Afortunadamente, la víctima fue capaz de llegar a la cuneta de una carretera, donde fue encontrada por un ciclista que avisó a los servicios sanitarios, que consiguieron salvarle la vida después de trasladarle a un hospital. ¿A qué parece el argumento de una truculenta película capaz de ponerte los pelos de punta un viernes 13 cualquiera?
Pues para nada, porque en este caso la realidad supera a la ficción con creces. Esta es, precisamente, la historia de Morgan Geyser y Anissa Weier, que están a la espera de ser juzgadas por un tribunal de Wisconsin por este intento de asesinato. Y ahora HBO analiza los detalles de este tremebundo ataque en ‘Beware the Slenderman’, un documental que busca las claves de un suceso que ha alcanzado ya un gran poder mediático en los Estados Unidos.
La cinta está dirigida por Irene Taylor Brodsky, también responsable del nominado a un Oscar ‘The Final Inch’. Lo bueno del documental es que huye del morbo fácil y de las lágrimas, para convencernos de que esta es una historia de la que podría haber sido protagonista cualquiera. Olvídate de reconstrucciones del crimen o de dudosos testimonios de todo tipo de expertos: el reportaje va más allá y se vertebra fundamentalmente a través de los testimonios de los padres y de fragmentos de los interrogatorios de las dos adolescentes, que erizarán los pelos de los brazos de más de uno.
¿Qué llevó a Morgan y a Anissa a cometer tan tremebundo crimen basándose en un simple cuento de miedo de Internet? Como en todas las historias, aquí hay mucho más de lo que parece a priori. Así, el relato concluye cuajado de señales que apuntan, sobre todo, hacia el bullying y la enfermedad mental como dos de los principales conductores de este intento de homicidio.
Un documental bastante completo y esclarecedor, si bien cabe aquí una pequeña crítica. En su carrera por no buscar causas ni culpables, ‘Beware the Slenderman’ termina pasando de puntillas por los que son dos puntos clave del caso: el primero, el bullying, que condena a muchos jóvenes a una adolescencia solitaria y dolorosa, haciéndoles capaces de tomar decisiones imprevisibles. El segundo, cómo la estigmatización de la enfermedad mental y el tabú que se ha creado en torno a ella pueden evitar que muchos afectados busquen ayuda. Algunas voces insisten sobre un tercer tema, la necesidad del control parental sobre lo que los más pequeños consumen en Internet pero, seamos francos: ¿a quién con doce años no le encantaban las historias de miedo?