevé mi leccioncilla. Aprendí.
También comentabas en otra entrevista (en Jenesaispop) que intentabas no poner trabas a lo que se te ocurre. No sé si este incidente hizo que te lo plantearas.
No, no se trata de eso. Tú tienes que ser muy honesto con tus sentimientos, y si eres un poco machista, lo normal es que escribas canciones machistas. Ahora, si tú intentas evolucionar, me parece bien. Quiero decir que… bueno, es que esto es un jardín. Pero es Jenesaispop, la tierra de los jardines. En fin, que sí. Que ser honesto con lo que uno piensa o siente, me parece fundamental. A veces te pueden salir cosas que incluso no te gustan a ti mismo.
¿La sigues tocando?
Me está costando. No sé qué haré, lo mismo no la vuelvo a tocar. Tampoco me parece una canción de Los Chichos, ¿sabes? Porque no lo es. Pero también es cierto que yo no soy ya el que compuso esa canción. Mi vida es muy diferente ahora. En aquella época estaba… un poco más… no sé. Ahora es otra cosa. Tengo una hija, estoy casado. Las cosas cambian.
¿Has madurado?
He cambiado. Espero que sí, que haya madurado.
Decías antes que este disco ha sonado como querías que sonase, pero también decías hace años que preferías no ir con ninguna idea preconcebida a la hora de componer.
Claro, una cosa es la composición, y otra la fontanería. La composición es un momento muy puro de la existencia, en el que uno intenta agarrar algo etéreo y concretarlo, y el resto es fontanería. Para mí, por lo menos, la composición tiene que ser una cosa muy mágica, en la que yo intervenga lo menos posible. Conscientemente. Es a lo que me refiero. Yo no puedo ir en plan (pone voz de intenso) «hoy voy a escribir una canción sobre nuestra sociedad. Voy a dar mi opinión sobre Occidente». No.
«Que no pase un día sin que des tu opinión de mierda…»
Sin embargo, un día digo “me cago en tu puta madre”. Y lo pongo ahí. Y ya está. Hay gente que pueda escribir sobre lo que sea, y se sienta, y lo hace. Yo no puedo hacer eso.
¿Nunca te han pedido que compongas una canción sobre algo en concreto?
Mi mujer. «Ay, por qué no le haces una canción a…» Pues porque no. Que me dejes ya. No puedo, es imposible. De hecho, incluso en las entrevistas es lo mismo. A lo mejor te hacen una pregunta esperando que digas algo ingenioso… y no. No funciona así la cosa. Para mí, por lo menos.
¿Vamos a volver a verte por la tele, después de tu cameo en Muchachada Nui?
Sí, de hecho en la segunda temporada del Fin de la Comedia, salgo. Salgo haciendo de pizzero. Y en la anterior también salía.
¿Qué tal de pizzero?
Bien, sobre todo en El Fin de la Comedia, que se trata de no hacer nada. «Esa frase que has dicho, dila así más normal». Todo muy bajonero.
Sigues con ese respeto a tomarte en serio.
Es que eso es horrible, ¿no? Yo tomarme en serio lo veo como eliminar el humor de la semblanza que hace uno de uno mismo. Me parece un horror. Un horror. Gente muy seca por dentro.