El primer adelanto de ‘Predación’ es ‘Puro y ligero’, una canción de seis minutos entre el blues-rock sureño y el «spaghetti western» en el que Pablo García lista cosas de las que se arrepiente o se ha arrepentido a lo largo de su vida… antes de desahogarse en un estribillo suplicante, casi raphaeliano, que eleva definitivamente la canción a la categoría de himno.
En nota de prensa, García describe las razones por las que ha compuesto ‘Predación’:
«Hice ‘Predación’ porque aún no me he atrevido a tratar de vivir aislado en mitad de los Picos de Europa, subsistiendo de la recolección y de la caza furtiva y supliendo mis carencias de minerales lamiendo las estalagmitas de las cuevas de la región.
Hice ‘Predación’ porque todavía no puedo vivir sin luz eléctrica, sin viajar, sin comer, sin follar, sin hablar, sin cantar, sin mirar el mail. Hice ‘Predación’ porque desde mi más tierna infancia siempre he tendido al delirio de gandaya y a tratar de encontrar una forma rotunda de significar el hecho de latir y recibir estímulos externos con muchas más frecuencia de la que me gustaría.
Hice ‘Predación’ porque quería compaginar esa sensación tan típica de la cornisa cantábrica con unas ritmos más sabrosos y guitarras fuzzeras que incluso remitieran a ambientes de fantasía sintética y sureña. Ellos lo llevan mejor.
Hice ‘Predación’ porque me ayudaron Ángel Kaplan con el bajo, Pibli con la batería, Alfonso Alfonso con la guitarra midi y Javier Bejarano con la gitarkua.
También hice ‘Predación’ porque Paco Loco lo grabó e hizo que me lo pasara muy bien y que casi olvidara que lo que tengo que hacer es aprender a vivir en mitad de los Picos de Europa y dejar que este fantástico mundo siga mostrando la mejor de sus sonrisas.
PD: La verdad es que también hice ‘Predación’ porque echaba de menos a Dios, a los muertos y al amor. Alguien tenía que hacer el trabajo sucio«.