Suele considerarse obvio y recurrente decir que Gloria Fuertes fue una adelantada a su tiempo, pero eso sucede en el mejor de los casos, porque a menudo ha sido encasillada en el mundo infantil o en el de la imitación (aquella gala de Nochevieja de Martes y Trece en el 86), y sí, escribir y recitar para niños fue algo que eligió y donde encajaba perfectamente, pero no fue un terreno al que se vinculara en exclusiva.
El tiempo ha puesto en un pedestal a un personaje fascinante para su época y hasta para el presente, algo que salta a la vista a los pocos segundos de hurgar en su vida y obra. Sus libros se siguen reeditando aunque ya estaban presentes en las plataformas digitales y en el mercado de segunda mano mucho antes de tanto merecido homenaje por su centenario. Reseñamos 3 libros suyos con motivo de la Noche de los Libros en Madrid (hoy viernes 21) y el Día del Libro y Sant Jordi en Barcelona (domingo 23).
Este libro, además de mostrar su poesía más oscura sin perder un rayo de luz, se extiende a sus relaciones personales y nos va situando en cada uno de sus distintos entornos históricos. Se recuerda que nació en el barrio de Lavapiés (Madrid), que vivió la Guerra Civil del 36 (incivil según sus propias palabras), la muerte de su madre cuando tenía 15 años, la postguerra siendo del lado perdedor, su estancia durante 3 años dando clases en Pensilvania, el fallecimiento del amor de su vida (la norteamericana Phyllis Turnbull), y el éxito en televisión en la década de los 70 con una imagen que cabalga entre la sabiduría y la inocencia. Cómpralo en Amazon.
Pero aunque algunos lleguen con retraso a su descubrimiento, ella siempre llevaba por delante su mirada rebelde y amable. Y desde la niñez hasta el final de sus días, a pesar de la multitud de semblantes reflexivos que mostró, nunca faltó el inconformismo. No solo en lo literario o al ir vestida con pantalones y corbatas, con el pelo cortado a tazón, montando en Vespa, con su inconfundible voz grave acentuada por el whisky y los bisontes (tabaco rubio), sino también por el modo de observar todo cuanto la rodeó durante décadas. No es disparatado asociar a una feminista declarada que defendió el amor libre esa frase de la micropoetisa Ajo sobre tener pelos en la lengua: “No me tires de la memoria, que yo vengo del punk, y la cresta la llevo en la lengua”. No sé si debemos caer en la comodidad de una etiqueta -no le gustaban, salvo poeta, nunca poetisa-, pero pensando en su manera de ser, es imposible no preguntarse cómo habría sido Gloria Fuertes en nuestro tiempo. A día de hoy, nadie ha levantado tanta emoción, humanidad y humor entre un público tan dispar.
Hasta el 14 de mayo en el Centro Cultural Fernando Fernán Gómez de Madrid se puede ver una exposición que recorre su vida con fotografías, poemas, documentos sonoros, objetos personales como su máquina de escribir y manuscritos, procedentes de su archivo personal. Por otro lado, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido, coincidiendo con el centenario, llamar con su nombre la plaza en el barrio de Lavapiés que la vio nacer. Con motivo del Día del Libro se le rinden distintos homenajes en la Casa de Correos (hoy día 21) o la Fundación Telefónica (martes 25).